A La Lejanía De Las Miradas

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Mientras el invierno tocaba cada esquina de los huesos de Angela, la multitud caminaba al rededor sin que la notarán.

Sola y con cada parte de su cuerpo dejando de sentir la calidez de un ser humano.
Nadie, absolutamente nadie la miraba, cada invierno durante miles de años era lo mismo.
Nadie podría ver aquella chica indefensa, olvidada por años, dejando así a su alma y cuerpo en agonía eterna.

La humanidad no era como la conocía cuando nació, vio morir aquella calidez del ser humano con cada invierno.
Al nacer estuvo rodeada de mantas y café caliente, pero a como los años pasaban las personas eran intoxicadas cada vez más por la avaricia, el egoísmo, el egocentrismo y sin olvidar los niveles de poder social, cada pequeño detalle hacia aquella fémina llegaron a su fin, dejando su alma y cuerpo a la deriva, le dolía mirar la crueldad del mundo por lo tanto decidió dejar aquel brillar de ojos que en los inviernos más crueles daba calidez, el ser humano no merecía ese amor, esa sencillez y esa amabilidad de Angela.

Por lo tanto, a la lejanía de las miradas, Angela moría, con su único deseo, el ser vista una última vez.



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