De pequeña amaba correr por Central Park. Solía ir cada fin de semana a correr con mi hermano y nuestro perro, Oreo. En cuanto fui creciendo, mi gusto por ese deporte fue creciendo conmigo. Llegando a formar parte del equipo de atletismo en el colegio. Tres veces a la semana me quedaba a practicar con mi equipo. Nos esforzábamos para seguir ganando el campeonato de escuelas élite de campo traviesa cada año. Nuestro rival siempre fue la escuela de ciencias del Bronx. Para cada temporada nos exigíamos más, llegando a pasar varias horas al día entrenando. En todo ese tiempo siempre me había enorgullecido tener una excelente condición física. A pesar de que mi cuerpo no era el adecuado para ser la más rápida. Era competitiva y eso era el 40% necesario para ganar.
El ritmo en el que latía mi acelerado corazón, solo podía ser comparado con mi primera competición en el PSAL Era mi primer año en Stuyvesant y me había inscrito en el equipo. Estaba fascinada con correr a lado del Hudson una vez a la semana.
-¿Estás bien? –besó mi frente.
Asentí. No estaba segura de que podía hablar sin sentir que me ahogaba.
Con cuidado Edward sacó sus dedos. Gemí.
-Definitivamente, estás bien –me guiñó el ojo.
Acomodó mis piernas y se acostó a mi lado, abrazándome. Su delicioso cuerpo frío, me daba la temperatura que mi acalorado cuerpo necesitaba.
Cuando recobré una respiración normal, le sonreí y acaricié su brazo.
-Eso fue... increíble.
Sonrió de lado orgulloso.
-Gracias.
-¿Tú... lo...
-¿Qué si lo disfruté? –Acariciaba mi labio inferior- cada momento de intimidad contigo han sido los mejores momentos de mi existencia. Llevó décadas preguntándome porque Emmett era adicto a...
-¿Al sexo?
Se rio.
-Sí. Él amaba molestarme con el tema de mi virginidad. Solía decirme que aprovechara las oportunidades que me daba...
-Tanya.
Frunció el ceño.
-¿Estás leyendo mi mente?
-Puede que sí, puede que no y si lo hiciera no te lo diría –me burlé.
-Te encanta mofarte de mí –sonrió- ¿Qué hare contigo?
-No lo sé, pero yo sí sé que pudo hacer contigo –lo besé.
Esta era una de esas tardes donde Carlisle no podía darme clase. Aunque había cambiado sus guardias, a veces debía cubrir a algún compañero o tener consulta con sus pacientes.
-Juliet –su tono de advertencia al subirme en su cadera me molesto.
-Edward, cállate –reí- piensas demasiado cariño –lo besé.
Tenía al sueño de cualquier adolescente semi desnudo en mi cama y sin mucha reticencia a tener un poco de placer. Lo iba a aprovechar todo lo que pudiera.
Sus manos acariciando mi espalda estaban haciendo magia.
-¿Por qué tú sigues con ropa?
-Porque es lo mejor. Me recuerda que debo contenerme.
-¿Enserio?
-Podría hacerte daño.
-Edward, estamos en esto juntos –acariciaba su pecho- y no es como que tu bóxer sea muy difícil de quitar.
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Antes de crepúsculo.
FanfictionJuliet acabó en el mundo de crepúsculo. Intenta pasar desapercibida por los Cullen, pero cuando su personalidad llama su atención. No hay nada que pueda hacer, más que pretender que no le gustan los ojos dorados de Edward Cullen. ¿Podrá Edward no e...