Capítulo 2/II - Audrey

723 107 4
                                    


Estaba en la cocina preparando el almuerzo, hoy no había trabajo en la pastelería así que decidí consentir un poco a mis tesoros. Les gustaba el pollo al horno con puré de patatas y claro la ración de vegetales que los obligaba a comer, así que estaba dando los últimos toques a la ensalada cuando escuché la puerta de entrada siendo tocada. ¿Quién sería? Es un edificio con seguridad y siempre se tiene que llamar para ser abierta la puerta de entrada. Extrañada caminé hasta la puerta y miré por la mirilla. ¿Kent?

Mi corazón comenzó a latir rápidamente y mordí mi labio nerviosa. Teníamos dos meses teniendo citas y él siempre dejaba sus intenciones al descubierto pero no era fácil. Yo no era una jovencita en busca de una aventura, no. El día que decidiera abrir mi corazón sería para establecer una relación formal, porque más que pensar en mí tenía que pensar en mis hijos, ellos necesitaban un padre, no un padrastro o el novio de mamá. Y yo no estaba segura de lo que en realidad Kent quería, al contrario cada vez que trataba de sacar el tema yo lo evitaba o salía corriendo con cualquier excusa. Florence y Amy me dijeron que estaba siendo cobarde, pero, ¿Y si me equivoco y lastimo a mis hijos? Él los ilusiona y luego se va, o peor, no le interesan ellos.

—Audrey, sé que estás allí. Abre por favor, debemos hablar.

Suspiré y abrí la puerta. No llegué a decir nada cuando sentí unos labios suaves besar mi boca. Correspondí el beso e instintivamente rodeé mis brazos en su cuello y él me atrajo a su cuerpo con sus manos puesta en mi cintura. Pude sentir algo de rabia, frustración y desesperación en el beso a parte de la pasión que desprendía aquel hombre. Nos separamos y nos quedamos viéndonos a los ojos fijamente. Azul contra azul.

—Kent...

—Cállate, no digas nada. Yo voy a hablar y me vas a escuchar sin interrumpirme, ¿De acuerdo? —Asentí enmudecida—.

Se separó por completo de mí y cerró la puerta, yo me acomodé en el sofá de mi sala y él caminaba de un lado a otro tomando su pelo.

—Escucha Audrey, no sé qué es lo que piensas de mí, pero te diré algo, no busco una relación de una noche, yo quiero una mujer a la que amar, con la cual formar una familia, mí tiempo de muchacho que conquistaba a todas se acabó tengo treinta y cinco años y quiero estabilidad. He tratado y Dios lo sabe, de cortejarte a la antigua y tú no me dices nada, dos meses tratando de que veas mi más que interés en ti y tú te haces la ciega. ¿Qué quieres?, ¿conocerme? Audrey nos conocemos desde niños, sabes como soy —clavó sus ojos en mí y me sentí intimidada, tanto que bajé la mirada—. ¿Qué deseas, dímelo?, ¿Cómo me gano una oportunidad contigo?

—No soy yo Kent, son mis hijos, yo no importo, su bienestar sí.

—Adoro a tus hijos, creí que eso había quedado claro entre nosotros ya. No me importa quién sea su padre, solo me interesan ustedes, los tres en conjunto —se arrodilló frente a mí—. Anda preciosa, has feliz a este hombre que está loco por tus huesos —reí ante sus palabras. ¿Cómo no quererlo?

—Vamos mami, di que sí, no seas tan mala.

Giré rápido hasta el lugar donde provino la voz de mi hija. Y allí junto a la entrada estaban los dos, mirando la escena y esperando una respuesta al igual que el hombre que estaba frente a mí. Mordí el interior de mi mejilla y sonreí un poco.

—Está bien.

— ¡Dios sí! —Exclamó para seguido darme un lento y dulce beso en los labios—.

...

Habían pasado dos meses y desde nuestra relación formal. Kent me había propuesto casarnos pero no he aceptado, creo que es muy pronto aún. Tengo el anillo en mi dedo, pero eso de la boda en mis planes no entra aún. Tenía un mes y dos semanas de embarazo. Sí como lo leen. En la familia los chicos se burlan de Kent, le dicen "tiro al blanco" porque me dejó con un regalo en nuestra primera vez. Esa noche se rompió el preservativo y a mí se me pasó la pastilla del día después, así que ahora estaba esperando mi tercer bebé.

Él me dijo que de esa misma forma su padre embarazó a su madre y que por resultado estaba ella y su hermana. Su padre, Kenneth, el día en que le dijimos la noticia, río y golpeó su espalda orgulloso de su hijo, sin embargo su madre, Abby, solo río diciendo que tuviera cuidado y no me salieran mellizos. Y la verdad es que estaba preocupada. No me había hecho mi primera ecografía aún y teniendo en cuenta que él es mellizo y yo soy melliza. Bueno, se pondrán imaginar. Ay Dios ayúdame, porque no descarto la posibilidad.

Pero a pesar de todo, mi embarazo número tres era lo mejor que me pudo haber pasado y más si el hombre en cuestión estaba en serio conmigo, con mis hijos y con formar una familia. Solo queda ver que pasará.

Amor y Dolor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora