Cap. 48 Contratos y Revelaciones

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Wolfgang baja las escaleras y camina hacia el comedor

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Wolfgang baja las escaleras y camina hacia el comedor. Al pasar por la cocina solo suelta una palabra.

— Café.

Y se sienta en la silla principal esperando la taza.

Él intenta analizar el movimiento financiero y el reporte que Bruno ha traído la noche anterior pero su mente se desvía demasiado fácil y piensa en Morgana.

Niega con la cabeza e intenta concentrarse.

Cuando la taza de café es puesta en el costado, muy cerca de su mano libre, él la sostiene y bebe el contenido mientras una figura femenina se acomoda en una de las sillas libres. Apenas el sabor exagerado de azúcar llena sus papilas gustativas él devuelve el líquido a la taza y lanza una mirada llena de furia a la mujer pensando que es la Sra. Gardener.

Wolfgang abre la boca pero nada sale de ella al ver que no es "su madre" quien se ha sentado. Sus cejas se relajan y esa sonrisa peculiar aparece en su rostro al identificar a Morgana.

Ella seria irreconocible de no ser por ese par de ojos verdes que brillan más que otros. Con un vestido negro sin estampados y un suéter que cubre su pecho. Maquillaje perfecto y su cabello ha crecido un poco.

De todas las características que ha enlistado de ella, "proactiva" jamás figuró en su percepción.

Ambos se miran en silencio por algunos silenciosos minutos.

Wolfgang no está seguro de si ella ha aprendido a ocultar sus inseguridades o simplemente ya las superó, solo sabe que él nunca ha visto tanta decisión en esos ojos verdes. Una sonrisa coqueta que en lugar de ser tierna da un aire retorcido.

Claro que él nota los cambios físicos que ella ha tenido, pero eso le es irrelevante. Unas tallas menos y un rostro más agradable para la vista no le importan porque para Wolfgang cualquier ser humano no deja de ser solo un pedazo de carne con la capacidad de consciencia.

"¿Qué está planeando? "Piensa él. "¿Quiere seguir jugando a los desconocidos?"

Wolfgang rompe el silencio.

—Te ofrecería algo de beber, pero ya que vienes de la cocina no creo que sea necesario – dice con una sonrisa.

Ella sonríe mostrando los dientes.

—En realidad no tengo apetito. Acabo de comer. Pero gracias por la cortesía.

Hay otro silencio.

—Supongo que no has venido solo a saludar – dice él.

Ella inclina un poco la cabeza.

— ¿Te habría gustado eso?

—Mentiría si digo "no". De hecho estoy muy emocionado, mi corazón palpita como el de un caballo tan solo por ver tú rostro... ¿Cómo lo haces? No tengo idea, pero sin duda mereces mi admiración por tan buen conjuro.

St. Town: Los Gardner [Original-Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora