Capítulo 7/I

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— ¿Preparado Ryan? —Le preguntó Ashley minutos antes de entrar al quirófano—.

—No, ¿Tú estarás en la operación?

—Lo siento, pero lo mío son las terapias —le sonrío con pena—. Te voy a dejar con tus padres, deseo de todo corazón que salga bien la cirugía —le guiñó un ojo y se dio la vuelta dejando a Ryan con su respuesta en la boca—.

Las dos semanas habían pasado volando entre sesión y sesión. Ashley y Ryan habían formado un pequeño vínculo de amistad para que él se relajara y no estuviera tenso a cada rato. Pero eso no lo podía evitar, era ella poniendo sus manos sobre él y su cuerpo de ponía rígido solo. Por otro lado, Ashley temblaba de antemano cada vez que tocaba el turno de Ryan, sentía un extraño hormigueo en las manos cuando estas estaban listas para trabajar con él. Ese día era la cirugía y ella estaba feliz y nerviosa a partes iguales, si todo salía bien, comenzarían de inmediato los ejercicios leves hasta que su herida sanara y comenzaran las rutinas más intensas, era un proceso doloroso pero efectivo, ella daba fe y testimonio de ello.

Ryan se dejaba abrazar por una emotiva Zoey y la consolaba a su vez.

—Estaré bien mamá, no te preocupes.

—Lo sé, pero es inevitable.

—Es hora —dijo Travis cuando entró en la habitación—. Debemos llevarte a la sala de cirugía.

—Todo estará bien hijo —agregó Jayden y palmeó el hombro de Ry—. Sal rápido porque afuera tienes un mar de gente esperando por buenas noticias.

—Espera, ¿qué?, ¿un mar de gente? —Preguntó medio asustado.

—Sabes cómo son estas cosas hijo, todos vinieron a la clínica para estar contigo y apoyarte, debes estar acostumbrado a tu familia, cariño —le dijo Zoey con una sonrisa pícara—.

Su familia. Un gran conglomerado de personas que se fueron uniendo poco a poco hasta crear una gran organización que se reunía cada domingo en alguna casa para hacer barbacoa o simplemente hablar cosas triviales. Y estaban allí, dándole apoyo con su presencia, es entonces cuando las palabras de Ashley le pegaron fuerte. Sí, tenía una familia que de preocupaba por él y no la estaba apreciando.

—Diles que gracias por estar aquí hoy —sonrió de medio lado mientras una enfermera empujaba su silla fuera del cuarto—. Bien, es hora —se dijo a sí mismo, mientras era llevado a otra parte de la clínica—.

Era media mañana por lo que Ashley después de que ingresaran a Ryan a cirugía fue a cumplir con uno de sus pacientes. La señora Castillo, era una anciana afable y divertida, que sufrió una caída que le fracturó un tobillo e iba cada día para darle terapia. Una cosa sencilla pero en una mujer de 90 años era muy peligroso. Cuando terminó con ella se dirigía a dónde estaban los padres de Ryan para ver si podía ayudarles en algo pero un sonriente Vincent la interceptó y le robó un beso. Ash suspiró cansada.

—Te he dicho toda la semana que dejes de hacer eso, me prometiste que respetarías nuestra área de trabajo —le dijo media enojada.

—Pero es que me gusta besarte.

—Pues tendrás que aprender Vincent o dejamos esto aquí, primero que todo está mi trabajo, después mi vida personal.

—Como quieras —le contestó disgustado, él era de los que les gustaba hacer lo que quería cuando y donde sea y más si lo que quería era besar a su novia.

—Si me disculpas voy con la familia de Ryan —ella pasó por su lado pero la detuvo por un brazo—. ¿Ahora qué?

—Estás muy involucrada con ese Ryan, ¿acaso te gusta? —Ashley lo miró ofendida—.

— ¿Disculpa? —Lo miró fijamente pero él no se retractó—. No me gusta y me involucro como lo hago con todos mis pacientes.

—Eso no es cierto, ¿Crees que no te he visto ir a su casa?

— ¿Me estás siguiendo los pasos? —Preguntó sorprendida y enojada—.

—Eres mi novia debo cuidarte.

—Esas no son justificaciones Vincent, estamos comenzando muy mal, pero este no es lugar para hablar —miró a su alrededor a los ojos curiosos—. Te veo luego.

Él gruñó y la vio alejarse. Estaba enojado, porque sabía que ese inválido le estaba levantando a la chica, era hombre y conocía las señales.

Ashley caminaba deprisa. Mintió, sí. No pensaba decirle a Vincent que en efecto si le gustaba Ryan, sin importar su condición él había logrado captar la atención de ella, claro está, que eso nunca saldría de su boca, eso no era profesional, además se le pasaría y también tenía novio. Aunque a eso no le ve muchos frutos, en los últimos días ha notado que Vincent es un poco controlador y le gusta hacer lo que quiere, un niño mimado y eso no es lo que ella necesitaba. Ashley quería un hombre de verdad, aunque esté en una silla de ruedas, pensó.

En el camino se topó con Leah y se saludaron.

—Necesito tu ayuda.

— ¿Para que soy buena?

— Verás, tengo a mi familia aquí y me gustaría un lugar donde podamos estar tranquilos y no molestar a nadie en la sala de espera —le sonrío con pena y Ashley la miró divertida—.

—Se está haciendo costumbre eso de pedirme favores, pero como a mí me gusta hacerlos, déjame ver que hago.

— ¡Eres la mejor! —Se tiró encima de la rubia y le dio un gran abrazo—. Creo que papá tendrá que ponerte tu propia clínica privada para agradecerte lo que has hecho.

—Exagerada —se río—. Te veo en unos minutos deja ver si consigo un lugar.

Fue fácil, el director del hospital hermano de Vincent no puso objeción en prestar el salón de juntas a la familia Johnson, porque ellos estaban invirtiendo una gran suma de dinero para la recuperación de su hijo mayor. Así que Ashley con una gran sonrisa fue a la sala de espera, esta estaba llena, algo raro pero no le dio importancia. Cuando Leah la vio se levantó de un salto.

— ¿Conseguiste algo?

—La sala de juntas es toda tuya y de tu familia mientras esté Ryan en el quirófano.

Una mujer castaña de unos cincuenta y tantos años se levantó y en voz alta dijo algo.

—Ya escucharon a la linda chica, a la sala de juntas todos —alrededor de más de veinte personas si no contaba mal se levantaron de sus sillas, Ashley abrió los ojos como platos—.

— ¡Joder! —Soltó, para luego sonrojarse al tener todas esas miradas divertidas puestas en ella. ¡Cuántas personas!, exclamó dentro de ella.

Amor y Dolor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora