Capítulo dos

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Y tú, ¿reconocerías el amor si lo tuvieses enfrente?

Los ojos del profesor bajaron hacia él y posaron la vista en su brazo que mantenía una cortada, tiñendo su ya rota camisa blanca con sangre. Lo miró casi incrédulo y respondió de forma irónica a la pregunta hecha pese al dolor.

- Muy observador señor.

- ¿Por qué no tienes más cuidado? – Preguntó de mala forma.

- ¡¿Cuidado?! – Casi grito, no podía creer su mala suerte. Esa era la tercera vez que se lo cruzaba ese maldito día.

- Si. Pudiste provocar un accidente más grave, ¿siempre sueñas despierto mientras andas en bicicleta?

- ¡Usted me encandiló con sus luces altas!, ¡estamos en zona urbana!, ¿era necesario?

- No existe una ley que me obligué a bajarlas. – Dijo él. Fluke creyó que aparte de cretino era desconsiderado. Se incorporó y no pudo evitar un grito de dolor.

- ¡Au! – Exclamó. Luego miró su bicicleta, la pobre "Moyo" ahora solo serviría de chatarra.

- ¡Vamos te llevaré al doctor!

- ¿Doctor?, no es necesario.

- ¡Estás sangrando señor Natouch!

- Bueno, ese es mi problema, no ha pasado nada. – Dijo, estaba tan molesto que quería llorar por su pequeña Moyo. Adiós a sus planes de ahorrar en transporte. Después recordó las sabias palabras de su madre, "Siempre puedes caminar y admirar el paisaje", tendría que levantarse una hora mas temprano. No se dejaría abatir, quedaba muy poco para graduarse.

- ¿Todavía me dirás que no eres orgulloso? – No quiso contestar esa pregunta, se limitó a levantar a su amiga de la acera. Moyo había sido su compañera desde que el viejo Nut la arregló para él.

- No tengo tiempo para un doctor ahora, debo regresar a casa.

- Déjame llevarte entonces.

- No, gracias, solo está a unas cuadras. – Volvió a excusarse, aunque le faltara cruzar media ciudad, primero muerto antes de permitir que él lo llevara.

- Pagaré tu bicicleta, ¿Cuánto te ha costado ese vejestorio? – Fluke lo miró queriendo asesinarlo.

- Desde que lo conocí esta mañana me asombra su nivel de amabilidad hacia los demás. Le repito, ¡NO GRACIAS!, no necesito nada, menos de una persona como usted.

- ¿Y como soy yo señor conocedor? – Preguntó levando una ceja.

- Una mala persona. – Dijo y los ojos de Ohm Thitiwat se volvieron más chicos cuando los entrecerró.

- ¿No lo somos todos acaso?

- ¡¿Ser qué?!

- Malas personas, personas que actúan según su propio interés.

- Pagaré tu bicicleta, no me gusta tener deudas con la gente.

- No todo se puede pagar con dinero señor Thitiwat. No sé en qué clase de mundo ha estado viviendo usted señor, pero en el mío la gente es amable y considerada.

- ¿También usted lo es, señor Natouch?

- Trato de serlo. Al menos no ando por la vida insultando a las personas. – Dijo, pero el hombre a su lado solo se rio de manera cínica.

UN ÁNGEL PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora