𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟏𝟒

48 7 1
                                    

—¡Elsa!— volvió a escuchar la peliblanca, miraba en todas direcciones intentando ver si Anna era otra alucinación de su mente o en realidad estába cerca de ella.

Elsa.
Buscaba y buscaba, corría en todas direcciones, pero no había nada, solo el color blanco.

—¡Elsa! ¡Por favor, regresa!— escuché otra vez. Giré y pude ver un punto negro a una enorme distancia.

—¿Anna?— miré fijamente aquel punto, vi que se movía, empecé a correr lo más rápido que pude hacia el, cada metro que recorría el punto se hacía más grande, hasta que mi vista se aclaró. Si era Anna, caminando en dirección contraria a mi. —¡Anna! ¡Estoy aquí!— le grité, pero parecía no escucharme. —¡Anna, por favor! ¡Voltea!— volví a gritar mientras corría hacia ella, ya casi llegaba, solo unos metros más, estaba apunto de tocarla, pero una pared invisible me lo impidió. Me golpee con ella y caí hacia atrás, toqué mi frente que había sido la más dañada por el golpe. —¡Anna!— me levanté rápidamente, ella estaba del otro lado de esa pared, apoyé mis manos en la misma mientras veía como se alejaba lentamente. —¡Anna, date vuelta! ¡Estoy aquí!— grité con todas mis fuerzas. Sabía que estaba en mi mente, que todo lo que estaba pasando estaba ocurriendo en mi mente, pero la voz de Anna era real, tenía que hacer que en la realidad mi cuerpo gritara, antes de que Anna se alejara más y no pudiera escucharme. —¡Anna! ¡Estoy aquí! ¡Anna!— grité con lágrimas en los ojos, tenía que hacer algo rápido.

—¡Elsa!— volvió a gritar mi nombre, se alejaba cada vez más. Toqué mi cabeza con ambas manos. Y cerré los ojos con fuerza.

—¿Por qué no puedo hacerlo? ¿Por qué?— me pregunté molesta. —¿Por qué no puedo hacerlo? ¿Por qué no puedo salir de esto? ¡Ahh!— grité llena de ira. Pensé por un momento, tal vez era verdad que Sara sufrió demasiado, pero es cierto que todo lo que a mi me pasó, desde mi pasado hasta día de hoy, ha sido gracias a mi y a Anna. Si, se merece ser reina, pero no puede reemplazarme, nunca podrá, ni yo a ella. Simplemente somos diferentes, somos lo que decidimos ser, nuestros actos nos forjan. No soy una inútil, Sara no es mejor que yo, ni yo mejor que ella. Somos iguales, ambas. Entonces lo entendí… —Tu puedes, Elsa. Solo tienes que confiar en ti.— abrí los ojos lentamente. —Tu puedes… confía en ti.— me dije a mi misma. Sentía como si un gran peso se me quitara de encima. Mi cuerpo ya no se sentía pesado. —Tu puedes, Elsa.— me dije, apoyé mis manos en la pared y alrededor de éstas se formó una aura azul. —Tu puedes— repetí mientras empujaba esa pared, sentía como empezaba a atravesarla. —Tu puedes… ¡Tu puedes!— grité la pared invisible se destruyó, como si fuese una pared de vidrio, ésta se quebró. Abrí los ojos en la realidad. Seguía atada a aquella silla, no tenía mis poderes, la luz azul seguía iluminando poco de la habitación. —¡Anna! ¡Estoy aquí! ¡Anna!— empecé a gritar con euforia el nombre de mi esposa.

Anna.
Caminábamos lentamente por aquella calle, esperando respuesta de Elsa, no había nada, ya era de noche y no había mucha gente por las calles, eso nos servía para poder escuchar con más atención.

—¡Elsa!— volví a gritar, ya me dolía mi garganta, estaba a solo tres gritos de quedarme afónica.

—¡Anna! ¡Estoy aquí! ¡Anna!— escuchamos los tres, ¿Acaso era?

—¿Escucharon eso?— preguntó Sam, mirando en todas direcciones.

—Claro que lo escuchamos— respondí, todos miramos en todas direcciones, esperando que aquella voz se volviera a escuchar.

—Silencio.— nos dijo Jack, mientras miraba con atención aquellas calles solitarias.

—¡Anna! ¡Alguien! ¡Ayúdenme, estoy aquí!— volvimos a escuchar. Parecía venir de una calle que ya habíamos pasado.

—Es por allá— Jack nos señaló la calle por la que habíamos pasado.

—¡Elsa, sigue gritando! ¡No te detengas!— gritó Sam, todos empezamos a correr a aquella calle,

—¡Samantha! ¡Estoy aquí!— volvimos a escuchar, ésta vez más cerca, seguíamos corriendo hasta llegar afuera de una pequeña casa de dos pisos.

—¡Elsa, no te detengas!— grité mientras todos veíamos aquella casa, esperando que fuera la correcta.

—¡Donde se unen viento y mar, un río lleva mil memorias que hay, duerman ya y en calma estén, pues él conserva lo que fue!— la escuché cantar. Era la casa correcta. Miré a Jack, estaba apuntó de decirle que entráramos, pero un golpe brusco nos asustó a todos, era la puerta de la casa, Gregory la estaba golpeando con su pie. Lo escuchábamos quejarse, lleno de cansancio y dolor en su pie. Pero no se detenía. Hasta que de un fuerte empujón entró en la casa.

—Vamos…— Nos miró, todos entramos a la casa, encendimos la luz, pero no había nadie.

—¡Elsa, sigue cantando!— grité nerviosa.
—En sus aguas hay verdad y a tus dudas te responderá, su voz honda buscarás, si lejos vas será el final— me obedeció.

—Viene de esa puerta.— nos señaló Sam. Ésta vez Jack entró en acción, dándole fuertes golpes a la puerta. Éste tardó más, pero al final también la destruyó, permitiéndonos a todos ver el sótano que parecía estar ligeramente iluminado por una luz azul.

—¡Estoy aquí! ¡Anna! ¡Samantha! ¡Quien sea, por favor, ayuda!— escuchamos el grito de Elsa, bajé por las escaleras a toda velocidad. La vi atada a una silla, al verla, mi corazón se aceleró por completo, lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas. —¡Anna!— me gritó con los ojos llorosos.

—¡Elsa!— corrí a liberarla, le solté las manos y pies, para después abrazarla con fuerza, ella me abrazó con la misma intensidad. —Elsa… Estás bien…— dije sin dejar de abrazarla y de llorar. Sentía como todos nos abrazaban, los brazos de Greg, Jack y Sam.

—Que bueno que estás bien, Elsa.— dijo Greg.

—Eres una tonta, ¿Por qué huiste? ¡Te pudo pasar algo malo! ¡Te pasó algo malo! ¿Quién hizo esto?— le pregunté preocupada, mirándola a los ojos.
—Fue Sara, ella lo hizo.— me respondió. Una increíble cantidad de ira se apoderó de mi.

—Te dije que era mala.— le dije, molesta.

—No lo es, Anna… Ella no es mala, solo quiere ser feliz, quiere ser una reina… Quiere ser feliz, solo eso, todo el sufrimiento por el que ha pasado y piensa que ser reina le ayudará, nos necesita, Anna.—

𝑹𝒆𝒊𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝑮𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂 /𝑻𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora