Capítulo 12/II - Ryan y Ashley

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Cuatro meses después...

Ryan

Debo admitir que no estoy muy contento con el segundo embarazo de Ashley, estoy asustado de que a mi mujer le pase algo, que me arrebaten a la otra mitad de mi vida. Pero por otro lado siento la chispa de orgullo que sentí cuando íbamos a tener a Railey. Ashley lo sabía, no se podía embarazar, pero ella quería otro bebé, sin importar las consecuencias. Pero a mí sí me importaban lo que causaría aquello.

Estamos en el hospital, esperando que por fin mi esposa dilate en su totalidad, estoy desesperado, nervioso, quiero y no quiero entrar allí aunque al final cedo y entro a ver a mi mujer. Ella me da una sonrisa y tomo su mano para besarla.

—Prométeme por favor que no te va a pasar nada —susurro aterrado.

—Lo prometo —dice haciendo una mueca—. Seguro tiene una contracción.

No he querido que nadie me hablara, no necesito el apoyo de nadie, me he cerrado desde el instante en que Ashley rompió fuente.

—Te amo Ash, no me dejes por nada del mundo.

—No iré a ningún lado, solo voy a traer a nuestro hijo al mundo —sonrío y acaricio su panza, mi bebé, un varón—.

El doctor entró a la habitación y juro que cuando dijo que era hora se me apretó el trasero del miedo. Ellos se fueron primero y luego me fueron a buscar a mí, me puse al lado de mi mujer y tomé su mano para darle apoyo. Ashley pujaba con fuerza, el sudor caía de su frente empapando todo su rostro que estaba rojo por el esfuerzo. Su mano apretaba la mía y yo estaba nervioso. Un llanto inundó la sala y con una sonrisa fui a conocer a mi hijo, corté su cordón umbilical y lo tomé en brazos para llevarlo con su madre, pero mi alma cayó a mis pies al ver el rostro pálido de mi esposa con los ojos cerrados, la máquina que marcaba su pulso se quedó en un pitido fijo. No, no, no, no, ¡No!

— ¡Ashley! —Grité y dejé al bebé en brazos de una enfermera. Los doctores corrían de un lado a otro y yo sacudía a mi chica para que abriera sus hermosos ojos azules. Sentí las lágrimas en mis mejillas—. No me hagas esto nena, no me dejes, sin ti no soy nada —digo entre sollozos—.

—Tiene que salir señor —una mujer me empujaba y me sacó del lugar. Lo último que escuché fue un: ha entrado en paro, desfibrilador.

Afuera camino con todo el dolor y furia contenida. Mi familia me mira expectante pero al ver mi rostro bañado en lágrimas ponen cara de espanto y eso me enfurece. Fuera de sí golpeo la pared una y otra vez sin importarme lastimar mis nudillos. Siento que me sostienen de mis brazos y veo a papá y a mis hermanos deteniendo mi ataque de ansiedad.

— ¡Maldita sea!, déjenme tranquilo. No me toquen —me zafo del agarre y comienzo a maldecir tirando de mi pelo. Nadie se atreve a tocarme ni hablarme. Las únicas que se acercan son Ginger y Leah que me abrazan y me desahogo con ellas —Mi nena.

...

Ashley

Me sentía extraña. Tenía frío y estaba mareada, solo una bata me cubría, no sé dónde estaba, solo veo oscuridad y escucho voces alarmadas. No sé qué pasa, pero siento mi cuerpo débil y ligero. Frunzo el ceño y tocó mi vientre sintiendo que no está. Me asusto, ¿dónde está mi bebé? Una voz muy me hace estremecer.

—Tranquila cariño, tu bebé está bien —una mujer rubia y de ojos azules se acerca hacia mí—.

— ¿Mamá? —Digo en medio de un sollozo.

—Así es cariño. Mírate estás hermosa, toda hecha una mujer —acaricia mi mejilla más no siento el toque. Un hombre aparece detrás y es mi padre.

—Papi.

—Mi bebé, estamos orgullosos de ti, hemos aprovechado este momento para decírtelo.

— ¿Estoy muerta? —Abro los ojos aterrada—.

—Así lo quiere tu cuerpo, más no tu alma.

—No puedo morir, Ryan me necesita, mis hijos —miro alrededor pero no sé qué lugar es este—.

—Me alegra que hayas encontrado un hombre que te ama de verdad, tanto o más de que lo hice yo —esa voz. Me giro y encuentro el rostro sonriente de Carlos—. Hola mi princesa —sonrío entre lágrimas—. Te veo feliz y eso es lo que más me importa, necesito que te largues de aquí preciosa y vuelvas con tu familia.

—Así es hija, tienes que luchar —dice papá y los miro a los tres.

—Los extraño.

—Algún día, muy lejano, nos volveremos a encontrar, mientras quiero que cuides de los tuyos como una leona. Tenemos esta oportunidad de despedirnos y lo haremos —dijo mamá y se abrazó a mi padre.

​—Te queremos Ashley, nunca lo olvides —y desaparecieron—.

—Adiós hermosa, sé feliz —Carlos besó mis labios y solo sentí un frío y más nada. Seguido, despareció—.

Sentía mi cuerpo estremecerse y ser sacudido, una y otras vez hasta que abrí los ojos de golpe. Estaba en el hospital y un grupo de médicos y enfermeras respiraban aliviados. Frunzo el ceño. Ese sueño, estuvo tan raro. Me inyectan algo por la intravenosa y me llevan a la unidad de cuidados intensivos. Estoy sola allí y quiero ver a mi hijo y a mi esposo. Es lo que más deseo.

...

Ryan

Cuando me dijeron que Ashley estaba estable, mi alma volvió al cuerpo, pedí verla y me lo prohibieron porque estaba en la UCI. Esperé muchas horas, mi familia fue a conocer a Darriel, incluso yo fui a verlo. Igual que su hermana era una liga de su madre y de mí.

Cuando por fin pude ver a mi esposa la encontré despierta y concentrada en un punto de la pared. Suspiré de alivio y al estar cerca llamé su atención, me dedicó una de esas sonrisas que me llenan el alma y le llené el rostro de besos y al final terminé en sus labios.

—No vuelvas a hacer eso más nunca es tu vida —le digo y descanso mi frente en la de ella—.

—No lo haré, descuida.

—Te amo —le digo y en eso entra la enfermera con el niño en la cunita.

Ashley lo sostuvo en su pecho y sonrió emocionada. Besé la mano de mi hijo y nos quedamos en silencio, me recosté en la camilla y la paz reinó en el lugar.

—Yo te amo más Ryan —sonreí y solo pensé una cosa: Nos hace falta Raily y sería la estampa perfecta.

Amor y Dolor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora