Capítulo 13/I

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— ¿Cómo te sientes Ryan? —Preguntó Travis al entrar en la habitación y ver sus ojos abiertos—.

—Cansado —dijo con voz pastosa y una enfermera se acercó a darle agua—.

—Es normal, vamos a hacer la primera prueba —el hombre prepara unos utensilios y una mujer bajita y de piel oscura entro a la habitación. Ryan frunció el ceño—. Ella es Margot, será tu terapeuta.

— ¿Qué?, ¿Dónde está Ashley?

Su mirada era preocupada y Travis rascó su nuca incómodo.

—Ryan, verás. Ashley salió corriendo de aquí hace unas horas porque la despidieron.

El rostro del chico se puso serio en su totalidad. Su palabra era ley y si no era con la rubia, él no se iba a tratar.

—Pues entonces esto no tiene sentido, no me voy a dar fisioterapia.

En ese momento entraron Jayden y Zoey. El primero con el rostro serio.

—Ya sé lo que dirás. Investigué y la despidieron por hacer trabajos fuera de la institución, es culpa mía Ryan, lo siento.

—La culpa es nuestra —Zoey hizo énfasis es la última palabra—. Nosotros hicimos que ella tomara ese dinero.

—Pero eso es absurdo.

—Así es Ryan, pero órdenes son órdenes —dijo el doctor y tomó el pequeño martillo—. ¿Me dejarás evaluar tu sensibilidad?

Este asintió pero reiteró que no se iba a tratar con otras manos que no fueran la de Ashley, lo que significaba que se iría a casa desde que le dieran el alta. Travis se acercó y tocó con sus dedos las piernas de Ryan y este se estremeció para regocijo de los presentes.

— ¿Sentiste mi toque? —Le preguntó y él emocionado por esa pequeña reacción sonrió—.

—Sí, fue un leve cosquilleo pero lo he sentido.

—Muy bien. Me avisas cuando sientas algo —como la vez anterior golpeó las plantas de sus pies y a diferencia del otro día, sintió el pequeñísimo golpe—.

— ¡Joder, sí!, Lo he sentido —gritó y a Zoey se le escaparon las lágrimas de sus ojos—.

La mujer, Margot, tomó una aguja y repitió el proceso que había hecho Ashley con anterioridad. Ryan al sentir el pinchazo, trató de apartar el pie sin éxito, pero al fin y al cabo, lo sintió.

—Ahora sí podemos decir, que la operación fue un éxito. Te puedo asegurar que con unos seis u ocho meses de terapia, vuelves a caminar —dijo Travis orgulloso de su trabajo—.

— ¿No puede ser antes?

—Si te esfuerzas mucho, a lo mejor tres meses.

Ryan sonrió grandemente y recostó su cabeza en la almohada sin creerse aún a que estaba a pocos pasos, literalmente, de volver a caminar. Zoey se abrazó a su esposo y sonrió alegre. Con suerte en par de meses su hijo volvería a ser el mismo chico de antes.

—Necesito hablar con Ashley.

Ella era lo único que necesitaba para completar su felicidad. Pero ella nunca tomó las llamadas. Ni siquiera se comunicó con la clínica para buscar su liquidación, simplemente desapareció por días.

...

—Cariño, tienes que salir de esta habitación, el mundo no se acaba por esa tontería, sabes muy bien que no necesitas trabajar —su abuela Cassie acariciaba su pelo—.

—El problema no es el empleo abuela, es mi trabajo, mis pacientes, Ryan. El imbécil sabía lo que hacía al delatarme en dirección —acomodó su cuerpo en la mullida cama—.

Hacía cinco días atrás había corrido al único lugar donde recibía consuelo. Los brazos de su abuela Cassie, la única persona aparte de su hermano que quedaba viva. Y es cierto, no tenía por qué trabajar, pero ayudar a la personas era su vocación. Sus padres eran los dueños de dos moteles de carretera y una posada, no es que dejarán una fortuna pero sí que dejaban muchas cifras cada mes. Recordaba que era una niña consentida y que en esa misma casa donde se encontraba, vivió los mejores momentos con sus padres, por ese motivo había decidido dejarlo y buscar un lugar propio.

Suspiró con pesar y abrazó a su muñeco de felpa que le regaló su padre cuando cumplió seis años.

— ¿Te gusta ese chico, verdad? Ese tal Ryan.

—Más que gustarme abue, creo que lo quiero y es inevitable, ¿Sabes? Si vieras su personalidad creerías que es un hombre egocéntrico, maleducado y grosero. Peor si miras sus ojos, su tristeza te envuelve y te atrapa de tal manera que es imposible no querer perderse en toda esa oscuridad y dolor.

—Ay mi niña, te has vuelto a enamorar, incluso más que con Carlos, tus ojos no brillaban así como lo hacen ahora.

Ashley sonrió y recordó a su primer amor y el último hasta ahora. Carlos era el hombre perfecto a sus ojos y se lo habían arrebatado, para ponerle otro en el camino, más complicado pero igual de dulce. Sonrió sonrojada, sí, podía decir que estaba enamorada de Ryan Johnson. ¿Rápido? Mucho, pero tenían tiempo para conocerse mejor ¿No?, para eso son los noviazgos.

—Creo que tienes razón.

—Y si la tengo, ¿por qué aún estás acostada aquí y no ayudando a ese hombre?

Mordió su labio y se levantó de la cama para buscar su móvil. Sin pensarlo dos veces buscó el número de Leah y apretó el botón de llamar. Sonó sólo dos veces y una enérgica voz contestó del otro lado.

— ¡Ashley!, ¿Dónde estás?, ¿Estás bien?

—Estoy bien, Leah —río un poco—. Estoy en lo de mi abuela.

—Te has desaparecido cinco días. Tienes personas aquí que se preocupen por ti, ¿sabes? —Sus ojos se llenaron de lágrimas ante aquellas palabras—.

​—Perdón, pero necesitaba alejarme. ¿Cómo está él?

—Tienes que volver Ash, te necesita aquí con él —se escuchó un ruido y luego la voz de Leah diciendo que era Ashley—. No... Ryan... No.

— ¿Qué pasó? —Preguntó la rubia medio angustiada—.

—Ashley —su voz ronca y aliviada sonó fuerte en sus oídos—.

—Ryan, ¿cómo estás?

—Deseoso por verte. Tienes que venir, sabes que no me trataré si no es contigo.

—No trabajo en la clínica ya.

—No importa, mi padre equipará una habitación en mi apartamento para que trabajemos aquí. Solo vuelve... Te necesito —lo último lo dijo en un susurro y el corazón de ella latió fuerte—.

—Yo... Yo —miró a su abuela que asintió y le sonrió—. Está bien, te veo en tu casa.

—Dame hora y día, mujer —le dijo ansioso—.

—Mañana a primera hora del día.

—Te espero.

—Espérame.

Colgó la llamada y tocó su pecho. Su corazón quería salir y explotar a partes iguales. Una sonrisa se dibujó en su cara. Sí que estaba enganchada.

Amor y Dolor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora