Capítulo XXXIV

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Vi a varias personas correr hacia él, y el árbitro pitó el penalti y el chico que le puso el palo bajo los pies sale del campo

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Vi a varias personas correr hacia él, y el árbitro pitó el penalti y el chico que le puso el palo bajo los pies sale del campo.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué está mintiendo?- Pregunté mientras me acercaba al equipo y miraba al chico con el nombre de Roman en su camiseta tratar de darle la mano.

No podía ver su rostro, sus ojos estaban bloqueados por la rejilla de su casco, aunque sabía que estaba sufriendo. Kai se levantó lentamente, tocándose brevemente el tobillo.

-¡Esto es patético, Davis! -Escuché detrás de mí gritos desde las gradas de estudiantes que sostenían pancartas animando a Kai a jugar- ¡No ganarás jugando sucio! ¡Fue apropósito! ¡Eso es enfermizo!

Entonces Boutroux levantó el pulgar de su mano derecha, mostrándoles a los chicos que todo estaba bien y que podían seguir jugando. Al mismo tiempo, Beniamin Davis chocó los cinco con el portero de su equipo. Apreté los puños con fuerza, suspirando profundamente. A Davis le encantaba el juego sucio. Parecía como si solo esto fuera a su ventaja. Es un poco triste.

En un momento estaba a punto de llamar al primer tiempo, cuando el equipo de Kai devolvió el disco después de una falta.

Beniamín inició su juego defensivo, estando en su portería. Dos defensas y un lateral se precipitaron hacia la portería, sabiendo actuar. Todo encajó como vi en el cuaderno de Davis. Resoplé de risa, los pulgares apretados contra mi cara y cerrando los ojos por un momento.

Benjamin Davis no cambió de táctica. Parecía no darse cuenta de nada, y solo sentí la oleada de victoria ganada por mi misión de venganza contra el chico.

El chico con el número veinte pasó el disco al once, pero sin éxito, porque el rubio del equipo de Kai corrió hacia la línea de su pase, jugando con el que estaba parado cerca de la portería.

- ¡Pairse, rodea la portería, pasa a Vía Verde!- gritó el moreno sentado junto a Elgory, acercándose al equipo con sus amigos.

El chico, como si escuchara las órdenes de sus amigos, rodeó la portería, pasando al trece, luego éste le dio el disco, que al rato aterrizó, golpeado por el palo de Pairse, en la portería.

- ¡Eso! ¡Gran Pairse!- Grité hacia el terreno de juego, aunque el chico no podía oírme en absoluto.

Fue difícil para mí separar mis propios pensamientos del fuerte grito de las gradas, que estaban entusiasmadas con el gol marcado por el equipo de Kai o simplemente zumbaban hacia él, cruzando los dedos por Benjamin.

- ¿Crees que Kai lo logrará?- El pelirrojo me gritó, tratando de gritar por encima de toda la conmoción.

-Solo tendrá éxito si lo ayudas, Elgory -traté de convencer al chico de que se subiera a la pista de hielo.- ¿Quizás tu papá este aquí?

Luego, el niño miró alrededor de las gradas, con la mirada fija en uno de los asientos de la derecha.

-No, no lo está-, dijo después de un momento, bajando la mirada y pegándola a sus patines. -Siempre está sentado ahí con la cámara en sus manos-, agregó, un poco alegre, aunque rápidamente se volvió triste de nuevo.

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