19. Diario.

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-¡Rápido, Tamaki, busca por todos lados!

La puerta de la habitación se abrió bruscamente y frente a ellos apareció su mayor pesadilla. La cosa era así, Mirio observó que Inna sorpresivamente poseía un diario, ¡un diario! De esos que ocultan secretos, y claro, estaba de más decir que su curiosidad era demasiada.

De alguna manera logró convencer a Tamaki de que lo consiguieran, pues esa noche Inna y Hadou saldrían de compras, así que los dos hombres se colaron en su casa, buscando a diestra y siniestra por todo el lugar. Pero al parecer, no calcularon bien el tiempo que ella estaría fuera.

Inna los miraba severamente enojada, sus mejillas estaban rojas, su ceño fruncido, tenía una mueca y sus nudillos estaban tan blancos que ambos temieron que se fuese a safar los dedos.

-¿Qué están haciendo?- dijo lo más calmada posible, conteniéndose.

Mirio y Tamaki compartieron miradas y ambos tragaron en seco, sin saber que responder.

-Etto... Aihara-san... jeje, ¡ay!- Mirio se rascó la nuca, ocultando sin éxito sus nervios.

Tamaki se sentía avergonzado de lo que pudiera estar pensando Inna de él. No quería que sintiera que invadía su privacidad, pero Mirio había resultado tan ingenioso y manipulador que logró convencerlo en hacer eso en menos de lo que canta un gallo.

-¡Quiero una explicación creíble ahora!- gritó Inna haciéndolos retroceder con miedo.

-¡Sólo queríamos buscar tu diario!- lloriqueó Mirio con pánico.

La expresión de enfado de Inna cambió a una de completa confusión y alzó una ceja.

-¿Mi diario?

Mirio asintió frenéticamente- Tienes uno, lo vi yo mismo. Incluso decía en la portada "Mi querido diario".

El lugar quedó en completo silencio. Inna comenzó a relajar sus facciones y poco a poco sus labios se curvaron en una sonrisa burlona. Mirio y Tamaki se miraron confundidos.

-Hablas de ese diario- ella soltó una risita- Mirio, ese diario dejé de usarlo desde los diez años, es decir, que no encontrarían nada interesante en él más que todos mis relatos por mi fanatismo hacia las películas de Barbie.

Mirio pestañeó varias veces, desconcertado.

-Aún asi- prosiguió- ustedes se han metido sin mi autorización a mi casa. Mirio, como siempre. Pero Tamaki-kun- ella miró al azabache con decepción- no lo esperaba de tí.

Tamaki sintió como si le hubieran hechado un balde de agua fría. Por suerte, estaba muy cerca de la pared así que sólo dio media vuelta y pegó su frente, sin saber bien que responder a eso.

-L-lo lamento, Inna-chan- murmuró.

Inna soltó un suspiro cansado- Lo dejo pasar por que es la primera vez y me gustas demasiado como para romperte los dientes- la rubia rió al notar como al azabache se estremecía. Luego miró al Togata- Y tú no te la vas a acabar.

Tomó a Mirio se la oreja y salió con él de la habitación mientras él lloriqueaba.
Al bajar las escaleras Inna lo soltó y se puso firme.

-¡Mira el desastre que haz dejado en mi sala, Togata! Tendrás que limpiar todo pero YA.

Mirio rió nervioso y luego miró a Inna curioso.

-Inna-chan, al menos dime que mi búsqueda pueda tener frutos.

-Quizás- ella se cruzó de brazos y entrecerró los ojos, mirándolo fijamente- Mi diario si estaba en mi cuarto, si es lo que quieres escuchar.

-Perfecto- murmuró Mirio comenzando a limpiar la sala.

Segundos después Tamaki bajó las escaleras, con la cabeza baja y sus manos detrás de su espalda, cuando estuvo frente a Inna se inclinó levemente.

-Inna-chan, y-yo realmente estoy muy a-apenado por... lo que hice- dijo en voz baja.

-Está bien, Tamaki-kun...

-No, no está bien- Inna frunció el ceño cuando él la interrumpió pero no dijo nada al respecto- No lo volveré a hacer, t-te lo juro.

Ella suspiró y acarició el cabello azabache de Tamaki, quién se sonrojó por ello.

-De acuerdo, confiaré en tu palabra, mi lindo Tamaki-kun.

Él estaba al borde del desmayo, no podía evitar sentirse muy halagado y feliz por ese tipo de palabras de la chica, pero a la vez lo hacían avergonzar y ponerse nervioso.

-No encontrarás mi diario, don fisgón- dijo Inna de pronto- No volverás a entrar a mi cuarto nunca más.

Mirio detuvo su avance de puntillas hacia el cuarto de Inna y la miró con una sonrisa de inocencia.

De alguna forma, obtendría ese diario.

Tamaki Amajiki. || One-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora