La frialdad del ser

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Últimamente todo se basa en la nada, en la desdicha del ser y en el caos del mundo.

El observar el vacío y oscuro cosmos y no sentir ni la mínima sensación de satisfacción, paz o alegría hace mas que dar entender que el ser humano deja cada vez esas pequeñas partes de lo que lo hace ser.

Pero este no es el punto, iniciemos desde el punto A.

Si, aquella situación del incidente hace diez años atrás frente a la biblioteca abandonada del desdichado pueblo de Cucuyulapa.

Mientras los pequeños cristales impactan en su rostro y un agudo grito salía de su garganta mientras aquella espesa sustancia bajara por su mejilla hasta su mentón, haciendo que cada gota caigan en sus jeans azul marino logrando una gran mancha en ellos, yo solo la observo con ojos lagrimosos, me encontraba a un costado de ella, su cuerpo inconsciente yacía en aquel auto que su padre le había regalado para su cumpleaños número veinte.

El llorar es lo único que mi cuerpo generaba por el momento, mi desesperación y mi angustia son los únicos que me acompañan esta noche, observo la fina línea roja de su frente haciendo juego con su hermosa piel clara, su cabello castaño parecía ser movido con el viento y sus labios dejan de ser rosas por tornarse del color purpura, debo admitir que su rostro se está tomando una pinta de mala muerte pero aun así la veo hermosa.

Le doy un corto beso en su mejilla izquierda y la acomodo delicadamente en el frio asfalto, no quiero dejarla ahí, ella tendría que estar en aquella suave recamara dentro de mis sabanas no aquí en el frio pavimento.

Mi dulce niña ha sido rebatada del mundo físico y ha logrado transcender a otro plano, sus ojos estaban tan llenos de vida y aquello planes que tenía para ella fueron arruinados.

Mi corazón duele cada vez más, me levanto y busco mis cosas del destrozado coche.

Le doy una última mirada a su ya frio cuerpo, me despido con la mirada y la dejo ir.

El ser humano es frágil, es como un pequeño pétalo de rosa que con el mínimo toque se desprende de su tallo.

El pétalo es nuestra vida, el tallo nuestro cuerpo.

Muchas veces me gusta observar como las personas pasan aquel riguroso proceso para el siguiente plano y me hacen sentir orgulloso, pero hay ocasiones que estas duelen, sus miradas me dan enseñanzas que ni en mis veinte años de vida terrenal he visto, ni en mis antiguas vidas.

Su mirada, su corazón tan puro y su sonrisa tan sincera tocaron cada parte de mi alma, por eso dolió.

Dolió el haberla dejado allí, el verla dar sus últimos respiros y llevarme su calidez y amor.

Era tan bueno tenerla conmigo pero era momento de acabar con esto, el ser humano es débil pero su alma y cuerpo se vuelven aún más débil cuando aparece aquel ser divino que te atrapan con sus seductoras caderas y dulces labios.

Yo no lo permitiría, su calidez estaba matando mi frialdad.

Yo, me volvía débil gracias a ella, y no podía permitir tal aberración en mi alma y ser.

Después de dejarla allí y pasar una noche con el poco remordimiento que quedaba en mí, me dirigí a mi estudio buscando una manera de consolar mi soledad y dolor.

Observo cada parte de mi fría habitación, a veces mi corazón anhela tener esa calidez pero yo mismo he decido el rumbo de mi vida.

No podría soportar ver como alguien pierde la cabeza por mí, el ver como sus ojos brillan de la manera más estúpida y tonta, el sentir esos asquerosos cosquilleos en el vientre.

Lo odio, odio cada rastro de sentimiento.

El ser humano es débil.

El ser humano es tonto.

Dark MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora