Los pequeños pies de Diana recorrían la casa de los Hargreeves de arriba abajo buscando dónde diablos se había metido Ben.
Después de la misión todos habían ido con mamá que había decidido darles algo de comer pero Ben había desaparecido, no estaba con el resto por lo que decidió buscarlo por su cuenta.
Su padre no estaba y al menos de ese modo podían disfrutar de algo rico para variar, no le gustaba que Ben se perdiera esas cosas.
Recorrió cada habitación, principalmente la de él, las escaleras, la sala, el comedor, pero no estaba... hasta que pensó en el único lugar restante.
Se acercó a la puerta temerosa, colocó su oído sobre esta y luego tocó dos veces con suavidad para no molestarlo.
— ¿Ben? —lo llamó la pequeña de diez años.
— ¿Qué pasa, Diana? —respondió algo decaído.
— ¿Estás bien? —hizo una pausa antes de continuar— Mamá hizo unos sándwiches maravillosos y dijo que nos daría chocolate caliente aunque Five planeaba robar algo de café.
— No tengo hambre. —contestó con simpleza el niño desde dentro del baño.
— Pero amas el chocolate caliente. —replicó sin darse por vencida.
No se iría de ahí sin Ben.
— No me siento bien, deberías ir tú, también amas el chocolate caliente, además tienes mucho frío desde hace un rato.
Decidió abrir la puerta a sabiendas de que Ben no estaba en el retrete en realidad.
Lo encontró dentro de la tina, sentado con las piernas pegadas al pecho, los brazos apoyadas en las rodillas y el rostro hundido en el hueco que quedaba.
— Ben. —dijo como una disculpa acercándose, no sin antes cerrar la puerta.
Se colocó frente a él pero no levantó la vista.
— Vete.
—No te voy a dejar.
La ojiazul se adentró a la bañera vacía, y se colocó en la misma posición del pelinegro solo que no dejó de mirarlo.
— ¿Que quieres? —preguntó sintiéndose abrumado.
A Ben no le gustaba tratarla mal, detestaba verla triste, asustada o molesta por algo y por sobre todas las cosas no podía soportar verla llorar. Pero justo ahora él no tenía ánimos para nada, no podía evitar ser frío e indiferente.
— Solo quería estar contigo. —respondió sintiéndose algo rechazada— No me gusta que estés solo. No tienes porqué estarlo si me tienes a mí.
Estaba siendo totalmente honesta, ese era su plan: estar para él siempre.
— ¿Por qué me quieres tanto? —le cuesrionó confundido y angustiado— Destruyo todo lo que toco.
Aquellas palabras hicieron eco en en ambas mentes.
Se quedaron unos segundos en silencio, entonces el pequeño sintió un toqué en su mano.
Diana lo había tocado con un solo dedo, no porque tuviera miedo sino porque le pareció algo gracioso y que tal vez podía hacerlo sonreír, en cambio, Ben lo tomó diferente, pensaba que lo había hecho así como un desafío a su propia naturaleza, como si a Diana no le importara en absoluto el tener contacto con él incluso cuando él se sentía como un monstruo.Ben deslizó su mano hasta tomar la de ella, se quedó así un momento, solo observando sus manos juntas. Aquello para cualquiera parecería ridículo pero para ellos lo era todo.
Su mano tenía sangre, al igual que todo su cuerpo y su uniforme. A Diana no le importaba en absoluto, él era un héroe y a veces tendría que hacer cosas que parecieran malas por el bien común.
— ¿Puedo abrazarte? —le preguntó la pequeña uniformada con esa dulce voz que la caracterizaba.
Ben se observó a sí mismo, cubierto de sangre.
— Estoy sucio.
— No importa que tan sucio puedas estar por fuera, sé que siempre serás el más puro de todos los seres, como el héroe del cuento que nos cuenta mamá. —replicó sonriente.
— ¿Crees que siempre lo sea?
La pequeña se puso de rodillas acercándose hasta quedar muy cerca de él, se giró para darle la espalda y se abrió paso para acomodarse de manera que él cuerpo de Ben la cubriera. Tomó sus manos y las unió con las suyas rodeándose a sí misma.
— Sí, lo creo.
Las manos de Diana seguían heladas por el frío clima del invierno, al igual que casi todo su cuerpo, pero su frío había disminuido y había dejado de temblar.
— ¿Tienes frío aún? —preguntó el pelinegro con un deje de preocupación.
— No, ya no. Y no te preocupes por la sangre, puedo ayudarte a limpiarte después si te molesta. —agregó frotando levemente su cabeza en el pecho del menor con los ojos cerrados.
Tras unos minutos ambos cayeron en los brazos de Morfeo, el cansancio de cada misión los dejaba agotados, sobre todo a ellos dos, sus poderes consumían gran parte de su energía.
Grace buscó a sus dos niños faltantes por la casa hasta que dio con ellos, ambos dentro de la bañera, ambos abrazados, ambos agotados. El señor Hargreeves la siguió hasta ver a sus hijos.
— ¿Quieres que los despierte? —le preguntó Grace.
— No... —negó con la cabeza sin dejar de fruncir el ceño— solo dales una manta, no queremos que mueran de frío aquí dentro.
Grace sonrió. Al final podía darse cuenta de que a él le importaban más sus hijos de lo que quería aparentar.
Fue por un par de mantas y los cubrió procurando mantenerlos calentitos.
Besó la cabeza de cada uno y abandonó el lugar.
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ONE SHOTS ☁︎ Ben Hargreeves
Fanfiction¿Qué pasaría si los hermanos Hargreeves no tuvieran poderes y vivieran en total normalidad? ¿Qué pasaría si Ben Hargreeves jamás hubiera muerto? ¿Qué pasaría si tuvieran días de secundaria normales o si hubieran adoptado a una niña más? Algunos son...