Capitulo 19

855 83 57
                                    


Martina

DOS DÍAS PARA EL DIVORCIO

- Sabes que aún estás a tiempo de cancelar todo ¿no?

- Marcos... — suspiré. – No voy a cancelar nada.

- Lo sé, ya te conozco bastante bien, pero Martina, no quiero ver cómo destruyes tu vida.

- No la estoy destruyendo – dije medio riendo por su exageración.

- Pero casi, tú lo amas, y sé que él te ama a ti.

- A veces el amor no es suficiente.

- Sí lo es, hay personas que mueren por amor.

- Boludo no, no seas exagerado, nadie  puede morir de amor. El amor duele, pero no mata.

- Pero si existe la depresión, lo sabes ¿no? Piensa que si el lunes firmas esos papeles, tu felicidad nunca estará completa.

- ¿Quién dice que no me puedo volver a enamorar?

- Yo – dijo seguro y yo rodé los ojos.

- ¿Por qué?

- Porque llevo más de un mes intentando que te enamores de mí – dijo sonriendo y yo no sabía que decir. – Pero no te has dado cuenta, y no quiero que esto cambie nada. Te lo digo porque no quiero verte triste, porque en tus ojos aún veo ese brillo cada vez que lo ves y cómo se apaga cada vez que se va. No dejes que eso acabe Tini, porque es algo que muy pocas personas tienen y que muchas quisieran tener – dicho esto se fue, dejándome con miles de dudas en la cabeza.

¿estaré haciendo lo correcto?

UN DÍA PARA EL DIVORCIO

Mañana se firmaban los papeles frente al juez, cada vez me deprimía más, tenía las palabras de Marcos grabadas y no sabía que hacer, cada vez estaba más confundida.

- Tini, ya vinieron por los niños – dijo Simón entrando a mi habitación, había venido junto con Nath para pasar la tarde.

Los niños se irían unos días con Adela hasta que el escándalo del divorcio pase, por lo menos una semana.

- Danos un minuto—dije sonriéndole, él asintió y se fue. — Amores, se irán con la abuela unos días ¿si?– dije poniéndome a su altura mientras les regalaba la sonrisa más sincera que tenía y agarraba sus manitos– Espero que se porten bien... Emma, amor, cuida que Thiago no haga ninguna travesura, por favor, confío en vos.

- ¿Tú cuando vienes mami? — preguntó Emma.

- Tengo que arreglar unas cosas aquí, pero cuando termine, iré por ustedes nena.

- ¿Con papi?

- No amor, tu papá... ehhh

- ¿Es verdad que se van a separar?

Tenía casi seis, como mierda sabía eso.

- Quién te...

- ¡Tini! ¡Se nos hace tarde! – escuché a Andrea gritar.

- Hablaremos de eso cuando nos veamos ¿esta bien? – dije y ella asintió. – Ahora vamos con la abuela y la tía—cargué a Thiago y agarré la mano de Emma. Lo mejor era mantenerlos alejados de todo.

Cuando los niños se fueron, no pude aguantar más, las lágrimas cayeron sin que pueda hacer algo para detenerlas. Me sentía tan perdida, esos últimos meses habían sido los peores de mi vida, pero el maldito orgullo me impedía que pueda aunque sea, pensar en decirle a Sebastián que olvidemos el pasado y que volvamos a ser los de antes. Pero era orgullosa, y tenía miedo, miedo a que nada cambie, que todo siga igual que antes: Yo sufriendo por sus "engaños" y él negándolo todo siempre; estar separados y al final enterarme que tuvo semanas libres, que pasó con otras personas en lugar de su familia; esperar a que el teléfono suene con una llamada de él o mensaje que diga que esta bien o esperar que conteste el teléfono, y al final me mande al buzón de voz.

Quizá pensar en todas las cosas malas que tuvo nuestro matrimonio me ayudaba a que el divorcio no duela tanto, pero por cada cosa mala que pensaba, otras tres buenas venía a mi mente. Seguí llorando, seguí recordando y no sé como ni cuando terminé en nuestra habitación, hace cinco meses que dejé de dormir ahí, prácticamente dormía en el cuarto de invitados por miedo a que los recuerdos lleguen. Y ahora los recuerdos venían a mí, y no podía detenerlos. Todas las cosas malas en las que pensaba se fueron y dieron paso a los mejores recuerdos, cada beso, cada caricia, muestras de amor, desayunos en la cama, despertar por los saltos de Emma, las noches en las que nos quedábamos hasta la madrugada simplemente hablando, todo. Y fue ahí cuando me derrumbé, lloré, todas las lágrimas retenidas en esos meses, lo extrañaba y dolía, dolía tanto como para aguantar más.

No sé cuanto tiempo estuve llorando, ni  cuántas lágrimas deje caer, hasta que sentí la puerta de la habitación abrirse.

- Necesitabas sacarlo todo—dijo una voz a mi espalda, era Simón, no sé hace cuanto estaba ahí, pero verlo solo hizo que las lagrimas quieran salir otra vez, y él junto a Nath se acercó. – Todo estará bien.

- ¿Cómo?

- Nena, es cuestión de tiempo – me abrazó Nath. – Crees que todo esta perdido, pero no lo está. Sólo necesitabas sacar toda esa frustración que llevabas dentro, para que puedas pensar con claridad. Necesitabas llorar Tini– dijo abrazándome más fuerte.

El resto de la tarde la pasé con ellos, evitamos completamente el tema de Sebastián y la palabra con D. Ellos realmente me estaban animando, como quisiera que mañana nunca llegue.

La niñera de Emma | Sebastini ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora