Six.

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Andra Vogel.

Había pasado algunos meses desde que Gilbert me había comenzado ayudar en mis estudios, y ahora podía decir que estaba al mismo nivel de conocimiento que el pero aún soy mala en matemáticas algo que a él le resultaba divertido, por lo general comenzaba a reír cuando yo perdía la paciencia con algun ejercicio matemático.

También había ocurrido un incendio en casa de los Gillies en el que Gilbert había ayudado junto a Harry apagar las llamas, Anne se había hecho más unida al grupo de niñas de la escuela mientras a mi me habían comenzado a marginar porque "Ruby está enamorada de Gilbert"

—Andra, ¿En que piensas tanto?—Gilbert estaba sentado junto a mi era el momento del recreo.

—No es nada.—Sonreí intenta ocultar lo que realmente sentía.

—Te conozco mejor de lo que crees.—Hizo una mueca mirándome a los ojos.

—Entonces deberías saber en qué pienso.—Puse mis manos en mi cabeza mientras apretaba los ojos con fuerza.

Gilbert soltó una casi inaudible risa;—El que sepa cuando algo te molesta no hace que pueda leer tu mente.—Colocó sus manos sobre mis muñecas haciendo que separara las manos de mi cabeza al mismo tiempo que abría los ojos.

El tener su mirada sobre mi me hacía sentir... casi no tenía explicación, solo me sentía bien al estar con el, tal vez ¿Especial?

—Nada de enamorados en mi clase, Blythe.—El maestro nos miró con desaprobación mientras con su mano señalaba el lugar en el que se sentaban los chicos.

Atrás del Señor Phillips entró Prissy quien rápidamente tomó asiento, yo miré al profesor con una ceja levantada haciendo que relamiera sus labios buscando una excusa pero no lo consiguió.

Rápidamente se puso frente a todos, mientras los que aún estaban comiendo comenzaban a recoger sus cosas entre ellos estaba mi hermano ayudando a Diana, tengo sospechas de que se siente atraído por ella y es la razón de irse antes a casa tenía tantas cosas en la cabeza que no noté como había pasado de rápido la clase.

* * *

—Me voy, nos vemos en casa.—Harry besó mi frente y miró al chico que estaba a mi lado.—Ten cuidado, Blythe.

—Lo tendré.—Gilbert levantó sus manos fingiendo inocencia haciéndome sonreír.—Ten cuidado con Diana.—Molestó.

—N-No se de q-que hablas.—Se sonrojó mientras nos daba la espalda yéndose del lugar.

Luego de unos minutos riendo, Gilbert se puso serio algo que a mi parecer era extraño en el;—Andra, quiero que conozcas a alguien.

—¿Alguien?—Pregunté curiosa.

—Es mi padre... hace un tiempo le hablé de ti y me dijo que quería conocerte.—Pude notar el nerviosismo en su voz por lo que lo miré con ternura.

—Está bien.—Sostuve su mano intentando darle seguridad de decirme lo que sea.

Casa Blythe

Al llegar miré con curiosidad la casa de Gilbert, era realmente hermosa tanto por fuera y por dentro, el me brindó una sonrisa mientras me guiaba al cuarto que supuse era de su padre.

—Si no te sientes cómoda, aún puedo llevarte a casa.—La inseguridad se apoderó de el.

—Yo quiero conocer a tu padre, Gilbert.—Sonreí y me acerqué a su rostro dando un beso en su mejilla.—Ahora abre esa puerta, Blythe.

—Como diga señorita Vogel.—Hizo una reverencia haciéndome reír y abrió la puerta.

—¿Gilbert?—Una voz de alguien mayor hizo eco en la habitación, el padre del antes nombrado reposaba sobre su cama.

El hombre que parecía realmente enfermo, se incorporó sobre su cama sentándose sobre la misma y me mostró una sonrisa;—Tu debes ser Andra...

—Andra, Andra Vogel.—Le extendí mi mano la cual sostuvo y sacudió un poco con una sonrisa.

—Gilbert habla mucho de ti...—Miró a su hijo y luego regresó su mirada a mi.—Demasiado para ser sincero.

—No es cierto.—Intervino el, rápidamente su padre y yo le dirigimos la mirada a lo cual el puso su mano en su nuca.—Bueno, tal vez es un poco cierto.

El mayor y yo reímos levemente mientras una conversación sobre sus viajes iniciaba, no de una manera aburrida, más bien era interesante saber sobre otro lugar que no sea este.

La tarde pasó casi volando hasta que llegó la hora de despedirnos, Gilbert me acompañó hasta mi casa donde aún se veían las velas prendidas dentro de casa no era tan tarde como creí.

—Andra, antes de que entres... quiero preguntarte algo.—Pude notar lo nervioso que se sentía en ese momento por lo que le hice un movimiento con la cabeza para que me siguiera.

Fuimos hasta el árbol que estaba en la parte trasera de mi casa, nos sentamos apreciando las estrellas eran lo más hermoso que podía existir;—Entonces, ¿Que querías decirme?

—Solo quiero agradecerte por estar conmigo.—Sostuvo mi mano entrelazando sus dedos con los míos.—Eres la primera persona que me hace sentir cómodo siendo yo mismo.

—No tienes por que agradecerme...—Sonreí de lado mientras lo miraba a los ojos, aquel brillo que tanto me gustaba no faltaba.—Para eso están los amigos.

—Si...—Hizo una mueca mirando al pasto y luego regresó su mirada a mi.—Tu sabes lo mucho que me gustas, Andra.

Era cierto, muchas veces me lo repetía pero siempre me lo tomaba como broma ya que en muchas ocasiones luego de decirlo comenzaba a reír, ¿Sus sentimientos hacia mi eran reales?

—¿Podemos dejar eso para otro momento?—Pregunté al notar lo tenso que estaba.—Por ahora, miremos el cielo y disfrutemos de la compañía del otro.

—¿No lo entiendes Andra?—Su voz refleja a tristeza.—Estoy enamorado de ti, desde el primer momento en el que hablamos... si no sientes lo mismo por mi, solo dímelo y evita lastimarme.

—Gilbert...

—Se que aún somos jóvenes y que para ti sea duro el hecho de lo que digan los demás, pero quiero estar contigo, quiero hacerte sonreír e ir juntos a recorrer el mundo...

Relamí mis labios antes de atrapar sus rostro con mis manos, acerqué sus labios a los míos mientras el estaba quieto no hacía ni un solo movimiento y antes de besarlo acerqué mis labios a su mejilla dándole un beso ahí;—También quiero estar contigo, Blythe. Pero por ahora que sea un secreto entre los dos.

—Lo que ordene, señorita Vogel.—Bromeó y besó mi mano.

El poco tiempo que tenía antes de entrar a casa, pasamos entre risas y cariños imaginando que todo sería como un cuento de hadas por siempre, pero nunca se sabe lo que el destino te puede tener.

Sunset |Gilbert Blythe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora