Pɑя†ε 6

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Islas del Norte.

Georgina Pov.

Me encontraba en mi habitación aún, estaba terminando de prepararme para dar un paseo con Lucille, desde que el Rey James murió ahora yo soy la reina y Lucille mi princesa, el Reino lo había aceptado sin problemas, me preguntaba como se encontraba Elsa, había pasado mucho tiempo sin hablar con ella o con Anna. Tocaron la puerta de mi habitación. La abrí y era Lucille.

—Buenos días cariño.— me dijo dándome un beso.

—Buenos días, puedo preguntar, ¿Por qué razón, no te encontré ésta mañana a mi lado?— le pregunté.

—Me desperté temprano y quise ir por algo de comer, también recibí ésto— me entregó una carta. La tomé y le di la espalda. —Yo misma te preparé el desayuno, así que baja o no tendré piedad contigo ésta noche— me dijo para después darme una nalgada y salir de la habitación. Una carta de Arendelle. Al abrirla lo primero que leí fué "La reina Anna" Me sorprendí, entonces si terminaron juntas, me alegro demasiado por Elsa, estába tan enamorada de Anna, claro que iré a esa fiesta, me intriga saber que es lo que han hecho juntas.

Reino de Arendelle.

Anna Pov.

Me encontraba en la oficina, ayer había entrado ahí y había pasado la noche ahí, era porque estába haciendo papeleo de las cosas que necesitaba para la fiesta de Olaf, ya no hacía falta nada. Elsa y yo casi no hemos hablado y hoy es el segundo día que está aquí, debería aprovecharlo, pero tampoco quiero dejar de lado la fiesta de Olaf. No sabía que era lo que había hecho toda la noche o donde había dormido. La fiesta es mañana, tenía que aprovechar el día de hoy para estar lo más cerca posible de ella y aclarar lo que sentimos ambas.

Elsa Pov.

Abrí los ojos esperando que Anna estuviera a mi lado en la cama, no fué el caso, no sabía dónde estába, ayer había entrado a la Oficina y no la ví salir en toda la noche, vine a su cuarto esperandola aquí para dormir juntas, pero nunca llegó. Escuche que tocaron la puerta.

—Adelante.— dije sin más.

—¡Elsa!— rayos, era Olaf.

—Hola Olaf— dije levantándome de la cama.

—¿Qué hacías ahí? ¿Pasaste una linda noche?— me preguntó de manera pícara.

—No es lo que piensas Olaf, Anna no...— no le podía decir que Anna pasó toda la noche en la oficina, empezaría a hacer preguntas. —Pudo con tanto amor que le di anoche, pero claro no te puedo contar esas cosas, son privadas.— dije tratando de no sonrojarme al pensar en ella.

—Oh cielos— dijo para después reír. —Que bueno que tengan ese tipo de encuentros, ayer sentí la energía, de ambas y podía ver lo mucho que se deseaban— me dijo, ¿Qué? ¿En serio éramos tan obvias?

—¿Tan obvias somos?— le pregunte entre risas.

—Tal vez solo un poco, en fin, iré a buscar un poco de chocolate, ya casi termino mi castillo— Dijo para después salir de la habitación. Me di una ducha y me vesti, si Anna había Estado en la Oficina toda la noche, debería de ir a llevarle un té. Fuí a la cocina rápidamente y le preparé uno no muy caliente para que no se quemara, camine por el castillo con la charola en manos, había llegado a la puerta de la oficina justo cuando iba a abrirla Anna salió y derrame todo el té en su vestido, ambas soltamos un pequeño grito.

—Anna, lo siento mucho, lo siento— dije tratando de levantar todas las cosas del suelo.

—Está bien, no te preocupes, déjame ir a cambiarme, está caliente.— me dijo agitada, para después empezar a caminar. —¿Puedes venir? Necesito hablar contigo de los preparativos.— me dijo, levanté rápido las cosas y la seguí hasta su habitación. Dejé la charola con las cosas en un mueble, Anna cerró la puerta y buscó entre sus cajones de ropa.

—Anna de verdad lo siento, no era mi intención.— le dije triste.

—Está bien, no te preocupes, se que tus intenciones son buenas.— dijo para después girarse y quedar frente a mi traía su ropa seca en la mano.

—¿Por qué no viniste a dormir anoche?— le pregunté triste.

—Tenía mucho que hacer con el inventario de la fiesta y... Quería evitar estar muy cerca de tí, demasiado cerca de tí. Pero no puedo hacerlo...— me dijo acercándose a mi.

—Anna... Yo, lo siento mucho. No debí venir.— dije triste y cabizbaja.

—Que bueno que viniste, de verdad te extrañaba, me hacías tanta falta, yo no puedo dejar de pensarte, todos los días y todas las noches.— dijo caminando hacia mi, me tomó por la barbilla y levanto mi cara, nos miramos fijamente. —No puedo dejar de amarte Elsa.— dijo para después darme un beso, un beso tan cálido y lindo que no quise terminar. Lo seguí. Anna se separó de mi, caminó hasta la puerta y le puso seguro, caminó nuevamente a mi. —Creo que debería quitarme la ropa, o me hará daño— me dijo, ya estába muy cerca de mí. —¿Me ayudas?— me dió la espalda y ví el cierre del vestido. Me levanté y bajé el cierre, dejando descubierta su espalda, pude ver su sostén negro. —También quitalo, también está mojado.— me dijo. Yo obedecía lo que decía. Desabroche el sostén y pude apreciar su espalda, le di unos cuantos besos húmedos, al poco tiempo sentí que tuvo un escalofrío. El vestido se deslizó hasta el suelo dejándola solo con sus braguitas, negras. Se dió vuelta rápidamente y nos miramos.

—Anna...— pude decir apenas, tenía tantas ganas de besarla y hacerle muchas cosas.

—Elsa...— me dijo, también ella quería hacerlo, podía notarlo. Nos besamos, ésta vez más apasionado, más candente, un beso con mucha pasión, con la pasión que nos había hecho falta en los meses que no nos habíamos visto.

𝑹𝒆𝒊𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝑮𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂 /𝑻𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora