10. Concilio Blanco

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Llevaban ya casi dos semana en Rivendel. Thorin perdía la paciencia por momentos, al igual que el resto de los enanos. Dellestar y Bilbo, sin embargo, deseaban quedarse ahí cuanto más tiempo, mejor. Bilbo se sentía bien. La ciudad élfica le recordaba todas las comodidades de su hogar mientras que Dellestar comenzaba a limar asperezas con su anfitrión. En uno de los balcones, Bilbo observaba la belleza del paisaje apoyado en la barandilla mientras que la chica se mantenía sentada y con los pies en alto. Con los ojos cerrados, disfrutaba con una felicidad envidiable del aire acariciándole la cara. Suponía que en poco tiempo tendría que despedirse de esa sensación, ya que Thorin había averiguado que debían estar en la montaña antes del último día del otoño. Dellestar escucha los pasos del elfo antes de que hable.

- ¿No estáis con vuestros compañeros? - pregunta más para Bilbo que para la chica.

- Bah, no me echarán de menos - responde el hobbit despreocupado - De hecho, muchos creen que no debería viajar con ellos...

- ¿Ah si? He oído que los hobbits son muy fuertes - Dellestar entreabre un ojo para mirar al elfo - Y he oído que adoran las comodidades del hogar también.

Dellestar sonríe esperando la contestación del hobbit.

- Pues yo he oído que no hay que pedirle consejo a los elfos, pues te dicen que sí y que no.- la chica estalla en carcajadas ante la inteligente respuesta por parte de Bilbo. Observa cómo Elrond termina mostrando una ligera curvatura en los labios a modo de sonrisa.

- Puedes quedarte aquí si quieres.

El hobbit se queda pensativo. En verdad deseaba quedarse en ese lugar tan apacible. Mira al elfo pero se da cuenta de que su atención ya no está sobre él, si no sobre la chica que, recostada donde posiblemente no debía y con los ojos cerrados, disfrutaba de la ya casi inexistente tarde. Decide dejarles solos y sale por donde había entrado minutos antes.

- Elentàri... Realmente no comprendo por qué decidimos llamarte así siendo como eras.- comenta Elrond.

El elfo esperaba que la enana se irguiese y le mirase pero ese gesto nunca llega por su parte. Elrond suspira, iba a necesitar paciencia pues nunca había entendido las faltas de respeto de la muchacha.

- Supongo que la Dama de Lórien supo ver a través de lo que eras en aquel entonces - prosigue el elfo intentando llamar su atención, cosa que consigue.

- No sé qué intentas conseguir. Sigo siendo la misma salvo que trabajo para el bando en el que te encuentras - le aclara la chica sin siquiera abrir los ojos. No le gustaba Galadriel.

- ¿Insinúas que esos enanos son sólo un contrato? ¿Una promesa? - niega suavemente con la cabeza - He visto el brillo en tus ojos, el amor.

- Por favor, los elfos sois demasiado plastas para mi. Galadriel sería el colmo de esta conversación... "Que no aparezca de repente" - pide mentalmente a sabiendas de su mala suerte.

- Sin embargo en el fondo siento que tuvo un acierto al nombrarte Elentàri....Reina de las estrellas. 

- Sé de dónde proviene - le corta levantándose - La mayor parte del tiempo me mantenía en el cielo y me transformo en un animal negro como la noche.

 Algo o alguien cargado de luz llega a Rivendel. Dellestar nota una corriente de bondad atravesarle pero no hace muestras de haber notado nada. El elfo, sin embargo, entrecierra los ojos.

- Has de perdonarme Elentàri...Un asunto requiere mi presencia - la chica asiente sin abrir los ojos.

Escucha los pasos del elfo alejarse pero antes de que desapareciese entre los pasillos añade algo más.

Entre montañas (Thorin) [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora