Detrás Del Gran Alfa

II

Las clases fueron interesantes. Miguel sentía que podía aprender mucho más de lo que pensaba, pero eso no era lo único interesante. Su nuevo amigo también lo era. Después de la primera clase, Miguel no dudó en presentarse ante aquel chico que se había sentado a su lado, ¿Quién diría que ese chico sería tan amigable? Pues nadie. Ambos ya caminaban para dirigirse a la cafetería y almorzar juntos.

―Así que eres extranjero... ¡eso es fantástico!

―Pues... no se si es fantástico ―dijo el latino.

―Lo es, vienes de un lugar con una increíble cultura ―exclamó el chico de largos cabellos―. Miguel, tienes que contarme sobre tu país.

―Más despacio, Kubo ―dijo Miguel.

―Lo siento ―se disculpó tímido―. Pero, Miguel, hay algo que quiero saber.

―¿Qué es?

―Bueno, yo quería saber a que clase perteneces, ya sabes, a ese tipo de "clase" ―dijo muy nervioso.

―¿A qué clase? Bueno, soy pobre, pero de familia numerosa ―respondió el latino, regalándole una hermosa sonrisa a su acompañante, quien no pudo evitar soltar una dulce risa.

―Eres gracioso, Miguel, pero yo me refería a... hablaba sobre los... los Betas, Alfas y demás.

―Oh, ya veo. Entonces debo responder que soy Alfa.

―Lo sabía, después de todo, pareces uno.

Miguel se sorprendió, no creía que alguien dedujera que era Alfa, y con ese pensamiento se hacia menos. Kubo termino por confesarle que era un Omega, cosa que a Miguel lo tomo por sorpresa, para él, el chico podría ser un Beta, pero no había pensado en que era un Omega. Y la conversación termino cuando Miguel dijo "eres un Omega muy lindo", ese había sido un pequeño error, pues causo un gran revuelo en el subconsciente de Kubo, quien termino por dar la excusa de que necesitaba ir al baño, y así escapo de una situación que le había puesto avergonzado; un Alfa muy apuesto y además exótico le había dicho que era lindo. Miguel, por su parte, tenia hambre. Quería almorzar y continuar con el resto de las clases, porque no podía esperar por poder acostarse en su cama y después hacer algo productivo. La comida de la cafetería no se veía para nada mal, excepto por la carne misteriosa, esa cosa le daba mala espina. Busco con la mirada un lugar disponible, y lo encontró. Esperaría pacientemente a Kubo, pero su hambre era más y no pudo evitar comenzar a comer sin Kubo. Estaba a pocos centímetros de probar su sándwich cuando su olfato fue golpeado por un aroma, por ese mismo aroma que había sentido antes. Le parecía placentero y relajante, -algo así como oler el suavitel en la ropa- y con la mirada se encargó de encontrar al responsable de aquel aroma, pero su búsqueda se interrumpió a causa de un alboroto hecho por algunos omegas que habían rodeado a quien parecía ser un Alfa.

"Pobre alma en desgracia",pensó Miguel.

Kubo ya estaba tardan demasiado en el baño, y Miguel comenzaba a preocuparse, pero tenía que ser paciente. Kubo no se sentía muy dispuesto a ver el rostro de Miguel, no ahora que sus sentimientos de Omega lo traicionan. Estando parado frente al espejo, Kubo se repetía una y otra vez que debía controlarse, sentía su cara arder y la única solución que se le ocurría era mojar su rostro y tranquilizar su respiración. Terminó por tranquilizarse y volver a la cafetería.

—Lamento la tardanza —dijo Kubo, sentándose a un lado de Miguel.

—No tienes que disculparte —aclaró Miguel dedicándole una gentil sonrisa a Kubo—. Ahora come.

Y ahí iba de nuevo, esa sonrisa que alteraba los sentidos de Kubo, él nunca había odiado lo que era, pero ahora era otra historia. Se sentía mal, Kubo se sentía terriblemente mal, su lado Omega era lo que se sentía tan atraído por Miguel. Y era simple, Kubo era bisexual, y era que habían personas que sin importar ser Alfas, Betas, Omegas o Neutros, estos tenían sus preferencias sexuales, básicamente seguía siendo lo mismo que antes. Su cabeza era un desastre, y seguiría siéndolo de no ser por el hecho de que recordó algunos mantras para recuperar su paz mental.