Capítulo Uno

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¿Usted cree en la casualidad de habernos conocido?

A Fluke siempre le gustó el cielo azul, aún más cuando comenzaba la primavera, el cielo azul significaba para él la promesa de un día maravilloso, era ideal para montar en bicicleta e ir a la universidad, sobre todo porque no tendría que pagar el autobús, cuando llegaba la primavera significaba que podía ahorrar en transporte y eso lo ponía de un excelente humor, sobre todo desde que su presupuesto comenzó a escasear, pero él no se dejaría abatir por eso, su madre le había enseñado que siempre había que vivir con optimismo y así había sido por los últimos diez años desde que ella lo había dejado, le prometió que sería fuerte, prometió que nada lo derrumbaría. Aunque todo fuera mal, siempre trataría de encontrar una salida.

- Llega a tiempo señor Natouch. - Dijo el profesor.

- Si señor..., por supuesto, de lo contrario, ¿Quién le ayudaría a llevar esa carga? - El profesor Max, lo miró con cariño, él muchacho siempre le ayudaba a cargar sus cosas, era de esos jóvenes que ya no quedaban, amable con todos, siempre dispuesto a ayudar, aun cuando quien más necesitaba ayuda era precisamente él, a veces deseaba poder intervenir más, pero sabia que Fluke no lo entendería.

- ¿Has hecho el trabajo que les encomendé?

- Si señor, ¿sabe con quién está hablando? - Preguntó sonriendo.

- Por supuesto, eres el mejor de la clase..., nunca fallarías.

- Exacto señor..., usted si sabe.

- ¿Has solucionado tu problema con el dinero?

- Aún no señor, estoy buscando un empleo. Mañana tengo una entrevista.

- Espero que te resulte bien..., estaré echando porras por ti. - Fluke se rio, el profesor Max era un hombre de edad avanzada, pero era él mejor maestro que había tenido.

- Ya está señor, si necesita ayuda después para llevarlo al auto solo espéreme. - Fluke miró angustiado el enorme equipo de sonido que cargaba el profesor Max a todos lados. Había perdido la cuenta de las veces que llevó ese tonel a las salas de clase de la universidad, pero así era el viejo Max, un profesor como ningún otro, siempre quería lo mejor para sus estudiantes y si cargar ese enorme parlante por toda la universidad era lo mejor, entonces así lo haría. - Me voy ahora, aún tengo que llagar a la clase De P'Ra, de lo contrario ella no me dejará entrar.

- Dile que estabas conmigo, entonces.

- Con más razón no me dejará entrar. Me voy ahora. - Entonces el profesor soltó una risotada, la universidad entera sabia que el con la maestra Ra nunca se llevarían bien.

Tal como lo sospechaba la puerta de la sala ya estaba cerrada y también había un letrero que ordenaba no golpear la puerta, pero él no era una persona cobarde, nunca lo había sido, así que golpeo valiente y giró el pomo.

- Lo lamento P', se me hizo un poco tarde. - Pero quien estaba dando la clase no era P'Ra, en su lugar estaba el hombre con el perfil más guapo que Fluke había visto en su vida, eso explicaría por que su sala de pronto estaba tan llena chicas que nunca habían asistido a una sola de las clases de la maestra Ra.

- Así lo veo, pero, no está permitido ingresar a esta hora, dejé un mensaje en la puerta, no me gusta ser interrumpido. - Dijo sin siquiera mirarlo.

- Lo siento P', lamento la hora, ¿Pero podrías hacer una excepción solo por esta vez?

- Por ningún motivo. - ¿Qué clase de persona era, que ni siquiera lo miraba para contestarle?

UN ÁNGEL PARA MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora