Capitulo trece

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"Nos costó mucho coincidir, como para dejarnos ir tan fácilmente"

- ¿Es enserio?, ¿vas a morir?, ¿de verdad vas a dejarte vencer?

- ¿Por qué?, ¿Qué hay de bueno para mi allá abajo?

- Está Ohm...

- ¿P'Ohm?

- Si, Ohm. Él te ama.

- ¿Me ama?, no lo creo. Más bien creo que me odia.

- Pequeño Fluke, no sabes..., de verdad, él te ama mucho. ¡Míralo!, se quedará seco de tanto llorar. – Miró, él estaba sentado sobre el frio piso de la clínica con sus dos manos en la cabeza, a su lado estaba Fai, él tenia la mirada perdida en la puerta, quizás esperaba que en cualquier momento el doctor Din saliera a decirle que no había nada que hacer.

- ¿De verdad está llorando por mí?

- De verdad...

- No lo sé, me siento muy cansado.

- No pensé que mi pequeño hermano fuera un cobarde.

- ¿Por qué me has entregado tu corazón?

- Mi corazón era lo único bueno que tenía Fluke. Mira a nuestro padre, creo que aprendió la lección también.

- Eso creo...

- Él no soportará que otro de sus hijos muera..., ¡así que vuelve!

- ¿Volver?

- Si, vuelve.

- Y, ¿tú?

- Nos veremos aquí dentro de unos setenta años... - Dijo ella.

- ¿Tanto tiempo?, ¿estás segura?

- Si vuelves ahora, esta será tu vida... - Le hizo mirar.

- ¿Qué?, ¿Por qué tantos hijos?

- Son solo tres..., ¡vamos!, si no vuelves ahora, esos niños se quedarán sin madre. ¡Vuelve ahora! – Un golpe.

- ¡Au!, ¡duele! – Otro golpe. ¡Ya basta! – Otro golpe y luego todo oscuridad.

El doctor Din salió de la sala una hora después, se veía fatigoso, en todos sus años de carrera jamás se le hubiera ocurrido faltarle a un paciente, Fluke le había pedido específicamente que no quería ser reanimado, porque ambos sabían el riesgo que corría, Fluke no quería ser una carga para nadie, por que en ese entonces él estaba solo, pero al ver a su esposo así de desesperado Din entendió que si había alguien en el mundo para Fluke, ahora solo restaba esperar a que despertara.

- ¿Está bien?, ¡dígame!, ¡Dígame que él está bien! – Preguntó Ohm.

- No lo sabemos, cuando despierte veremos qué tan buena idea fue desobedecer sus deseos. – Los ojos de Ohm inyectados de rojo lo miraron con angustia. – Aún esta inconsciente, pero hemos recuperado el ritmo cardiaco. Está estable, las siguientes veinticuatro horas serán críticas, pero confió que todo saldrá bien. – Dijo y luego puso una mano en el hombro de Ohm. – Ten fe.

UN ÁNGEL PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora