Mi Fortaleza *Yaoi* [Kyou kara Maou]

XIX. La Primera ola

El Maou evitaba que su mano viajara hasta su cabeza para jalar sus cabellos debido al estrés; su trabajo había aumentado considerablemente en las últimas semanas, y eso no era lo único que provocaba el cansancio extremo en el rey, sino la razón por el repentino aumento de labores, pues aunque naturalmente se emocionó a gran escala cuando se enteró, estaba claro que en ese momento no tenía ni idea de lo que se avecinaba, no es algo por lo que llegue a lamentarse, está conforme con los sucesos que fueron ocurriendo, pero si tan solo no se hubiera amontonado todo, quizás hubiera sido más fácil y menos estresante. 

Tras la formación de la primera alianza, no les extrañó la consiguiente oferta para una nueva alianza de un pueblo más de Dai Shimaron, pues al ver la valentía y la disposición por evitar tener un enfrentamiento con Shin Makoku, más gente decidió hacer lo mismo. Lo sorprendente vino después, al principio solo eran dos alianzas, pero el número comenzó a aumentar radicalmente, teniendo grandes cantidades para formar alianzas. La alegría nació, pero con ello también el miedo; esos resultados solo creaban la ansiedad de Shin Makoku ante una posible situación donde Berard se entere, y no se tiene idea de qué pueda ocurrir. 

Por el momento se puede sentir la tranquilidad siendo percibida tal cual ligeras olas del mar, pero con aquella inquietud totalmente aferrada a su pecho la cual le decía que en cualquier momento la tormenta iniciaría. Yuuri lo sabía claramente y solo esperaba estar preparado para cuando llegue la primera ola con potencia. 

El abundante estrés que lo apabullaba parecía ser insignificante en aquel enorme castillo, pues era él el que se veía notoriamente más afectado, claro que había inseguridad en los demás, pero era un sentimiento que podían manejar, contrario al joven rey de diecinueve años que enfrentaba una amenaza de guerra de un potente reino y que estaba latente, cualquier cosa podría hacer explotar todo, como si cortaras el cable equivocado de una bomba. 

Ese ha sido el problema presente en las últimas semanas, pero, las cosas en el castillo se han ido tranquilizando después de la muerte de Nadir. Nadja estuvo dispuesta a confesar todo, saliendo a relucir el sometimiento por el cual ambos vivían, asegurando también, que si perdía contacto con aquella persona no podía hacer nada en contra, pues con eso le estaría quitando poder, y al estar ella al mando del Maou, sería bastante difícil que la contacte al tener que enfrentarse a la guardia del Maou directamente y afirmó que era un cobarde por controlar personas a su antojo a causas de sus deseos y por lo cual solo era necesario no aceptar a nadie más para evitar el riesgo de que sea un mutante enviado por ese desconocido e inquietante enemigo, ella aseguró que esa era la manera más sencilla y efectiva de evitarlo. También brindó información sobre esa persona, siendo grande la sorpresa al saber que se trataba de un viejo médico encargado de realizar mutaciones las cuales se suponía que habían "desaparecido" alrededor de 200 años atrás, pero él jamás se había detenido, el ardor de una potente molestia naciendo en el pecho de todos cuando contó que había hecho muchos sacrificios y era la única mutante que quedaba, pero que eso no significaba que no lo volvería hacer, y así, se añadió a esa persona como una potencia peligrosa, aun si trabajara indirectamente, pues era él quien prestaba mazokus mutados en "armas" para conflictos sin importar si era a humanos o a mazokus, así que advirtió que pudiera tener un papel importante en caso de que la guerra estalle. 

Aún después de haber confesado y mostrarse dispuesta a estar totalmente del lado del Maou, era de esperarse que la desconfianza en ella se hiciera presente, la cual la colocó tras rejas a pesar de la negación por parte de Yuuri, pero ella lo aceptó, pues estaba dispuesta a mostrar su lealtad a cualquier costo. Ese encarcelamiento solo duró cinco días tras la dura insistencia del rey por ponerla a prueba tal cual pasó con Isabel, y fue tanta la insistencia, que no tuvieron de otra que acatar aquello colocando a decenas de guardias para su vigilancia e inclusive la mismísima Isabel que lo hacía por voluntad. Actualmente continúa siendo vigilada, pero la desconfianza ha ido en descenso conforme las acciones de Nadja demostraban acertar con el compromiso que aceptó sobre ser una fiel subordinada del rey.