Thirteen.

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Andra Vogel.

La obra de Navidad había sido todo un éxito, las risas no faltaron en ningún momento gracias a la interpretación de Anne como el niño de la obra y Matthew como el búho, por fin el final había llegado mostrando a la señora Rachel en la despedida.

—Estuviste muy bien, fuiste una gran Hada.—Gilbert se burló.

—Nunca había usado un vestido tan pesado.—Suspiré agotada.

—¡Bien hecho Andra!—Bash felicitó.

—Es el momento de cantar.—Me despedí de los dos sacudiendo mi mano en el aire.

La señora Rachel estaba dando fin a la obra;—¡Que Dios los bendiga a todos!—Anunció finalizando.

Comenzamos a cantar animadamente, Gilbert me sonreía tras bastidores mientras mis padres aplaudían, luego de mucho tiempo Harry pudo salir de casa a disfrutar de la obra.

—Fa-La-La-La...—Todos cantaban entre los aplausos de la gente.

Entonces todo pasó a mi vista en cámara lenta, la sonrisa de Harry se borró y su mirada se perdió, sus pies perdieron el equilibrio tambaleando de un lugar al otro, al verlo de tal manera deje de cantar y baje de escenario corriendo hacia el, mis demás compañeros se silenciaron ante mi reacción.

—¡Harry!—Grité cuando su cuerpo se estampó contra el suelo.

Las personas se amontonaron a ver qué sucedía, otros pedían a un doctor entre el público haciendo que el profesional se arrodillara junto al cuerpo de mi hermano, pude sentir como alguien me sostenía del brazo mientras una mano se posaba en mi hombro eran Gilbert y Bash.

—El muchacho...—El doctor miró apenado a mis padres y luego a mi.—El muchacho falleció.

Mi madre aguantó el llanto arrodillándose junto al cuerpo ahora sin vida de mi hermano, Rachel pidió a los demás que se marcharan creando una multitud intentando salir.

—Andra.—Gilbert intento hacerme reaccionar.

Pero no pude, actúe sin pensar y me marché con el resto mientras apretaba los ojos intentando no llorar pero no pude aguantar más, al estar sola comencé a derramar lágrimas esperando que todo fuera un sueño del que despertaría en cualquier momento pero no era así.

Escuche las pisadas de alguien acercándose entre la nieve, al ver quien era seque mis lágrimas no dejaría que me vieran de esa manera.

—Gilbert.—Murmuré tragando saliva intentando no sentir la garganta tan seca.

—Tus padres te están... Tus padres te están buscando.—Habló acercándose buscando algún tipo de permiso para darme un abrazo.

Sin mucha espera sentí como me abrigaba con sus brazos dándome todo el apoyo que necesitaba en ese momento, me sentía rota, una parte de mi vida se había ido. Harry se había ido y ya no lo recuperaría, sus risas, el escucharlo hablar dormido e incluso cuando me regañaba.

* * *

Quien imaginaría que la vida de alguien acabaría en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba perdía vistiendo de negro viendo como el ataúd que portaba el cuerpo de Harry era enterrado mientras el sacerdote rezaba por que su alma encuentre la paz.

Me sentía egoísta, mi hermano ahora descansaba sin sufrimiento alguno pero lo único que yo quería era que regresara, a lo lejos pude ver a Diana llorando mientras Anne sostenía su mano, ¿Ella también estaba siendo egoísta como yo? ¿Diana también quería que el regresara quitándole su descanso eterno?, mi mirada luego se dirigió a Cole quien nunca tuvo la oportunidad de conocerlo pero había venido de todas formas, finalmente miré a Gilbert.

—Iremos a casa, Andra.—Mi madre habló con la voz rota.

La multitud los comenzó a seguir, no quería estar con ellos en ese momento solo quería pensar un poco pero eso no sería posible cuando Gilbert se acercó y sostuvo mi mano.

—No tienes que ir si no quieres.—La voz suave de Gilbert me hizo estremecer.

Tan solo asentí, ni una sola palabra salía de mi boca no porque no quisiera simplemente no sabía que decir.

—Yo.—Gilbert habló decidido.—Seré un gran doctor, y sanaré a todas las personas que amas para que no tengas que volver a sentirte como ahora.

Al escucharlo tan solo pude sonreír levemente, era la persona más inteligente que conocía y estaba segura de que lo conseguiría.

—Estoy segura que serás el mejor doctor.—Lo abracé sintiendo su calor corporal.

Sunset |Gilbert Blythe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora