ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝟡

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—¿Por qué estás despeinada?— preguntó Elsa al ver a Anna un poco despeinada acercándose a ella.

—Lo siento, ví una araña en el lavabo, caí del susto, me levante, me golpee con el mismo lavabo, al intentar frotar el golpe me despeine, fué algo gracioso.— respondió Anna para después soltar un par de risas.

—Entiendo, ¿Ya nos vamos?— preguntó Elsa.

—Claro. Podemos irnos— le respondió Anna, ambas empezaron a caminar con dirección a la puerta.

—¿A donde van?— escucharon la voz de Arcov a lo lejos.

—Tenemos que ir a ver la inauguración de una chocolatería. Pero no se preocupe, regresaremos rápido.— le respondío Elsa.

—Que modales los tuyos, hermano. ¿Las dejarás ir solas?— preguntó Jack molesto.

—Claro que no... De hecho solo estába esperando a que me llamaran, para poder ir.— respondío Gregory.

—No cariño, está bien si quieres quedarte aquí. Kristoff nos acompañara, no tienes de que preocuparte.— le dijo Anna.

—Claro que no, es su deber como esposo, acompañar a su mujer a donde ella tenga o necesite ir— dijo Jack, serio. Anna con cara de disgusto hacía él. Aceptó la propuesta.

—Bien, cariño. Vámonos.— dijo Anna un poco frustrada. Gregory caminó hasta ellas y los tres salieron del Castillo.

—De verdad lo lamento chicas, no quería arruinar su noche de hermanas.— dijo Gregory cabizbajo.

—No te preocupes Greg, no había nada que pudiéramos hacer ahí, además... Nos vendrá bien algo de aire.— le dijo Elsa, un poco nerviosa. Llegaron a un carruaje, Kristoff conduciría. Avanzaron y tan solo en 30 minutos llegaron a la chocolatería. El trío bajó del carruaje. Viendo como Kristoff estába preparado para irse. —Puedes entrar con nosotros si gustas, se vería mál que yo viniese de tercera.— le dijo Elsa a Kristoff.

—No quisiera incomodar.— respondío el chico, apenado por la invitación.

—Vamos Kristoff, eres nuestro amigo, al igual que Gregory, deja el carruaje aquí.— dijo Anna con una sonrisa. Kristoff ya más confiado bajó del carruaje. Todos entraron a la chocolatería, había bastantes personas, Ricardo se hizo presente. Con una sonrisa y los brazos abiertos.

—Rey y Reina de Arendelle, es un honor que vengan a ver la inauguración, gracias por aceptar la invitación— dijo abrazando a Anna y Gregory. —Reina Elsa, vendedor de hielo Kristoff— saludó a los chicos con una reverencia. —Es un honor que todos estén aquí ésta noche.— dijo nervioso. —Les reserve un lugar hermoso, el balcón más lindo y con las mejores decoraciones.— dijo para después caminar por toda la chocolatería, subieron las escaleras al segundo piso, en el cual había aún más personas que en el anterior.

—Wow, es muy lindo... Y huele delicioso— dijo Gregory al ver el lugar y oler el aroma a chocolate.

—Aquí se hace el más delicioso chocolate de Arendelle, amargo, con avellana, con relleno de fresa, de mora, de frambuesa. Pan con relleno de chocolate, chocolate caliente, helados de chocolate. Todo es de chocolate. Y solo por ésta noche, todo será gratis.— dijo Ricardo, emocionado.

—Suena genial, a las personas les gusta demasiado el chocolate, les aseguro que éste lugar nunca se iría a la quiebra.— dijo Kristoff asombrado por el lugar. Llegaron a la mesa, cada chico ordenó algo diferente y las órdenes no tardaron casi nada en servirse. El servicio era rápido y amigable, sin duda uno de los mejores lugares de Arendelle. Los chicos hablaban de como sus vidas habían cambiado radicalmente, como seguía todo en Arendelle con la farsa de la boda y otras cosas. Entre vino, chocolate, helado, pan y demás todos estában un poco mareados. El vino empezada a afectar. Ricardo lo notó rápidamente y empezó a desalojar a las personas, ya era muy tarde y seguramente requerirían hospedaje.

—Disculpen, damas y caballeros, ya vamos a cerrar, de verdad es un placer tenerlos aquí y aunque quisiera que fueran a su hogar...— Miró el cielo fijamente como truenos se hacían presentes, pequeñas gotas de agua y fuertes brisas comenzaban a hacerse presentes. —Creo que lloverá y muy fuerte, pueden quedarse aquí, hay 8 habitaciones para algunos trabajadores nuevos que llegaran dentro de un par de días.— dijo Ricardo. (¿Que conveniente no?) .

—Eso estaría bien, gracias Ricardo, aceptaremos tu hospedaje.— dijo Anna, al intentar levantarse de la silla, por poco cae por el balcón, de verdad había bebido mucho, Kristoff y Gregory la ayudaron a llevarla a una de las habitaciones, mientras que Elsa se quedó sentada comiendo más chocolate. Las habitaciones eran bastante acogedoras y lindas. Acostaron a Anna y la arroparon, salieron de la habitación, Kristoff se metió a otra y cerró su puerta. Mientras que Gregory regresó al balcón y vió a Elsa mirando el hermoso paisaje que tenía frente a ella, hermosas montañas y a lo lejos se veía el castillo iluminado con pequeñas luces. En el cielo se veían rayos que a veces iluminaban más el mismo. Pequeñas pero casi invisibles e intangibles gotas de agua caer hacían que el lugar estuviera frío.

—Te ves linda ahí.— dijo Gregory. Sin nerviosismo, solo lo había dicho, como si esa misma noche el hechizo lo hubiera arreglado todo para llegar exactamente a ese punto. Al escucharlo, Elsa dió un pequeño salto. —Lo siento, no era mi intención asustarte.— dijo acercándose más al balcón.

—Ricardo me dejó quedarme aquí un rato más. Y gracias— respondío amablemente con una sonrisa.

—¿Piensas en algo?— preguntó el chico con la mirada fija.

—Pienso en muchas cosas, de alguna manera, el vino y el chocolate me relajaron... De una manera que no puedo describir. Tal vez un rato con amigos es realmente lo que ayuda a alejar el estrés.— respondío Elsa mirando el paisaje.

—Nunca había tenido amigos... Mi padre era un mounstro.— dijo el chico, para después sentarse al lado de Elsa.

—¿Era?— preguntó Elsa con una pequeña risa.

—Bueno, sigue siendo un mounstro. Es por eso que nadie se nos acercaba, solo nos respetaban por el miedo que nos tenían, nunca tuve realmente amigos... O a una amiga— dijo para después mirar a Elsa, la cuál también giró a verlo, su mirada se clavó en sus ojos, esos hermosos ojos.

—Bueno, ahora los tienes.— pudo decir apenas, estába hipnotizada por la bella mirada del chico.

—¿En que piensas?— le preguntó Gregory sin dejar de verla. Sus miradas no eran serias, ni bobas, eran simplemente ellos. Tratando de llevarse bien.

—En si lo que estoy apunto de hacer está bien.— le respondió Elsa, quería hacerlo, necesitaba hacerlo, veía los labios del chico, aquél beso que se habían dado, había sido diferente, quería más de eso. Pero en el Fondo, ahora, muy en el fondo, sabía que sentía algo por Anna. Pero ahora parecía que no le importaba, parecía que lo que sentía por Gregory era más grande. Mordió ligeramente su labio inferior y se acercó al chico, hasta que se besaron. Un beso lento y con deseo. Elsa se levantó de su silla para después sentarse en las piernas del chico, sin dejar de besarlo. Ambos lo deseaban, lo necesitaban. Entre chocolate y vino seguían besándose, empezando a acariciar partes del cuerpo del otro.

𝑹𝒆𝒊𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝑮𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂 /𝑻𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora