#20 - Bad boys

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— ¡AH! —gimió Esme apretando la espalda del chico que se encontraba entre sus piernas.

Sus quejidos se lograban escuchar entre el silencio de su habitación.

— Si no te movieras así no te dolería tanto. De todas las personas a las que se los he hecho, eres la única que no grita de felicidad.

Un nuevo gemido salió de sus labios.

— JODER. KLAUS. Duele. —se quejó ella una vez más.

— Mierda, está muy caliente. —murmuró Klaus.

— Sólo termina de una vez. —apuró ella.

La razón por la cual estaban así de tensos era porque faltaban solo unos minutos para que Ben llegara a casa de Esme.

Klaus le había rogado a Esme que le permitiera peinarla, no era la primera vez que lo hacía, tenía experiencia, y un gusto diferente al de ella pero igual quería intentar algo nuevo.

Esme no vio su reflejo en todo aquel rato, no sabía si su cabello se había transformado en un nido de pájaros o si era el peinado más hermoso del mundo, pero estaba desesperada por verse e irse con Ben.

Quería hacer esa clásica entrada por las escaleras que veía tanto en las películas de adolescentes, no era aficionada al romance pero desde que Ben comenzó a cortejarla, pudo ver la verdadera razón de su existencia. El romance era como una ciencia que ella estudiaba con Ben, se dejaba llevar por él en cada momento, le gustaba porque la hacía sentir como nadie más, veía lo mejor de ella y la alentaba a cumplir sus metas.

— Bien... estás lista. —afirmó Klaus aplicando el toque final a su cabello.

Ella se levantó de su lugar, temerosa, nerviosa. Se dio media vuelta aún sin verse en el espejo hasta que levantó la vista.

— Mierda.

— ¿No te gustó? —preguntó bastante ofendido.

— No, no, no. No es eso. Klaus, es genial. Es tan... —dejó la oración en el viento un momento antes de que él lo completara.

— Tú. Supuse que no había manera de que usaras algo extravagante como yo.

— Que bueno que estés consciente de ello. —se acercó a él, abrazándolo con cariño— Gracias. En serio.

— Soy como tu hada madrina. —murmuró él correspondiendo el abrazo un momento antes de alejarla y sentarla sobre la cama para que le diera sus zapatillas altas para que se las colocara.

Unos momentos después, un lindo auto aparcó en el frente de su casa, era el auto de Ben. Se terminó de retocar todo, tan nerviosa por el hecho de lucir así.

— Bien. Esme, es hora. Iré abajo, estaré listo con la cámara para tu gran entrada. No olvides sonreír. Y por favor no te caigas... —fue lo último que dijo antes de irse y cerrar la puerta.

La castaña no necesito más tiempo para estar lista, tomó su bolso y adentró su teléfono, un par de mentas y una par de condones que le había regalado Klaus. No estaba segura si debía llevarlos pero quería estar preparada por si pasaba algo más.

Escuchó las voces abajo, su padre, su madre, Klaus discutiendo con su pequeña hermana y finalmente Ben. Entonces salió.

Dio pasos delicados para bajar las escaleras, apoyándose en un brazo, y sí, no había olvidado sonreír.

ONE SHOTS ☁︎ Ben HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora