IV. Todo por el miedo.

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Día uno.

Necesito una explicación. Tengo que aclarar esto, no puede terminar de la nada. No soy de las personas que se rinden tan fácilmente, menos cuando ayer pasé uno de los mejores momentos de mi vida junto a Boris.

Él fue muy dulce conmigo. Me demostró lo equivocada que estaba al juzgarlo tan precipitadamente sin conocerlo. Aunque no pueden culparme, me hizo mucho daño en el pasado. 

Tengo una guerra en mi cabeza. Siento que voy a explotar. Me invaden tantas preguntas que quiero hacerle. Hoy voy a tener una respuesta, lo se. Necesito tenerlo frente mio para saber si es sincero, después de todo.

Por favor, solo quiero saber si tenemos una oportunidad o debo rendirme sin ni siquiera haberlo intentado alguna vez, sin equivocarme. Voy a hacerlo, ya no tengo nada que perder.

Me levanté de la cama, sobresaltada. Bajé las escaleras furiosa. Iba a buscar a Boris por todos los rincones pero tengo que verlo otra vez.

—Irlanda Torres, detente ahora mismo.

¿Mamá acaba de llamarme por mi nombre completo? Oh, esto no es bueno. Debo irme antes de que me diga algo que no quiera escuchar.

—Tengo que irme, lo siento mamá.

De repente, se abalanzó sobre la puerta, impidiendo mi paso. 

—No vas a ninguna parte hasta que me digas adonde fuiste anoche. 

—Fui... 

Tenés que inventar algo que suene creíble, vamos Lana. Pensalo bien... 

—A la casa de Blas.

—¿En serio? Por que llame a su madre y me dijo que no estabas ahí —exclamó, furiosa.

Que raro. ¡Metí la pata, como siempre!

—¿Dónde estabas?

—Salí con un chico, mamá —bufé—. ¿Contenta?

Se quedó boquiabierta. Aún no podía creerlo, se lo dije.

—No me dijiste nada —murmuró, a lo bajo.

—Te lo hubiera dicho si no estuvieras tan ocupada peleando con papá todo el tiempo. Es lo único que hacen ahora. 

Agachó la cabeza. La verdad es que Estela, su madre... no la estaba pasando nada bien.

—No volverá a pasar, hija. Lo siento.

—Mamá, ¿no crees que son muy grandes como para seguir peleando como un par de niños? Lo peor es que no se dan cuenta de lo mal que nos hace a Ciro y a mi.

—Yo...

La interrumpí. Sabia que intentaría disculparse otra vez y no se lo permití. 

—No pidas perdón. Se que la estás pasando muy mal pero la próxima piensen un poco en nosotros —hizo una pausa—. Te amo, mamá. 

—Y yo a ti, mi princesa.

Se abrazaron. 

—Ahora mejor me voy.

—¡Suerte, mi niña!

* * * 

Me llevé una sorpresa al ver a Ana en la entrada de casa, esperándome. Cómo lo hacíamos cuando eramos unas niñas.

—Antes que digas algo quiero pedirte perdón por como me comporte ayer —murmuró Ana—. No te acompañe como debía en un momento tan importante como tu cita con Blas.

Forever AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora