-¿A ti nunca te han dicho que es de mala educación espiar Jonhson? - Le digo mientras apoyó mis dos manos en el marco de la ventana.
- ¿Y a ti nunca te han dicho lo refunfuñona que te pones? -Dijo retándome deade el otro lado de la ventana. -Me has dejado tirado, pensé que me esperarías para ir juntos a casa.
- He comprobado que para empezar bien el día lo mejor es mantenerme de ti lo más alejada posible. -Sean sonríe con superioridad.
-Pues lo tienes difícil, soy tu vecino, vamos al mismo instituto y nuestros padres se llevan bien. - Iba a interrumpirle cuando decidió seguir con nuestra absurda conversación. - También estoy bueno. -Y me guiño un ojo.
-No te lo creas tanto. -Comenzaba a odiarle.
-Acabarás en mi cama y lo sabes. -Ahí llegó la gota que colmo el vaso. Le saqué mi dedo corazón, y cerré la ventana. Sólo le ví su maldita sonrisa cínica para encontrarme con la de Rita.
-Vamos que se va a enfriar la comida cielo. -Me regaño dulcemente como sólo ella sabe, asentí con una sonrisa y bajé hacía abajo.
[...]
A las doce de la noche, al fin, había acabado de estudiar los tres temas de literatura, estaba horriblemente cansada. Oí la puerta principal de los vecinos abrirse, supuse que irían a tirar la basura, por lo cual no di mucha importancia y comencé a guardar mis libros en la cartera. Cuando terminé, me tiré en la cama dispuesta a dormir pero unos golpecitos en mi ventana me mantenían en vela.
Me incorporé y vi que el sonido lo producía unas piedrecitas rebotando en mi ventana. Quién será el imbécil que hace esto a las doce de la noche, dije para mi misma mientras me dirijí a la ventana y la abrí observando al culpable.
-¿Se puede saber que haces imbécil? -Le dije bajito a Sean para que mis padres no pudieran oírme.
Maldije por la bajo en cuanto una de las piedrecitas rebotó en mi frente.
-Lo siento. -Dijo él aguantándose la risa.- Baja.
-¿Qué dices? No pienso bajar a estas horas y menos contigo. -Dije mientras me frotaba la zona dolorida.
-¡Oh vamos!- Dice replicando- Si no bajas te reventaré a pedradas todos los cristales de la casa. -Dijo él amenazando.
-Si mis padres me ven a estas horas ahí abajo y con un chico me matan, literalmente.
-Exagerada, además te entendí que no querías obedecer más sus normas. -dijo mientras jugaba con una piedrecita que se hallaba entre sus manos. Negué con la cabeza. -Pija...
-No soy pija, sólo tengo una idea diferente de lo que es lo primordial. Y para mi lo primordial es mantenerme con vida. -Sí, lo sé, soy muy exagerada.
-Baja o le digo a tus padres que te he follado hasta el amanecer y conociéndolos me van ha creer a mí. -Me sonrojé por la manera tan vulgar en la que hablaba. Pero sabía que él no tendría pelos en la lengua en decirlo y que mis padres le creerían.
-Cállate que ya bajo. -Y cerré la ventana, cogí unas llaves de casa y una chaqueta.
Bajé con el mayor sigilo que pude y me adentre en mi jardín trasero donde se encontraba Sean.
-Por fin bajas Pija. -Dijo el sonriendo victorioso.
- Uno; no me llames así y dos; ¿Qué quieres? Tengo prisa.
- Mañana tenía pensado salir por la noche y quería que me acompañases.
-Mañana, es martes. -aclaré- hay escuela al día siguiente y no pienso ir contigo a ninguna parte.
-Vamos Pija, sólo tengo que ir un rato a un sitio, tengo que arreglar unos asuntos. -Este chico empezaba a colmarme la paciencia. ¿Asuntos? Dios, parece un mafioso. Lo mismo es un asesino...
-Como vuelvas a llamarme Pija... -levanté mi mano indicando que iba a darle una bofetada.
-¿Qué? -Y me agarró la muñeca fuertemente pero sin llegar a dolerme. Se acercó a mí y yo di un paso atrás, volvió ha hacerlo hasta que acabó acorralándome contra la pared de mi casa. -¿Pero qué eh?
No paraba de dirigir mi mirada de mis ojos a mis labios. Se acercó muy lentamente a mí, lo suficiente como para sentir su aliento mentolado y que se me helara la sangre. Fuí cerrando los ojos lentamente esperando que me besará.
Le sentí separarse y reírse mientras me miraba.
- ¿De verdad creías que te iba a besar? Pija, te creía un poco más lista. Es divertido jugar contigo. -Dijo cínico lo cuál hirió lo más profundo de mí.
-Que te den. -Dije hecha una furia para dirigirme a la puerta.
-¡Bonito pijama! -Dijo gritando mientras cerraba la puerta tras de mí. Miré mi pijama y me morí de vergüenza.
Maldito idiota, mi pijama con ovejitas tiene más inteligencia que tú.
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Hola baes;
Espero que les guste el capítulo.
No quiero lectoras fantasma por favor.
5 votos y seguimos.
Att: Alba.
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Mi vecino de enfrente
Romance-Prométeme que volveré a verte. -Le suplico ahogada en lágrimas. -Lo prometo. ___________ Soy Anastasia Reid, pero si me caes bien me puedes llamar Ana, tengo diecisiete años y vivo atrapada por las normas. No es mi mejor presentación pero...