Sentía el fresco viento sobre su rostro mientras estaba sentado en un banco de madera mirando a Yura con varios niños más jugando y riendo, aun tenía algunas heridas aunque estaba casi por completo recuperado, seis meses llevaba viviendo en ese anexo del templo junto a las personas del pueblo que lo había ayudado a llegar hasta ahí, fue una gran sorpresa el haber conocido a las amigas de Otabek, eran amables y los trataban muy cariñosamente, su sonrisa se entristeció un poco, al recordar una charla con la chica pelirroja, una noche que se encontraba mirando el cielo, fue a pocos días de su llegada, no podía dormir sintiendo aun incertidumbre, y pensando en donde se hallaba Yuuri y cuánto tiempo tardaría en volver.
Al principio estaba nervioso y contestaba con simples asentimientos, aun desconfiaba de los extraños, era imposible no hacerlo, escucho un suspiro de la chica al notar que conseguiría más respuesta, pero le sonrió tranquilamente, "si no lo vas a escoger, es mejor que sea ahora" le dijo ante su mirada sorprendida, para volver a sonreírle "pero si lo escoges, les deseo lo mejor, él es muy bueno" le dijo antes de marcharse.
La verdad era que no podía decidirlo, y se sentía como el ser mas egoísta, al querer que ambos lo aceptaran, pero su corazón no le daba otra respuesta él los quería a ambos, quería amarlos a ambos, pero su mente le decía que estaba mal, que los lastimaría, y de solo pensarlo su pecho dolía, no quería ver las miradas tristes, o que ellos cambiaran, y no quería que lo odiaran.
-Víctor – llamo Otabek notando la mirada ausente del peli plata- ¿estás bien? ¿Aun duele?
-Otabek- dijo Víctor saliendo de sus pensamientos, no se había dado cuenta cuando el pelinegro había llegado, vio la mirada preocupada y solo sonrió negando- estaba pensando en nosotros
-te lo he dicho, no debes preocuparte por eso todavía
-pero....- el sonido de las campanas lo interrumpieron, alguien tocaba las campañas en señal de que alguien llegaba.
-sumo sacerdote- llego corriendo uno de los chicos- el señor Yuuri ha regresado
Víctor se levanto emocionado pese al ligero dolor que aun sentía, mientras una enorme sonrisa se instalaba en su rostro, corrió a la entrada lo más rápido que su cuerpo le permitía, mientras se alejaba Otabek miraba la espalda de la persona que amaba alejarse, sentía que el tiempo se avanzaba lentamente y que Víctor se alejaba muy despacio.
- ¿sumo sacerdote? -le llamo el chico, Otabek volteo a verlo y entonces se dio cuenta, había extendido inconscientemente su brazo como si hubiera querido detener a Víctor, apretó en un puño su mano, llevándola a su pecho
-acompaña a Víctor, voy en un momento- dijo viendo como el chico asentía para alejarse apresurado a alcanzar al joven peli plata
-supongo que esa era la respuesta- susurro mientras miraba al cielo, era la primera vez en todo ese tiempo que Víctor sonreía de esa forma, cubrió con su antebrazo su rostro un momento, mientras una mueca triste y una lagrima salió, se obligo a limpiarla rápidamente, y sonreír, lo primero era recibir al japonés, y aunque sabia la respuesta debían hablarlo, necesitaba escucharlo de los labios de Víctor.
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Víctor corría hacia la entrada esquivando a las personas, al llegar vio una pequeña multitud que rodeaba a alguien, se detuvo jadeando un poco por el esfuerzo, para respirar y avanzar lentamente, sintiendo como su corazón latía rápidamente, mientras mas se acercaba pudo verlo, era Yuuri, Yuuri por fin había regresado, las lagrimas cayeron cuando sus miradas se encontraron por un momento sintió sus piernas fallarle para caer sentado en el suelo mientras trataba de detener las lágrimas.
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DESTRUYENDO TU MALDICIÓN
FanfictionFue cazado por su belleza haciendo que cayera sobre él una terrible maldición, pero el pecado no fue solo suyo ¿por qué solo él debía pagarlo? -Solo quería vivir- susurraba a la luna cada noche en un tormento que se repetía día con día