Capítulo Dieciocho

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La lluvia torrencial parecía demasiado feroz para pensar en hacerle cara, relámpagos imponentes hacían eco, sería casi una hazaña imposible caminar por las calles de la cuidad con la tormenta que se ha adueñado de las mismas.

—Es mejor quedarnos aquí un poco más, esperar un rato. —muchas personas consideraban normal conducir bajo una tormenta, y realmente lo es. No hay nada extraordinario en eso. Pero para mi era imposible. Estaba dispuesta a contarle mis razones, algún día.

—De acuerdo, pero me debes unas galletas de mantequilla. Aunque queden como carbón en el intento. —ríe al final.

—¿Acaso tu si sabes cocinar?

Touché.

Por primera vez lo había dejado sin palabras, o al menos una respuesta para defenderse.

Ambos teníamos la extraña manía de no usar las sillas o sofás comunes, como cualquier persona civilizada. En cambio, recostados sobre el piso alfombrado de este lugar observamos hacia el techo, con una luz tenue que apenas permitía ver todos los detalles. La calefacción estaba encendida, apenas estaba entrando en calor..

—Cuéntame algo que nadie más sepa sobre ti, prometo mantener el secreto. —no sé si fue el inicio del cambio de temperatura, pero me animé a decir eso sin titubear un momento.

El silencio fue dueño de las cuatro paredes hasta que Juan Pablo decidió hablar.

—Las alturas. Soy un cobarde cuando estoy a dos centímetros del suelo. —parece estar debatiendo entre comentar algo más al respecto o callar.

—¿Cómo tus amigos no se enteran de esto?

—He inventado excusas que van desde diarrea, hasta una operación. Jamás he ido a un parque de atracciones. —se detiene un momento para mirarme, ver mi reacción exacta ante su franqueza total. —Es tu deber ahora mantener este secreto.

Repito que sería incapaz de romper el silencio que prometí mantener al saber ese se reto que podría destruir su reputación en un segundo. Aunque sería un chiste interno, algo de los dos.

¿Algo de los dos?

¿Acaso eso no suena patético?

Pensar así, de esa forma. Como si esto fuera algo previamente establecido, como si él fuera un chico normal que no tiene un reconocimiento mundial debido a su fama. Las cosas son como son, y mi mente se contradice sola. Entre un no lo intentes y el esperanzador lema de arriesgarlo todo. Aunque esto es la vida real, no un cuento de hadas, las personas usan esa capacidad llamada razonamiento lógico para saber el momento exacto donde es mejor trazas una línea y mantenerse al margen.

—¿En qué piensas?

—Nada demasiado importante, tranquilo. —digo eso como si no existiera una noticia por ser contada.

Siendo justa, no creía deberle una explicación o algo parecido. Empezando porque no me encontraba en posición para hacerlo. Nada cambiaría si lo hacía o no. ¿Cómo decirlo? "Oye, creo que me estoy enamorando poco a poco de ti, pero vives en un mundo algo distinto y eso sería casi imposible" ¿Qué respondería él a eso?

Un mensaje interrumpe mi canal de pensamientos, despacio leo el contenido. Guardo silencio un momento, porque no sabía que pensar ni que esperar realmente. ¿En qué momento pensé que sería una buena idea mentir sobre tener novio?

—¿Está todo bien? —le muestro el mensaje, insegura. Aunque al final no tendría problema en declinar la oferta. —¿Quieres ir?

Joel nos estaba invitando a una fiesta, que ya había iniciado. Nos encontramos a una hora de distancia. "Trae a tu novio mejor, de guardaespaldas". Fueron sus palabras finales. No con intención de ofender, solo creyendo que una pareja feliz asistiría a un evento así. Mi instinto decía que el lugar estaría lleno de personas y el ambiente descontrolado.

—No lo sé, yo... —de verdad no estaba segura, esa sensación de querer experimentar porque vivimos una vez. Y la parte racional que dice que es mejor quedarse aquí tomando chocolate del termo.

—La tormenta se ha calmado un poco. Podemos llegar allá y ser la mejor pareja de novios falsos, solo dime. Iré contigo. —sus últimas dos palabras hacen que sienta unas cuantas mariposas flotando por ahí.

Él se pone de pie y extiende su mano para ayudarme a subir en un brinco desde el suelo. Asiento para indicarle que estoy de acuerdo y con una sonrisa cómplice entrelaza sus dedos con los míos para caminar hasta la salida y correr al auto bajo la lluvia. Coloca la dirección en el GPS y la voz automática inicia dando instrucciones.

El frío seguía siendo una cruel compañía, lo que al parecer afectaba al castaño, porque empezó a sonar su nariz y soltar maldiciones en voz baja. El aroma a colonia masculina fresca y mentas que desprendía el interior del vehículo me parecía exquisita, siempre tuve la rara costumbre de apegarme a los olores. Por ejemplo, existe olor a libro nuevo, cada casa tiene su propia esencia, el olor a tierra mojada o frutas frescas. Tengo derecho a guardar en mi memoria éste, durante mucho tiempo.

—¿Cómo conociste a Joel?

—En una cena, mis padres y los suyos quedaron en reunirse. Al parecer los suyos pensaron que como digno cuento de hadas, íbamos a enamorarnos a primera vista. Cosa que ni de lejos sucedió. Claro que es atractivo y eso, pero no es mi tipo. Pero una amistad sí que me parece genial. -me alegraba mucho saber que podía contar con Joel, parecía una persona increíblemente leal e incondicional. —¿Sabes lo extraño que fue eso?

—Eso suena caótico, el amor a primera vista a veces sucede. No lo veas tan lejano. —sus palabras me dejaron como bajo cero, la posibilidad de que él empezara sospechar de mis sentimientos me puso a temblar. --¿Quién es tu tipo?

Si alguien encontraba la manera de responder a eso sin morir en el intento, por favor envíen ayuda.

Juan Pablo conducía con la vista fija al frente, pero podía observar su sonrisa ladina y el perfil de su rostro.

—No hay un "tipo" si te refieres a características físicas. —son las únicas palabras medio razonables que logro articular. —Es algo más que eso, es descubrir la forma de ser y entonce ahí, solo quizá puedas entregarle el corazón una persona.

—Es un buen concepto para definir el enamoramiento. —pasamos por una pequeña intersección que daba directo a la calle donde indica la localización, algo estrecho pero sin un impedimento mayor para pasar en medio. —Opino que ante todo debe haber sencillez y buenos chistes. Eso no puede faltar.

Una cuadra antes el ruido anunciaba que iríamos directo a la cueva del lobo, confiaba en que las personas no estuvieran fuera de control o que algo grave pasara, porque asuntos mayores podría provocar que la policía llegara. Mi récord con la justicia estaba completamente intacto.

Estoy exagerando la situación, lo sé.

Nos dieron la bienvenida en la entrada, abrieron unas rejas gigantes para dar paso al auto. Recorrimos unos cincuenta metros, dejando atrás filas y filas de automóviles. La noche aún no caía completamente, eso me permitió observar la casa que esperaba al fondo. Con un diseño algo diferente al usado entre la arquitectura general de la cuidad. Sus paredes grises y columnas negras daban un toque elegante y gótico. Me agrada. Al parecer la mayoría de invitados se encontraban adentro, porque en el jardín delantero paseaban los encargados de cuidar el perímetro.

Finalmente encontramos un lugar y entramos. Recordé que mi atuendo de hoy daba más a un aspecto montañero que a aires de fiesta informal. ¡Porque las cosas malas me suceden a mí! Un pantalón de chándal y un cardigan tejido oscuro que alguna vez la abuela me regaló. Justo así entraría a un lugar donde bailaban y tomaban alcohol sin parar.

Has tenido situaciones peores, respira.

Mi acompañante y novio falso me toma de la mano. Le doy un último vistazo y su sonrisa parece asegurarme que todo iba a salir bien, aunque las cosas desde el inicio nunca cuadraron bien.

Porque así sucede de vez en cuando, las respuestas llegan cuando no las buscas. Las palabras salen solas incluso en el silencio más largo.

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Pobre corderito asustado... Pero bueno, hoy quiero darles un adelanto del próximo capítulo. Será narrado por Juan Pablo Villamil. ¿Qué les parece?

Que tengan un domingo espectacular, no se trasnochen porque mañana es lunes. A quien engaño, yo solo duermo tres horas y eso es suficiente jajaja

Nos leemos pronto!

Punto y Aparte © (Juan Pablo Villamil) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora