8. Una visita a Rivendel

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La idea no había sido tan buena como Dellestar pensaba. Esos lobos eran extremadamente rápidos, todo eso sin tener en cuenta que ella se encontraba herida. Trastabilla en un momento dado. Tenía a los enanos demasiado cerca. Cambia de dirección bruscamente y prosigue corriendo, ya jadeante, para alejarse de ellos. La herida comenzaba a cobrarle factura y los huargos ganaban terreno. Uno de ellos se coloca a su misma altura y el orco le lanza un hachazo, que la chica esquiva agachándose. Se le ocurre una idea, descabellada pero posible. Se gira y sale corriendo hacia la manada de orcos. Al principio parecen un poco confusos pero al ver su gran oportunidad, los orcos montados en sus huargos se lanzan a la carrera contra el enorme animal. Dellestar cierra los ojos. No tenía miedo, únicamente sentía la adrenalina correr por todo su cuerpo.

Cuando está a la altura de los orcos pega un salto justo cuando levantan sus armas. La chica se transforma en mitad del aire y reza porque su tamaño le libre de los orcos, ya que habían calculado para matar a una pantera enorme, no a una simple enana. Sus sospechas están en lo cierto y se vuelve a transformar para continuar corriendo. Los orcos se quedan unos segundos sin saber qué hacer pero finalmente la persiguen. Los enanos ya habían empezado a caer por un pasadizo abierto por Gandalf aunque Kili seguía lanzando flechas a algunos orcos que habían descubierto a la Compañía. Dellestar bufa al observar al enano, no iba a llegar a tiempo donde sus compañeros. Thorin hace amago de ir a por su sobrino pero sabe que es un suicidio.

- ¡Kili, ven aquí! - el chico se gira y sale corriendo hacia donde su tío le esperaba.

El enano se cae al suelo y suelta un grito de dolor: Se había torcido el tobillo. Los huargos eran más rápidos, Kili no llegaría a tiempo y mucho menos sin poder casi levantarse. Dellestar sale corriendo directamente hacia él y, de un bocado, le agarra de sus ropas y lo lanza con una fuerza propia de una bestia de su tamaño hasta su tío. Thorin agarra a su sobrino al vuelo y lo desliza por la entrada. Dellestar se queda observando con sus ojos de felino al rey enano. Ya sus jadeos eran exagerados y sin poder evitarlo se transforma en mujer, dándose cuenta de una herida no muy profunda que le cruzaba el tórax y el estómago. Aunque no era mortal, había perdido demasiada sangre con la carrera y no podía transformarse. Observa a Thorin morderse el labio, indeciso. Por lo menos treinta orcos aullaban tras ella. ¿La habrían reconocido? En tal caso no la matarían. La chica echa un rápido vistazo a sus enemigos y vuelve a mirar a Thorin.

- ¡Lárgate estúpido! - le grita sacando sus armas y girándose hacia los orcos justo antes de escuchar la puerta cerrarse. Se había ido. Aprieta los puños contra la empuñadora de sus dos espadas por si acaso. Claro estaba que no podría con todos. Si no hubiese ayudado a ese enano estaría a salvo con el resto...así actuaba ella. Si alguien se quedaba atrás le daba igual.

"Pero ellos no son alguien cualquiera" - le dice una vocecilla casi inexistente que reconoce como su conciencia.

Se cruje el cuello para intentar no desmayarse por la falta de sangre justo cuando un huargo se lanza contra ella. Con un giro perfecto, la cabeza del animal rueda por el suelo y la enana sujetaba el cuerpo ya muerto del orco atravesado por su espada. Se da cuenta de que los más alejados a ella caían muertos y observa a una escuadra de elfos abatirlos.

"Maldita sea..." - piensa ya casi sin fuerzas.

Los orcos no duran mucho ante los elfos. Elrond es el primero que se da cuenta de una criatura de otra raza arrodillada en el suelo y con la cabeza gacha. Se baja de su caballo para ayudarla aunque cuando le mira el rostro se lo piensa mejor.

- Elentàri...

Elrond - saluda la chica en un hilo de voz.

Lo único que ve es el mango de la espada del elfo golpearle fuertemente la cabeza.

Entre montañas (Thorin) [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora