La especie humana sufre grandes bajas en su población, pero lo que se avecinaba nadie lo podía esperar. La humanidad evoluciona adaptándose a los nuevos tiempos. Pero los cambios no son aceptados completamente en todos lados. Los humanos han obtenid...
Estaba acostado en el piso de madera del interior del santuario, su celular se encontraba a uno de sus costados. Rodó de un lado al otro al no saber que hacer. Quería ir al cine, pero... su abuelo no lo dejaría... y otro "pero" era que, su abuelo no estaba. Solo estaban algunas doncellas, y aquí estaba el tercer "pero": El santuario estaba resguardado por "guardias de seguridad" -aunque en realidad eran miembros de la mafia japonesa que trabajaban para Raiden- y tenían ordenes estrictas de no permitir que Kubo abandonara el santuario.
-¡No es justo! -exclamó Kubo, molesto-. ¡Ya no soy un niño! ¡Debe dejar de tratarme de esa manera! -estaba molesto, su abuelo, antes de irse, le había negado la salida a cualquier lugar-. Puedo cuidarme... solo -su voz se apagaba lentamente, una idea había surgido-. Ya vera que ya no soy un niño.
Tomó su celular. Le diría a Leonardo que sí podía ir al cine.
Esos pocos minutos fueron realmente placenteros para Kubo, no solía hablar fuera de la universidad con muchas personas, ni siquiera con Miguel. Minutos más tarde, un mensaje con la hora y el lugar de encuentro llegó a Kubo de parte de Leo.
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Corrió a su habitación, tenía que llegar al cine a las 12. Buscaría algo que ponerse para la ocasión y tomaría una ducha. En Japón, lo normal es tomar una sola ducha una vez al día en la noche, esa era una costumbre que Kubo aún mantenía apenas había llegado a San Fransokyo. Cuando llegó a la ciudad, vio muy extraño el hecho de que su abuelo le pidiera que tomara un baño también por las mañanas de vez en cuando. Ese día era una de esas ocaciones en las que tomaría más de una ducha. Se vería con Leo a la una de la tarde y nada se lo impediría.
Cuando estuvo listo, salió con mucho sigilo de su habitación. Se aseguró de que ninguna doncella lo descubriese. Y ahora el problema era burlar a los tipos que rodeaban el perímetro del lugar. Por suerte, el haber huido durante años, le había enseñado como escapar de situaciones así.
Logró salir del bosque Muirahara sin ningún problema. Tomó un autobús y avisó a Leo que ya estaba en camino. Se encontró con él frente al cine. El Moreno estaba acompañado por algunos de sus amigos.