Tengo a Sean en la puerta, esperándome para "estudiar".
Ya me he despedido de mis padres y de Dylan, el cuál, por motivos desconocidos, hoy, siendo sábado. Estaba en casa.
-Hola. -Oigo decir a Sean detrás de mí mientras cierro la puerta.
Me giro y tiene esa estúpida sonrisa de triunfador.
-Hola.
-¿Lista? -Dice y observó como dirige la mirada a una moto negra.
-Es una broma ¿no? -Estoy alucinando, está loco si piensa que voy a subirme en eso.
- No lo es, querías saber el por qué de mis golpes en la cara y a eso vamos.
-No me digas, ¿te caíste de la moto? Vale, estupendo, me vuelvo a mi casa. -Digo volteándome dispuesta a entrar en casa hasta que siento que me agarran de la muñeca y tiran de mí.
-Vamos, sube por favor. -Me suplica, y me encanta cuando aparece este Sean amable y educado. Estoy dispuesta a conocer todas sus facetas pero no ha subirme en una moto.
-Lo siento pero no voy a subir, te dije que le tengo demasiado aprecio a mi vida.
-Bien, entonces le contaré a tu madre lo poco que has tardado en abrirte de piernas para mí. -Dice y se monta en ella. Otra vez no, eso no vale, siempre acude al chantaje. Me asusta lo rápido que cambia su carácter.
Suspiro pesadamente y encuentro el valor para subirme en ella.
No le veo pero sé que de nuevo, tiene su sonrisa egocéntrica ocupándole toda la cara.
-Agárrate fuerte Pija. -Dice él y le abrazo por la cintura y apoyo mi cabeza en su espalda.
Ahogo un grito cuando arranca y coje velocidad.
Le estrecho más fuerte y aprieto los ojos fuertemente.
No quiero morir.
El viaje se me hace eterno y no me doy cuenta de que hemos parado hasta que me avisa.
-Sé que estoy muy bueno pero será mejor que me sueltes. -Dice riendo levemente.
Le dejo libre y abro los ojos para encontrarnos parados en frente de un antro. Tiene un cartel con luces neón, algunas de las bombillas están fundidas.
Me apresura para que entremos dentro. Y en cuanto pasamos por la puerta un horrible olor a humo y humanidad inunda mis fosas nasales.
-¿Pero qué...? -Iba a preguntarle que narices hacíamos aquí pero no me dejo terminar.
-Boxeo. -Dice sin darle importancia y su vista sigue en el frente.
-Ah, muy bien -digo irónica- ¿Em un antro de borrachos? ¿Me tomas el pelo? ¿Por qué? -Digo y tengo que levantar la voz para que pueda oírme.
-Te lo diré brevemente. -avisó- antes de venir al barrio este de pijos dónde tu vives -me recordó- he pasado muchísimas mierdas y acabe aquí intentando conseguir dinero.
-Y si ya tienes el dinero, ¿por qué sigues? -pregunto.
-Porque se ha vuelto una pasión. -Y recuerdo cuando descubrió que yo amaba la fotografía. Al final no somos tan diferentes, su madre le obliga a estudiar arte dramático y a mí derecho.
No puedo llegar a decir nada porque se acerca un chico un poco mayor que nosotros. Me tenso un poco pero me calmo cuando se saludan entre ellos con unas palmadas en la espalda.
-Este es Kevin. -Me lo presenta. -Estará contigo mientras estoy en el ring. -¿Va a combatir? Me alarmo.
-¿Qué? ¿Vas a luchar? Llévame a casa Sean. -Le ordenó seriamente.
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Mi vecino de enfrente
Romance-Prométeme que volveré a verte. -Le suplico ahogada en lágrimas. -Lo prometo. ___________ Soy Anastasia Reid, pero si me caes bien me puedes llamar Ana, tengo diecisiete años y vivo atrapada por las normas. No es mi mejor presentación pero...