Capítulo XXII

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El Día de Acción de Gracias siempre ha sido un día en que mi familia no hace más que comerse un pavo juntos, jugar la mitad del día Monopoly y ver las primeras temporadas de Bones.

Excepto por mi mamá y mi papá, no tenía ninguna otra familia con quien hacer esto. Los padres de mi madre se mudaron a Florida unos días después de la boda de mis padres con la conciencia tranquila sabiendo que su única hija estaría en las manos adecuadas mientras ellos no estaban. Nunca les gustó el frío, y ante la idea de cualquier éxito que tuviera en el hielo, se estremecieron y sacudieron considerablemente la cabeza. Más de una vez persuadieron a mi padre para que se mudaran juntos a Tampa, pero probablemente nunca podrá irse de Minnesota, ya que es el mayor aficionado al hockey.

Nunca he visto al Sr. y la Sra. Campbell. Mi papá fue criado por mi tía que solo vino a visitarnos el día de Navidad, porque el Día de Acción de Gracias era solo nuestro. No, dijo papá, lloriqueando a viejas tías en nuestras vacaciones.

La familia Boutroux nunca había pasado la Navidad sola desde el día en que mi mamá llamó mientras leía las coloridas revistas que mi papá solía llevar a casa del trabajo.

-¿Hola?- le dijo al teléfono, y su tono de voz indicaba que estaba hablando con Luisa.

Escuché el flujo amortiguado de palabras provenientes del receptor un momento más antes de que mi mamá dejara la habitación y yo me quedara con mi papá.

-Probablemente no sea nada importante-, moví mi mano, mirando la expresión interrogante de mi padre.

Este último asintió brevemente, tomando un descanso de la lectura por un momento.

- ¿Sabías que el color cashmere es el rey esta temporada?- Se rio, mostrándome un trozo de la revista. -Este, mierda,- señaló el suéter beige.

-La cashmere es una tela, papá,- negué con la cabeza burlonamente, presionando una revista de deportes en su mano.

- ¿Crees que a mamá le gustaría?- preguntó, tirando la revista de hockey a un lado y comenzando a escudriñar el modelo en la hoja.

-Creo que eres su marido-, le dije. - Deberías conocerla mejor.

-Y tú eres la persona que salió de ella, la conoces profundamente, Hera-, se rio mi padre más fuerte. - Paige es impredecible. En un momento le encanta el rosa, y en otro solo se vestía de negro.

Era cierto que a mi madre nunca le llamó mucho la atención la moda, y solo vestía lo que le gustaba. A veces pensaba que me parecía bastante a ella. Nunca he visto nada parecido a papá en mí, excepto el amor por la gimnasia rítmica y los ojos muy oscuros.

De repente, mi madre estaba de vuelta en la habitación, dejando lentamente su teléfono celular sobre la mesa. Se echó el pelo detrás de la oreja y se recostó en la pequeña mecedora cerca del aparador.

-Recibimos una invitación de Luisa para Acción de Gracias. Creo que, necesito hornear un pastel.

En el mismo momento, la revista que sostenía en mis manos golpeó mi regazo con un ruido sordo y miré a mi madre inquisitivamente.

- ¿Cómo es que, después de todo, quieres sacrificar nuestras fiestas privadas familiares? Mamá.- Fruncí el ceño, lanzando una breve mirada a mi padre mientras tanto, quien tampoco parecía particularmente emocionado con la idea de Luisa.

-Exactamente, Paige-, dijo, pasando una página en una revista. - Ya compré un pavo y compré acceso a la cuarta temporada de Bones.

- Los padres de Weska fueron a una boda en México y el hermano de Luisa fue invitado por la familia de su esposa a pasar las noche de las fiestas. No podemos dejarlos solos. Luisa nunca pasa la Navidad sola, c'est ma sœur.

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