Cap. 67 Ultima llamada

31 8 0
                                    

Son las 10 A

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Son las 10 A.M y los únicos que transitan por el parque son uno que otro hombre que camina por las mañanas o niños inquietos que aprovechan el día.

Se supone que Apolo no debe de salir pero el muchacho encontró la manera de convencer a Júpiter desde muy temprano.

Ambos salieron a escondidas de Morgana y el resto, todo para cumplir el capricho de Apolo.

No es que haya muchas cosas que se puedan ver en el parque, simplemente quiere permanecer bajo los rayos del sol y sentir la brisa fría que proporciona el viento.

Ver el exterior después de todo ese tiempo de autocautiverio. Permitirse disfrutar de la libertad e independencia que pronto se volverá tan extensa como antes.

―No debimos salir de casa. No debí hacerte caso –de repente dice Júpiter, mostrándose nervioso. ―Debemos irnos.

―Tranquilízate un poco ¿quieres? Me estresa verte así. Se supone que salí de casa para distraerme, no para ponerme inquieto.

―Apolo.

―Ya cállate. Solo déjame disfrutar estos cinco minutos y nos vamos ¿está bien?

―De acuerdo –dice él mirando a todos lados.

―¡Deja de mirar así! Pareces un pervertido ¿Sabes qué? Quiero comer un dulce. Tráeme algo.

―¿Qué?

―¡Tráeme dulce!

―¿Cómo que te traego?

―¡No sé! Lo que encuentres primero, eso tráeme.

Júpiter se chupa los dientes y mira alrededor.

Es obvio que no hay mucho que comprar a estas horas.

De pronto suena la sirena de una patrulla y ambos voltean a ver como Ares baja del auto.

―¿Qué hacen aquí? ¿Papá sabe que están fuera de casa? –pregunta el mayor.

―No tenemos cinco años, Ares. No molestes –dice Apolo.

―¿Es seguro que estés en el frio cuando estas así de las piernas? –cuestiona el mayor una vez que se encuentra cerca de ellos.

Apolo lo mira desde abajo.

―A menos de que un auto me arrolle y rompa las piernas en millones de fragmentos, voy a estar bien –dice con una sonrisa. Luego mira a Júpiter. ―¿Por qué todavía no tengo caramelos en mis manos?

―¿Hablas enserio? –Júpiter frunce el ceño.

―¿Qué voy a hacer? ¿Con quién me puedo quejar? –dice él con falsa tristeza. ―La gente no protege a sus discapacitados.

―¡Ay, sí! ¡Uy, sí! Discapacitado ¡solo cuando te conviene!

Ares se hecha a reír de ambos, probablemente al recordar cuando ambos eran más jóvenes. Luego mira a Júpiter.

St. Town: Los Gardner [Original-Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora