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Un par de días pasaron desde que Jimin había tenido aquel encuentro con el pelinegro fuera de la universidad. Luego de aquella conversación el peso que sentía había desaparecido en el momento que aceptó aquel trato.

Se sentía bien con aquella decisión.

Al menos en aquel momento fue así, sin embargo, en su cabeza aún rondaba la opción de dejar todo como al principio y olvidarse de que alguna vez haya cruzado palabras con Jeon, el temor aún estaba presente.

Ese día en cuanto salió de sus clases, llamó a Jin para que fuera a su casa en cuanto pudiera. Quería contarle lo que había sucedido con el pelinegro aquella mañana, necesitaba su opinión o al menos saber que hizo o estaba por hacer algo bien.

Jin tardó poco tiempo en llegar a su hogar, quería saber todo con lujo y detalles. Le contó absolutamente todo sin omitir nada, su amigo había quedado sorprendido pero al mismo tiempo contento con lo ocurrido, Jimin al fin viviría como se merecía hacerlo.

Sin problemas y sin necesidad de trabajar en el burdel como lo hacia, pero en cuanto sugirió que debía dejar el puesto de mesero en el burdel, Jimin se negó, el no dejaría de trabajar solo por qué Jungkook tuviera dinero.

El quería seguir siendo independiente, trabajar y ganar su propio dinero con su propio esfuerzo, no dependería de Jungkook para vivir, nunca lo haría.

Quizás si podría buscar otra opción de trabajo pero no dejaría que Jeon costera sus cosas.

Volviendo al tiempo actual se encontraba en camino hacia la empresa del pelinegro. Lo había llamado la noche anterior, pidiéndole que fuera hasta su oficina por qué tenían algunas cosas de que hablar.

Jimin no se negó, quería que todas las dudas que tenía fueran esfumadas de una vez por todas.

Fue en bus, con el temor de perderse al no conocer nada de aquella parte de la ciudad. El viaje duraba aproximadamente media hora, el tiempo suficiente para comer un sandwich de jamón y queso para pasar la mañana, no tuvo el suficiente tiempo para desayunar.

Bajó del bus cuando este lo dejó unas calles antes del edificio que le  pertenecía a Jungkook, respirar un o poco de aire fresco le vendría bien.

Observó tiendas que a su alrededor había, parecían estar repletas de ropa fina y costosa, nunca le había importado mucho la ropa, pero no negaría que le gustaría poder comprar alguno de esos hermosos y finos conjuntos, como los que tenía Seulgi en el burdel.

Esa fué una de las razones por las que había aceptado trabajar en el burdel, aparte de que ganaba lo necesario para mantener a los pequeños, amaba vestir de aquella forma, que sus atuendos fueran lindos, delicados y elegantes al mismo tiempo.

Unos minutos después de caminar y recorrer con la mirada las diferentes tiendas, encontró el gran edificio del cual el pelinegro era dueño, sorprendido por el diseño caminó hacia este sin despegar la mirada del cristal, si desde afuera se veía costoso no quería imaginar cómo sería por dentro.

Tomó algo de valor y se adentro al lugar, todo lo que veía era demasiado delicado y costoso.

Aún estando sorprendido se dirigió hacia recepción donde yacía una joven sentada detrás del escritorio.

—Buenos días joven!—Saluda la recepcionista con una amable sonrisa—¿En que puedo ayudarlo?.

Jimin se acercó unos pasos más para responder.

—Hola!—Sonrió tímido—Soy Jimin, y... vine a ver al señor Jeon Jungkook—Respondió ignorando el temblor en su piernas.

La mujer asintió y tomó el teléfono llamando a su jefe, una breve conversación fue la que tuvo antes de indicarle al rubio por dónde debía dirigirse.

[The Contract ]_KOOKMIN_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora