XII. Recuerdos de Lara y Elliot en París.

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Entendía como se sentía mi amiga Lara en este momento. De hecho, así fue como comenzó nuestra amistad. El dolor nos unió. Fuimos como una especie de sostén en medio de tanta agonía. Juntas supimos encontrar la manera de superar nuestros problemas y aunque sabemos que todavía hay heridas internas evolucionamos mucho. 

No somos las mismas que las que eramos en el verano, claramente. Muchas cosas han cambiado en tan poco tiempo que nos olvidamos de los problemas. Todo parecía tan perfecto, como en un cuento de hadas. Como si todos los astros estuvieran de nuestro lado. Queríamos creer que el cielo nos estaba regalando la oportunidad de ser felices. Esa que tantas veces pedimos. 

Pero debemos ser realistas. Hay que superar los obstáculos. Y la suerte no existe... es solo una excusa mas. 

—Hace un año, era feliz de verdad. Porque toda mi vida había tenido el sueño de llegar a París. Me enamore de la ciudad del amor por las películas pero nunca imagine que el paraíso se convertiría en un infierno.

—¿De verdad fue tan malo? —pregunte, atónita.

Sus ultimas palabras retumbaban en mi cabeza. Son exactamente esas las que yo escogí un par de veces para definir mi vida, antes de conocer a ella y a Marino. 

—Era la primera vez que viajaba en avión. Había ahorrado tanto para el pasaje y estadía en uno de los mejores hoteles de allá. Pero perdieron mi maleta y estuve todo el día intentando recuperarla. Cuando lo hice, no tenia un solo centavo. Y no sabia como volver a casa. 

Al sentir todo su dolor, pensé que tal vez hubiera sido mejor si no tuviera que saber nada. Porque es muy doloroso para ella recordarlo todo. Y cuando lo hace, creo que es como si volviera a encontrarse allá... sola... perdida. 

—Creo que es mejor que te detengas —la interrumpí.

Ella negó con la cabeza.

—Quiero compartirlo con vos.

Sostuve su mano y deje que siguiera hablando. 

—No tenia donde quedarme así que dormía en la calle. Empece a buscar trabajo en todos los puestos pero nadie me contrato. Ya no sabia que hacer...

Por un momento, su mirada cambio. Había pasado de la tristeza a la felicidad. Porque seguramente su sentimiento no ha cambiado. Ella lo sigue amando.

—Entonces apareció. Elliot trabaja conmigo en un puesto de café y así fue como nos conocimos. La historia de amor típica —Lara arrugo la nariz—. Nos odiamos al principio, luego nos amamos. Y parecía que iba a durar para siempre. El escribía poemas y me decía que yo era su musa inspiradora. 

—¿Y que paso?

—El estaba resfriado y entonces lo deje en casa... se me olvido mencionar que vivíamos juntos —rodó los ojos—. Bueno, el caso es que fui a trabajar y cuando regrese lo encontré en la cama con su ex novia llamada Claire. Estaban borrachos. Y ella me dijo que no era la primera vez que la engañaba. A todas le decía lo mismo... mon amour, musa inspiradora. Todas eran mentiras.

En cuestión de segundos, Lara estaba sollozando sobre mi hombro. Y entonces la contuve. 

—¿Que tiene que ver Marino en toda esta historia?

—Antes del viaje, nunca tuvimos una buena relación. Hasta llegue a odiarlo. Pero cuando lo llame el fue por mi. Viajo hasta París solo para golpear al idiota de Elliot. Y desde entonces nos mantuvimos unidos ya que el siempre sintió que debe protegerme.

—El es una gran persona de verdad —sonrió Lana— Cuando mi hermano crezca, quisiera que fuera como el.

Casi como siempre, Marino apareció de la nada junto a ellas. 

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