Día de hoy.
Año 1978. En pleno auge de un gobierno de facto, en donde el país se veía sumergido en una cruda batalla entre movimientos de guerrilla y fuerzas militares, se establecieron los pilares de La Universidad de Los Andes.
Yo era un niño en ese momento. Solo oía a los mayores hablando de esos asuntos sobre ataques, atentados, secuestros, tiroteos, asesinatos. Comunismo y capitalismo. Patriotas o apátridas. Carajo, se escuchaba como algo tan lejano para mi inocencia.
Sumida en el dolor, la pérdida, la confusión y la paranoia, la patria se observaba a sí misma: sus heridas, su malestar, su trauma, preguntándose qué hizo mal.
En medio de una violenta guerra, nació un albergue para la humanidad y la cultura. O al menos eso se pretendió, pues tanto el terrorismo como el régimen, depravaron esos cimientos con los actos más inhumanos.
Los terrenos donde se estaba levantando la Universidad, fue escenario para crudos acontecimientos. En agosto de 1978, un grupo revolucionario torturó y asesinó a dos escritores en esas tierras. En noviembre, una unidad de policías ocultó una tanda de estudiantes fusilados alrededor de la zona. Ya en 1979, Fuerzas de seguridad y guerrilleros efectuaron una sangrienta persecución y tiroteo alrededor de todo el perímetro. Y varios hechos más. Ahí, entre los cimientos de la institución.
"Un vasto escenario de dementes".
Los extraños rumores que circulaban entre los estudiantes, profesores, y demás miembros de las distintas facultades que conformaban la Universidad, variaban entre lo siniestro y lo absurdo.
La mañana siguiente a la noche que descubrimos el libro, conduje hasta el campus de la universidad. La institución se hallaba a la falda de un cerro, a diez minutos de la ciudad. La mayor parte la ocupaban espacios verdes, como parques; exhibiciones artísticas; y los estacionamientos. Las diez facultades, grandes edificios unos más nuevos que otros, estaban distribuidas en diversos puntos de todo el campus. Lo más curioso es que cada una parecía adoptar el estilo propio de la disciplina que se impartía en ella: la Facultad de Medicina, por ejemplo, se asemejaba a un hospital (incluso su entrada estaba compuesta por puertas corredizas); la Facultad de Derecho daba la sensación de un Centro legislativo o de justicia; los pasillos de la de Arte y Diseño se hallaban plagadas de esculturas y pinturas surrealistas. Cada una tenía una personalidad única, que las diferenciaba entre sí. Daba la apariencia de una mini-ciudad, con sus centros e instituciones propias. Incluso había un club de deportes, con estadios y canchas de fútbol, y pistas de atletismo.
No había calles que atravesaran el terreno, sino que el lugar era similar a una gigantesca rotonda, por lo que para conducir de una facultad a otra, debías rodearlo.
Así también, había muchos descampados, y varias obras en pleno proceso de construcción, que a la distancia se podían visualizar sus estructuras de metal irguiéndose.
A un costado del campus, se podía ver cómo una pequeña villa miseria se había establecido en los límites de la universidad.
Llegué a los portones de la Universidad, a esas horas donde el rojo del amanecer de otoño baña los rincones de la ciudad de Mendoza. El frío aire de la mañana empañaba los cristales de mi auto. Al llegar, me recibió el enorme cartel de letras azules: ¨UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOS ANDES¨, sobre él, el escudo de la institución. El césped del campus variaba entre tonos verdes y amarillos, con ciertos retoques anaranjados que le proveían las hojas caídas de los árboles desnudos.
Giré a la derecha por la calle principal que rodeaba el terreno, y conduje sobre ella, haciendo la gran rotonda.
Pasé frente a la facultad de Derecho, la de Ingeniería, la de Educación, y por un edificio que deduzco que era de Arte por sus muros decoradas de psicodélicos dibujos. Hasta que al fin a mi izquierda se asomó la tan nombrada facultad de Filosofía y Letras.
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El canto del gallo
Mystery / ThrillerCuando las creencias se desmoronan, la esperanza se desvanece y el silencio de los dioses invade el alma, ahí es donde realmente uno se pregunta ¿Por qué? ¿Por qué pasa todo esto? ¿Y si es verdad que Dios ya nos ha abandonado a nuestra suerte? ¿Qué...