Capítulo 16/I

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Ashley hizo girar a ambos con ayuda del agua, quedando ella con la espalda pegada al borde de la piscina. Separó sus labios de los de él y lo miró fijamente.

—Ryan —dijo en medio de un gemido.

El chico devoraba su cuello sin compasión alguna, su boca hizo un recorrido por su clavícula e internó su nariz en el valle de los pechos de Ashley. Estaba perdiendo el control, el cuerpo de la chica era un templo, con un aroma natural tan embriagante como un whisky de 40 grados. Quería devorar su ser y perderse en su calidez con fervor.

—Mujer, me estás haciendo perder la cordura. Quiero tomarte aquí y ahora.

Ella respondió con un gemido y mordió la mandíbula de él, acción que desencadenó una pasión desmedida entre ambos semejantes. Ryan introdujo su mano derecha en el agua para buscar con sus dedos el centro de la rubia, al encontrar su destino se deleitó ante la humedad que desprendía la mujer entre sus brazos. Exploró su interior, la llevó a un lugar donde tenía mucho tiempo sin pisar, acariciaba con indecencia las carnes de su entrepierna. Bebió de su boca cada gemido y jadeo de placer, la hizo lloriquear y rogar más contacto, uno más íntimo, uno donde se volvieran uno.

Ryan retiró su mano y sonrió al ver el angelical rostro de la chica sonrojado y sus pupilas dilatadas. Eso lo había provocado él y se sentía con el ego por las nubes. Sintió las protestas de sus piernas y las ignoró, no iba a parar, no ahora, no cuando su ingle estaba a punto de estallar y reclamaba la atención de la calidez de la fémina frente a él. Cómo pudo bajó un poco su bañador, lo suficiente para dejar libre a su firme y palpitante órgano masculino. Gruñó cuando Ashley traviesa lo tomó entre sus manos y contorneo cada vena que sobresalía. Quitó su mano e hizo a un lado la prenda inferior del bikini y se dejó llevar, en aquel lugar donde cualquiera podía entrar y encontrarlos en un acto tan íntimo, una entrega que debe hacerse en la soledad, más no le dieron importancia. Su deseo era entregarse hasta más no poder, fundir sus almas para que se vuelvan una sola.

El cuerpo de Ashley convulsionó de placer al llegar al clímax y luego le siguió Ryan que perdió el total control de sus piernas haciendo que cayera al agua sin poder hacer más que mover sus brazos. La chica abrió los ojos sorprendida y se tiró a por el hombre que la tenía loca, con su ayuda logró salir a la superficie y así sentarse en el borde de la piscina. Estaba avergonzado, sus piernas le habían traicionado en pleno laxo y éxtasis.

—Lo siento no debí permitir esto, has forzado tus piernas, las has llevado al límite solo por una irresponsabilidad de ambos.

— ¡Hey!, estoy bien, tranquila —la tomó por las mejillas pero esta solo masajeaba sus piernas—. Ashley.

Esta levantó la mirada y tenía los ojos acuosos. Temió que le pasara algo solo por ese arrebato de lujuria que habían tenido.

—Lo siento —repitió y él frunció el entrecejo—.

— ¿Por qué te disculpas?, ¿acaso no te gustó? —Ella mordió su labio escondiendo una sonrisa—.

—Pues sí, pero ahora pensando con la cabeza fría alguien nos pudo haber visto y... —cubrió con sus manos su cara—. ¡Dios!, duraste mucho tiempo parado, es de locos.

Ryan río con gracia, Ash estaba muy graciosa en su pose de preocupada. La tomó suavemente del brazo y la llevó hasta él, la diferencia de altura era obvia porque ella se encontraba aún dentro del agua, pero de todos modos  se inclinó para besarla con lentitud.

—Las mejores personas están completamente locas —le dijo a pocos centímetros de sus labios—.

—Sí, eso solo vale en el país de las Maravillas —rueda los ojos—. ¿Estás bien? —Volvió a insistir—.

—Estoy bien, te dije. ¿Por qué mejor no terminamos lo que empezamos aquí, allá arriba? —Hizo un gesto señalando el edificio e hizo bailar sus cejas. Ella río y golpeó su hombro—.

—Eres un tonto —salió de la piscina y lo ayudó a subir a su silla de ruedas para seguido ir al apartamento a "terminar lo que empezaron". Cosa que se le hizo imposible ya que Leah había llegado de la universidad.

...

Dos días después, cancelaron la terapia porque Ashley no se sentía bien. Estaba pálida y sudaba mucho. Tenía el estómago cerrado y eso preocupaba a Ryan a sobremanera. No sabía qué hacer, y Leah se había marchado a clases. Ella se levantó como pudo de la cama y se puso a hacer algo de comer bajo los regaños del hombre, sintió un mareo intenso y dejó caer el huevo que tenía en las manos. Ry se puso alerta rápidamente.

— ¿Ashley? —Dijo asustado—.

—Tráeme la inyección, por favor —dijo mientras intentaba caminar a su habitación—.

Impotente porque no podía ayudarla como quería, fue en busca de la insulina. Su deseo era tomarla en brazos, subirla a su auto y llevarla al hospital más cercano de la zona para que fuera atendida. Cuando tuvo la inyección en mano y salió a su encuentro, se topó con ella tirada en el suelo.

—No, no, no, no. ¡Ashley! —Ella tenía los ojos abiertos más no decía nada. Sin saber qué hacer, solo pudo hacer una cosa: usar las fuerzas de sus brazos y tirarse al suelo junto a ella—.

Y así lo hizo. La tomó en sus brazos como pudo y enterró la inyección en uno de sus muslos. Esperó, pero el medicamento no surtió efecto.

— ¡Maldición!, muñeca despierta —golpeó su mejilla varias veces pero Ashley no reaccionaba—.

Desesperado sacó su móvil de su bolsillo y llamó a la persona que tenía más cerca de su casa. Dereck.

— ¿Ryan?, es temprano hermano.

Ven a casa lo más rápido que puedas por favor.

— ¿Qué pasó? —Preguntó del otro lado su hermano.

—Ashley se ha puesto mal.

— ¿Qué le ha pasado?, Llama a una ambulancia —respondió intranquilo—.

—Tardará más que tú, ¡Joder, Dereck! Estás solo a cinco minutos.

—Ya voy, espérame.

Colgó la llamada y vio el rostro demacrado de la rubia. Sentía una presión en su pecho y sabía por qué. Esa chica había invadido su destrozado corazón y se había calado bien hondo, vivía por ella, tenía esperanzas por ella y moriría si ella se va de su lado. Su chica, su mujer, su ángel.

Amor y Dolor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora