CAPÍTULO 2: Hasta pronto,Chuuya.

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Varios meses pasaron desde que Chuuya había ingresado al orfanato y como era de esperar durante ese transcurso varios de los niños habían sido adoptados por personas que les brindarían todo el cariño que merecían, otros seguían a la espera de conseguir ese amor tan anhelado y el de ojos azules no era una excepción.

-Oye, Dazai. -Hablo a su acompañante con una voz un poco triste.

-¿Qué pasa enano? -Espero que el menor se enojara por llamarlo de esa manera, pero no dijo nada y eso lo preocupó más. - ¿Estas bien?

-Yo estaba pensando. -Hizo una pequeña pausa. - ¿Qué pasara si nadie me adopta? ¿Me quedaré solo el resto de mi vida? - Sus ojos comenzaban a ponerse acuosos, advirtiendo la salida de posibles lágrimas.

-Chuuya... - Se percató de lo que estaba pasando e inmediatamente lo abrazo con fuerza. - Nunca estarás solo, te juro que siempre estaré a tu lado.

-¿Qué tal si te aburres de mí? - No pudo contener más las lágrimas. - Mi padre se hartó de mí y por eso me dejó aquí, dijo que no seguiría cuidando a un mocoso tan inútil como yo. - Expresaba entre sollozos.

-¡Tu padre es un completo idiota! ¿Cómo puede dejar a un niño tan maravilloso como tú? - Trataba de animarlo de la mejor manera posible. - Estoy seguro de que aparecerá una buena familia que te adoptará y brindará mucho cariño, hasta que eso pase seguiré a tu lado.

-¿Lo prometes? - Puso su dedito meñique en señal para hacer un juramento.

-Lo prometo. - Junto su dedo con el contrario para así sellar aquella promesa que cumpliría.


Mientras hablaban a Dazai se le ocurrió una brillante idea y no dudo ni en segundo en llevarla a cabo. Fue corriendo al cuarto de costura y buscando entre los estantes y cajones encontró varias telas e hilos, tras varios minutos finalmente consiguió lo que quería, lo tomó y regreso corriendo a la habitación que compartía con Chuuya.

-¿Por qué saliste corriendo tan de repente? -Preguntó algo confundido.

-Quería conseguir esto. -El castaño le mostró su mano en la cual sostenía un pequeño pedazo de estambre rojo intenso.

-¿Qué planeas hacer con eso? - Sinceramente no lograba entender la mente del otro.

-¡Ya verás! Por favor, dame tu mano.

El más pequeño aún se encontraba perdido, pero la curiosidad lo invadía así que tras unos segundos accedió a la petición y estiró su mano. Con mucha delicadeza Dazai tomo un extremo de aquel hilo tratando de no romperlo y con cuidado lo paso alrededor del meñique de Chuuya, cada movimiento era tan suave como si se tratara de limpiar una copa de cristal fino que con el más mínimo roce sería capaz de quebrarse. El de ojos celestes solo observaba en silencio y tras unos minutos observo que un pequeño nudo en su dedo.

¬-¡Está listo! -Expresó emocionado Dazai mientras observaba aquel lazo.

-¿Qué significa esto?

-¿Recuerdas la maravillosa historia que nos contó Oda sobre el hilo rojo? -Hizo una pequeña pausa para ver fijamente a los ojos de su compañero- Cada persona tiene un lazo con otra y es su destino encontrarse. Nosotros ya nos encontramos y esta es nuestra unión. -Alzó su mano solo para mostrar que en su meñique estaba atado el otro extremo del hilo. - Ya te lo he dicho, no importa que tanto pase... yo jamás te dejare.

Al escuchar aquellas palabras tan conmovedoras Chuuya no se pudo contener más y las lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas. En todo el tiempo que llevaba viviendo siempre lo habían tratado de forma cruel y constantemente lo humillaban, encontrar a alguien que lo quería por su forma de ser y juraba estar siempre a su lado era la mejor cosa que le podría suceder. Dejó su vergüenza de lado y le dio un fuerte abrazo al otro, tan fuerte que hasta dificultaba respirar.

El hilo rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora