CAP.7

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MARATÓN 1/3

Jueves y segunda hora de clases. Educación física. Con mi querido profesor Michael Worthy, notese la ironía.

[...]

-No puedo más Eva. -Digo fatigada mientras intento seguir corriendo.

-Ni yo. -Dice ella, tiene la cara roja.

Paramos y apoyamos las manos en las rodillas en un intento, nulo, de recuperar energía. Siento que se me va a salir el corazón del pecho y que en algún momento dejaré de respirar.

- ¡Reid y Smith! ¿¡He dicho en algún momento que paréis!? -Las dos nos ponemos rectas ante la llamada de atención de el señor Worthy, o mejor dicho, el grito de atención.- ¡Dije que cincuenta vueltas y quiero cincuenta vueltas!

Las dos nos ponemos en marcha de nuevo bufando y protestando claramente. ¿Este señor quiere matarnos?

-Sólo llevamos quince, definitivamente vamos a morir. -Dice Eva intentando no perder el ritmo.

-¡Mover el culo panda de nenazas! -Grita a toda la clase.

El señor Worthy no sólo da clase de gimnasia. También se encarga del equipo de baloncesto. Falta un integrante en el equipo este año. Marc es el capitán y por si se me había olvidado mencionarlo, también es el hijo de Worthy. Y como tal todo el mundo diría que tiene enchufe y todo eso, pero la verdad es que al que más exige del todo el equipo es a Marc. El señor Worthy tiene muchísimo carácter, pero creo que en el fondo es buena persona.

-¡El próximo día haréis ochenta vueltas mocosos! -Grita, lo retiro, no hay nada de bondad en él.

Y se me para el corazón cuando veo salir de los vestuarios a Sean Jonhson. No he sabido nada de él, desde ayer por la noche cuando insistía en que le acompañará vete tu a saber donde. Esta mañana cuando salí de casa le estuve esperando pero no aparecía así que me fuí.

Se me olvida por un momento respirar cuando veo con claridad su cara. Le han golpeado. Tiene el ojo morado e hinchado, un corte en el pómulo y otro en el labio.

Se acerca al señor Worthy y le dice algo que no puedo llegar a oír. Worthy solo asiente y Sean se pone a correr junto a Marc y Alex.

También me asombro al ver que lleva el uniforme del equipo de baloncesto. Y compruebo escuchando los murmullos de las chicas que el hueco que faltaba en el equipo ya lo ha ocupado él.

Lo cuál significa verlo otra hora más al día. Dado que vengo, junto a Eva dos días a la semana a ver a Marc entrenar.

Pero en estos instantes,  por razones que no conozco, estoy más preocupada por Sean. ¿Estará bien? No, bien no puede estar, ese corte en el pómulo tiene que doler.

Me resisto a seguir mirándolo, no quiero que me pille y que se le suba más el ego.

¿Eso se lo hizo anoche? No puedo evitar sentirme algo culpable, quizás si hubiera ido con él, no hubiera pasado nada. ¿Pero qué digo? Si llego ir con él, le zurran a él y me zurran a mí, así que en cierta manera me alegro de no haber ido.

Sé que Eva está hablándome, pero decido seguir pasando de ella y le hecho un vistazo rápido de nuevo al rostro demacrado de Sean. El problema llega cuando sus ojos se encuentran con los míos y sonríe egocéntrico. Echo mi vista al frente de nuevo, sonrojada porque me ha pillado mirándolo.  No puedo ser más idiota. Decido disimular y hablar con Eva.

- Ana, ¿me escuchas o sigues observando a Sean con ojos de enamorada? -Dice mi amiga.

-¿Qué? No le miro con ojos de enamorada. -Le ladro.

Mi vecino de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora