XIV. Es hora de hablar

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Las paredes indicaban los años en los que no había sido pintada, las camas crujían apenas las tocabas, y el suelo... a duras penas podría llamarse así.

A pesar de eso, poca era la importancia que se le daba en ese momento. Nadja caminaba angustiada de un lado a otro recordando lo sucesos que ocurrieron hace unas horas.

Se encontraban todos totalmente espantados por la vista que les brindó tras aparecer luego de haberse arrojado del risco, y de no haber sido porque se trataba de ella, más de uno se hubiera desmayado o sufrido de un ataque de pánico. Pero tratándose de la raza demoníaca, no fue algo lo bastante extraordinario para ver de eso un simple sueño. Aquella vista estaba fuera de toda imaginación, pues nadie se imaginaría ver a una linda chica que pareciera haber nacido de un dragón.

Le preocupaba el hecho de que subordinados de alto rango y el mismísimo Maou la haya presenciado de esa forma. El secreto que Nadir aún quería mantener oculto, temiendo por una reacción negativa del rey en cuanto lo descubriera.

Los vagos recuerdos viajaban a ella. Su consiencia se encontraba nublada en ese momento y lo único que podía recordar con claridad, eran todas las palabras que salían de los muy sorprendidos soldados, y a lo lejos, a la chica pálida de ojos brillantes acariciando al animal por el cual había se había lanzado; simplemente no entendía hasta que escuchó las explicaciones por parte de Gwendal, recuerda con claridad aquella palabras, pues fueron esas las que le impactaron al abrirle los ojos y le hizo dar cuenta de la estupidez que había hecho.

En ese momento Gwendal dijo:

- Ahora lo entiendo - comentó tras minutos de total silencio por parte de él, acto que hizo a todos callar y poner atención - Ese animal pertenece al territorio de Shimaron y solo existe aquí. Se caracteriza por ser bastante perezoso y a pesar de tener alas, no las usan porque es cansado para ellos; y algo que les gusta, es disfrutar del aire que reciben en una caída libre, es por eso que sacan sus alas justo antes de tocar el suelo - explica atrayendo miradas confundidas. Un orgulloso mazoku teniendo información sobre un extraño animal perteneciente a un país humano, para nada esperado.

Nadja finalmente había puesto los pies sobre la tierra con el enorme peso de consiencia sobre sus hombros, había hecho algo realmente inecesario pues ese animal no requería de su ayuda. Isabel había ganado un punto a su favor y no tenía idea de cómo había descubierto su debilidad, pero la usó en su contra.

Todos la observaban como si esperaran que Nadja hiciera o dijera algo, pero ella simplemente mantenía su mirada baja mientras lentamente acomodaba sus alas dentro de su espalda, a lo que a muchos les causó escalofríos por el sonido de éstas siendo dobladas y de su piel siendo brutalmente estirada y reacomodada; pero en su rostro no había ninguna expresión de dolor o incomodidad ante el hecho, ella permanecía seria.

Sus uñas - o mejor dicho garras - volvieron a la normalidad, al igual que retomaban el cotidiano color escarlata de sus ojos.

Comenzó a acercarse al caballo que ella y su hermano compartían y dijo algo mientras recargaba una mano sobre él.

- Tenernos que irnos ya - comentó para después montarlo.

Los demás seguían sin entender nada, pero no negaron que tenían que partir ya, o de lo contrario, la noche los inundaría antes de poder llegar a la posada, lugar dónde anteriormente habían pasado la noche cuando iban hacia la reina.

Habían llegado a la posada y Nadir tenía que hacer algo que Nadja no comprendió muy bien, ahora lo estaba esperando en una habitación con los nervios desbordándose sobre ella mientras caminaba de un lado a otro destruyendo aun más el frágil y malogrado suelo.

Mi Fortaleza *Yaoi* [Kyou kara Maou]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora