Capitulo XXVII

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Narrador omnisciente

Si bueno, sabía que La Paz y tranquilidad no duraba para siempre.
Pero comenzamos por como fue su hermoso día.

Llego tarde a clase, la estupida alarma no sonó por que su móvil estaba apagado sin batería.
Maldijo mentalmente, cambió sus ropas y labo su rostro para salir corriendo de casa.
Al llegar la clase ya había comenzado, con pena el moreno pidió autorización para entrar a clase, la cual fue aceptada pero con una sanción por su retraso.

Fue directo a su asiento encontrándose con su mejor amigo quien le sonrió dulcemente, logró tranquilizarse un poco y siguió con las clases.

En el receso se encontraron con Ismael y Mangel quienes se quedaron charlando con ellos mientras comían algo.
Fue muy incomodo tanto para Raúl que para Ruben.

Al salir de clases Raul estaba cansado, solo quería regresar a casa y comer algo para luego dormir toda la jodida tarde.
Pero la vida se encargó de hacer d ellas suyas.
Pasa que se quedó sin reservas en casa, necesitaba comprar algo o comer en alguna cafetería.
Prefirió la segunda opción, no tenía ganas de cocinar algo.

Obviamente escogió su restaurante familiar favorito y pidió algo ligero para comer.
Se sentó a disfrutar el platillo tranquilamente cuando comenzaron a llegarle mensajes de su mejor amigo. Le contaba como iba la "cita" con Mangel y que se sentía nervioso.

Por muy dentro de el, pedía a los dioses que todo resultara bien y que el par sigan siendo amigos.

Perdió mucho el tiempo en aquella cafetería hasta que se dió cuenta de la hora, 6:45 pm señalaba el reloj, tenía que ir a casa a hacer tareas y dormir.
Pago lo que había comido y salió del restaurante encaminándose a casa.

Esta vez tranquilo entro a casa, pensando que lo peor había pasado, pero vaya que estaba muy equivocado.

¿Que mierda hace aquí?, fue lo primero que Raúl pensó cuando la vio.
La mujer estaba sentada en la sala principal con algunos papeles sobre la mesa y otros en el sofá.
Ella volteó a verlo y sus miradas chocaron haciendo más incómoda la situación.
Raúl despidió ignorarla y camino hacia su habitación hasta que la voz de la mujer lo detuvo.

— Escuche que seguiste tomando alcohol.

El moreno volteo a verla confundido, realmente le estaba dirigiendo la palabra. Y claramente diciendo una idiotez en el camino.

— ¿Y?

Preguntó inconforme por las palabras contrarias.

— Deja de hacerlo.

— ¿Porque debería?

Mónica seguía viendo los papeles si ponerle una pizca de atención al contrario, este indignado se cruzó de brazos frente a ella y esta ni se inmutó.

— Por que solamente eres un niño idiota, no sabes lo que haces

— Claro y desde cuando decidiste cuidarme.

— Lo hago por tu padre, no por ti.

Estas palabras las soltó llenas de odio, se sintió mal, sabía que no debía de ponerle tanta atención a las palabras de aquella mujer, pero no podía evitarlo.

— Si solo eso querías decirme, mejor me voy a mi habitación.

Se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia las gradas.

— No debes ignorar a tu madre Raúl.

Y así la mujer derramó el vaso...

— ¿Madre? ¿Ahora eres mi jodida madre?

—....

Raúl se había enojado. No estaba para las pelotudeces de Mónica.
Ya había soportado aquellas malas cosas en el día, el que ella estuviese en casa solo para joderlo no lo iba a aceptar.

— Nunca me cuidaste y ahora te nombras mi madre. Que ridícula.

— No me hables así

— Ah? ¿Que? ¿Quieres que te trate con respeto? Eso es lo último que te mereces.

— Me fastidias Raúl, ¡simplemente cállate y acepta mis órdenes!

— ¡Si tanto me odias nunca me hubieras parido!

— ¡¡Solo lo hice por tu padre!!

— ...

Sin darse cuenta, Raúl dejó caer la primera lágrima de muchas que tenía retenidas, su corazón se había vuelto a romper. Como la odiaba, la odiaba tanto, odiaba que ella arruinará todo y peor aún, que no se sienta culpable de nada.
Raúl se encaminó a la puerta de salida pero no se fue sin antes darle la muestra de poco afecto que le tenía a la mujer.

— Pudrete

El moreno salió de casa corriendo, sabía perfectamente a dónde dirigirse, la casa de su mejor amigo siempre sería la mejor opción.

Por su lado Mónica simplemente siguió revisando aquellos papeles importantes, que si Raúl se hubiera tomando el tiempo de verlos se daría cuenta que lo que acaba de ocurrir no es tan malo como lo que le esperaba.

....

Tras pocos minutos de correr, Raúl llegó a casa de su mejor amigo, antes de llamar a la puerta desicidio escribirle para que fuera el quien le atendiera y no Luzu o la señora Doblas.
No quería que le vieran aquella forma tan patética.

— Ruben, ¿estás?

Claro que si, dime ¿que ocurre?—

— Estoy afuera de tu casa, ven a abrirme.

Ni un minuto paso cuando Ruben abrió la puerta de su casa y vio a Raul con su cabeza agachada lo cual le preocupó mucho, se acercó a él y tomó su rostro entre sus manos, pudo verlo al fin, sus mejillas se encontraban rojizas y húmedas, se veía lamentable, no tardo mucho en abrazarlo dándose un poco de confort, paso su mano por los cabellos del moreno acariciando su cabeza tratando de tranquilizar un poco aquel sollozo tan quedo.
No sabía lo que había ocurrido, de seguro Raúl le contaría pero depues de tranquilizarse.

En unos minutos ambos chicos subieron a la habitación de rubio solamente cerrando la puerta. Raul se sentó sobre la cama y el rubio de agacho frente a él volviendo a tomar su rostro entre sus manos y limpiando los rastros de las lágrimas que caían y no paraban.

Estaba preocupado por su amigo pero no quería presionarlo para que le contase.

Aunque después de unos minutos, la voz de Raúl se hizo presente.

— Fue Mónica.

My Soulmate | LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora