El silencio incómodo se instauró solamente en Nadja, quien cabalgaba con su hermano al mando, pero éste actuaba como si no tuviera ninguna gota de culpa por lo que está a punto de provocar. Su inmenso orgullo opacaba la deprimente figura de la chica.
Habían partido de la posada a primera hora de la mañana y habían cabalgado por varias horas. Al notar la posición del sol, se podría decir que están alrededor de las tres de la tarde, por lo tanto, la potencia del sol era penetrada a través de la ropa de los mazoku, haciéndoles sentir un inmenso calor, sumando las horas que han estado bajo de éste y restando los escasos ratos que se paraban a descansar. Unos minutos más eran suficientes para llegar a la costa, donde el barco estaba a la espera de ellos. Los nervios de Nadja aumentaban conforme la vista del mar se hacía más grande a sus ojos; sabía que el peligro estaba cada vez más cerca, pero la gran amenaza de su hermano le hacía cerrar la boca. Lo único que podía hacer, era observar el desenlace que estaba por venir.
Soltó un suspiro y dejó caer su cabeza hacia adelante. Sentía sus párpados pesados debido a las horas de sueño perdidas y el largo viaje, pero aun así trataba de mantenerse alerta por la seguridad del rey. Logró entender que nada ganaba con seguir las órdenes de su hermano y si éste pensaba deshacerse de ella, al menos haría lo posible por que las acciones de Nadir no afectaran en gran medida al rey, todo esto sin conseguir un enfrentamiento directo con su hermano; sabía que si hacía algo como proteger al rey delante de los demás, su hermano haría lo mismo, pues tiene que mantener la impresión de ser alguien encargado de su seguridad, así que Nadja tomaría eso a su favor.
A unos pasos de ellos, se encontraba la pareja real montada del hermoso caballo de color oscuro. Se mostraban agotados, pero firmes. El rubio abrazaba con fuerza la cintura del rey y recargaba la cabeza sobre el hombro de éste; no había ni un centímetro de distancia entre ambos cuerpos, y a pesar del calor, éstos se mantenían tan apegados uno del otro. El pelinegro trataba de mantener la compostura mientras cabalgaba, pues el sol no era lo único que le provocaba calor; pero al pasar las horas le fue posible concentrarse, exceptuando las veces que Wolfram soplaba delicadamente sobre la oreja de Yuuri provocando escalofríos en él. Ambos portaban grandes capas de color caqui que les cubrían hasta la cabeza, así que muchas de las acciones de Wolfram pasaban desapercibidos para otros.
Yuuri sintió un gran alivio al ver el mar a unos centímetros delante de él. Por fin podría disfrutar de una cómoda cama que no hubiera huecos en ella, resortes que sobresalen y tampoco podía preocuparse de algún animal que interrumpiera su sueño, pero su alivio solo durará muy poco.
- ¡Descarguen los caballos y suban todo al barco! - se escuchó a lo lejos por parte de uno de los soldados que había llegado primero a la costa.
Ante la orden, varios más se apuraron a acatar, bajando de sus caballos y retirando los objetos de éstos. Pertenencias de los soldados y unos cuantos regalos que se recibió de la reina, fueron organizados para su posterior abordaje.
Yuuri bajó de su caballo junto con Wolfram para finalmente poder estirar todos los músculos de su cuerpo y liberarse de la tortura de estar montando un caballo por horas.
Antes de abordar, observaba por última vez la inmensidad de país delante suyo mientras colocaba las manos sobre su cadera y sonreía satisfecho por lo logrado. Sentía la brisa chocar con sus mejillas junto con el olor característico del mar que se encontraba a espaldas de él. Daba grandes suspiros disfrutando la momentánea tranquilidad, a pesar del ajetreo de los demás.
Decidió que era momento de dejar de holgazanear y ayudar en algo, a pesar de que millones de veces le han dicho que no era necesario, aún así éste se resignaba a seguir aquellas indicaciones.
Trató de dar media vuelta, pero una fuerza brutal le hizo moverse a su lado izquierdo e inevitablemente caer al suelo sobre la caliente arena. Sintió su antebrazo ser rodeado por una mano, cuando buscó de quien se trataba, se topó con Isabel hincada sobre el suelo, quien mantenía un semblante totalmente serio que incluso podría causar temor. Con algo de miedo, lentamente, giró su cabeza hacia su derecha y lo que vió, hizo a su corazón latir desmesuradamente por el pánico y la sorpresa; una bola de fuego cuatro veces más grande que su cabeza, se instauró sobre la arena, y de no haber sido por Isabel, ésta fácilmente hubiera acabado con el rey.
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Mi Fortaleza *Yaoi* [Kyou kara Maou]
FanficGran amenaza de guerra por parte de Dai Shimaron en contra de Shin Makoku. Un amigo de la realeza le consigue al reino de Shin Makoku subordinados, hermanos gemelos, capaces de acabar con multitudes de soldados. Para Yuuri esto es controversial debi...