VIII

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Se sentía observado. Cuando se dirigía a la oficina, pudo sentir que alguien lo seguía. Y cuando regresaba a su departamento también. Y se pudo haber evitado todo eso, si él hubiera podido disimular un poco mejor sus reacciones.

Ayer en el café, cuando Hiro llegó para ver a su tía y primos, se encontró con sus amigos esperándo para interrogarlo.

GoGo permanecía imperturbable mientras que Fred parecía nervioso. Hiro no sabía lo que le esperaba.

-Hola, Hiro.

Sus amigos lo saludaron. Dudoso, se acercó a ellos.

-Hola, chicos -habló lento y dudoso mientras tomaba asiento junto a ellos-. ¿Qué sucede?

-Nada -respondió GoGo mostrándose indiferente.

-¿Bien...? -mostró desconfianza en su expresión.

-En realidad... -tomó Freddy la palabra-, tenemos que hablar.

Hiro estaba nervioso.

-Si es sobre lo que pasó ayer, déjame decir...

-Nada de excusas, chico -interrumpió GoGo-. No tienes nada que te pueda ayudar.

-Hiro -llamó Fred-. Me dejaste en Muirahara mientras balbuceabas cosas sin sentido.

-Chicos... yo... eh... tenía cosas que hacer y lo había olvidado.

-No estamos enojados contigo, solo estamos preocupados -dijo Honey-. Estas muy distraído últimamente. Algo extraño.

-No estoy extraño.

-Sí, lo estás -contradijo Wasabi-. Lo estas desde tu visita a la clínica.

-Yo pienso que actuas raro desde antes -agregó GoGo-. Más específicamente, desde que comenzó a impartir clases en la universidad.

-Creo que GoGo tiene razón. Has estado un poco... fuera de si -dijo Honey.

-Chicos, no exageren -hablo en un tono relajado-. Estoy bien, nada me pasa.

Trató de calmar a sus amigos. Entre las idas y venidas de los meseros del café, Miguel atendía una mesa cercana a donde se encontraban Hiro y sus amigos. Miguel, al darse cuenta de la presencia de Hiro, lo saludó con un gesto de una de sus manos y con una linda sonrisa. Y como si de un hechizo se tratara, las expresiones de Hiro cambiaron radicalmente. Una boba sonrisa apareció en sus labios segundos después de haber devuelto el saludo tímidamente. Dejo escapar un suspiro, llamando la atención de sus amigos.

-Hiro -llamó Honey.

-¿Ahora que le pasa? -pregunto Wasabi.

-Parece estar en trance -dijo Fred mientras picaba una de las mejillas de Hiro con una pajilla para ver si reaccionaba.

-Sí, pero, ¿por qué sonríe? ¿Y a quién saludó? -cuestionó GoGo.

Todos miraron en dirección hacia donde Hiro, segundos atrás, había saludado, pero no se encontraron a nadie, solo a un par de clientes.

-Bueno, no tenemos otra opción -GoGo le dio una bofetada un poco fuerte a Hiro con el dorso de su mano-. Reacciona.

-Auch -se quejó Hiro tallando el área lastimaba de su rostro.

-GoGo -reprendió Honey.

-¿Qué? Funcionó.

-¿Por qué? -preguntó Hiro a GoGo.

-Te habías ido -respondió vagamente Fred-. No reaccionabas.

-Ves. A eso nos referimos -comentó el chico de rastas-. Pareciera que, por unos instantes, tu cerebro se pagará.

Detrás Del Gran AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora