¡Hola, hola! ¡Soy Homicidal_Bloody un gusto conocerte!
Aquí podrás encontrar muchas cosas pero no un cliché, eso te lo aseguro. Con una mente dispersa como yo, no es necesario usar lo típico que ves para tener comentarios y leídas.
. . . aquí podrás...
Disparos al techo del Banco hizo que las personas en el interior soltaran gritos de terror y se alarmaran ante la llegada imprevista de casi diez persona vestidas de negro con armas largas y bolsos de manos gigantes donde guardar el dinero que robarían.
Helena había elegido un mal día para desbloquear su tarjeta de crédito, la cual bloqueó al ingresar mal la cave tres veces consecutivas.
Una niña pequeña había perdido a su madre de la vista y los atracadores le impedían a la madre moverse de su lugar para reunirse con la indefensa infante que lloraba desconsolada mientras se aferraba con terror y desgarro al suéter blanco con sus manos, tratando de esconder su empapado rostro en su estómago. Helena había tomado a la niña para consolarla y cuidarla debido a los lloros desconsolados que daba, y en tanto la rubia abrazó a la pequeña esta se aferró a ella como si su vida dependiese de ello.
Observó la carabina que apuntaba directo a su cabeza mientras alzaba las manos por encima de su cabeza y lentamente se arrodillaba ante los gritos ensordecedores del sujeto de ropa negra. Caminó en silencio y con cuidado en sus pasos mientras la niña chillaba y lloraba aferrada al borde de su suéter, tropezando con sus propios pies del miedo. Escuchaba los gritos del atracador y los sollozos de la niña aumentar ante el espeto del sujeto.
Observó al agente de policía del otro lado de las puertas de cristal del Banco Central de Los Santos, con los ojos desencajados del miedo al igual que varias personas más en el interior. El policía pudo notar que la niña estaba totalmente aterrada y los gritos del atracador a sus espaldas no ayudaba a la situación de la niña. Helena hacía todo lo posible por tratar de tranquilizarla pero era casi en vano, era imposible calmar a un niño de cinco años cuando hay personas desconocidas gritando, personas llorando recostadas sobre el suelo, disparos y armas grandes en manos. Simplemente era desconcertante para un infante.
—Vamos a sacar a estas dos primero, la niña de los cojones me está tocando un poco los huevos. —habló el atracador a sus espaldas.—Le voy avisando, que paciencia no tengo. Dele las gracias a la garrapata que tiene ahí.
La niña soltó un sollozó mayor y la persona a su espalda posicionó la punta del arma en la nuca de Helena, haciendo que ella sintiese el frio metal rozar su piel. Cerró los ojos haciendo que sus lágrimas escaparan inconscientes, mojando su rostro de líneas trasparentes. Abrazó a la niña mientras se mantenía inmóvil en su sitio; la pequeña se removió ocultando todo su rostro en el pecho de la rubia, tratando de esconderse de aquella persona que estaba amenazándolas con matarlas.
—Como la niña no se calle, te vuelvo la puta cabeza.
—Llegas a tocarle un solo pelo a Helena, y te vuelo yo la puta cabeza de un tiro, Wilson. —la voz de Nadando se oyó por el pinganillo del rubio.—Ahora déjate de apuntarle, que ganas de atravesarte la frente no me faltan.
