Capítulo 11.

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Había dicho que este capítulo lo subiría el domingo, pero sinceramente no había tenido inspiración y lo "termine" ayer (ya era hoy). Así que lo deje para checar hoy la redacción y se me ocurrió otra parte jajaja

Así que el capítulo de hoy, que es realmente el que corresponde de la semana pasada, tiene más hojas. 

¡Difrutenlo!

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Quité la montaña de libros que de nuevo tenia Edward en la mesita que usaba para hacer tarea. Lo miré molesta y él tarado solo sonrió.

-Sé que es tu cuarto, pero he declarado esta mesita como mi propiedad -Me senté- Así que deja de ponerme libros aquí.

-¿Y perderme lo linda que te ves enojada?

Suspiré y saqué mi tarea de matemáticas.

-¡Rompiste mi calculadora Edward!

-No, tú la rompiste al pegarme con tu mochila.

-Claro que no. Yo solo te acaricié con ella y mira como me pagas -negué mostrándole la V que ahora era mi calculadora- Ni modo, tendrás que darme la tuya -Alcancé su mochila y busqué.

-No vas a encontrar nada. Yo no uso calculadora.

-¿No tienes? Pero si todos necesitamos una -volví a negar- Solo alguien especialista en la materia no necesita y les lleva años. Tu solo eres un alumno de secundaria.

No está de más mencionar que me miró ofendido.

-No te hagas el tonto, ese es el papel que desempeñas -suspiré- Tendremos que ir de compras.

Nuestros celulares sonaron casi al mismo tiempo.

-Alice -dijimos los dos.

Ignoré mi celular y continué sacando mis cosas. Tenía que hacer hoy mi última tarea para poder estar libre mañana para el hospital y nada, ni nadie me lo iba a impedir. Mis fines de semana eran para el hospital y eso hasta Edward lo tenía claro. No le agradaba, pero había entendido a la mala que yo tomaría mis decisiones sobre mi futuro. Respetaba su opinión y aceptaba escucharla, pero la última palabra la tenía yo. No es que no me importará su sentir, habíamos llegado a un acuerdo. Él iba a dejarme, a buscarme y de vez en cuando a la hora de mi almuerzo, me acompañaba a comer. Después del trabajo, si no tenía planes con Charlie, que se estaban volviendo cotidianos; pasaba el resto del día con él.


-Sabes Alice, no me refería a estas compras –caminaba detrás de ella- además hace semanas venimos de compras.

La hada traviesa me había raptado al llegar a la casa de los Cullen después de salir de mi trabajo.

-Te aseguro que quieres comprar más que una calculadora.

Recordé las escasas pijamas sexys que tenía y la intención que tuve de comprar más.

-¡Oh! Por eso Edward no vino esta vez.

-¡Sí! No lo quiero de metiche aquí –rio.

Asentí sonriendo.

-Bien pensado hadita. Pero no te vuelvas loca.

-¡Edward te dio su tarjeta! Hay que sacarle humo.

-Alguien estuvo estudiando frases nuevas –sonreí- y solo acepté su tarjeta para comprar la calculadora que él rompió.

-Lo escuchaste, dijo que hicieras lo que quisieras con ella –sonrió- el muy cretino nunca me dio su tarjeta por más que lo intente por años ¡Años!

Antes de crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora