14. Fotos

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-Tadaima.

El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose resonó en toda la casa. Ella rió con amargura, como si alguien la hubiera escuchado.

Se dirigió a la cocina y sirvió un vaso de agua, se sentó en la mesa con los ojos vacíos y una fuerte presión en su pecho. Siempre era lo mismo, llegaba a su casa y todo estaba en completo silencio, ella se sentía sola, antes, lo único que tenía era su hermano pues sus padres los abandonaron a ambos desde muy pequeños, pero ahora él ya no estaba ahí.

Soltó un suspiro y subió hacia su cuarto, comenzando a quitarse la ropa para darse una buena ducha.

Ya dentro y después de haberse enjuagado el cabello, escuchó pasos en las escaleras, deteniéndose en seco y tensando todo su cuerpo. Salió de la ducha y envolvió su cuerpo desnudo en una toalla, abriendo levemente la puerta del baño y asomándose al pasillo, sin ver a nadie. Frunció el ceño.

-¡Aihara-san!

Se sobresaltó al escuchar una voz detrás de ella, dando un brinco hacia atrás, cayendo fuera del baño y mirando asustada detrás de ella.

-Mirio.

-¡Ah, gomen, Aihara-san!

Él se vestía rápidamente mientras Inna fruncía el ceño y se levantaba del suelo, con la mirada fija en él. Mirio sintió su mirada y alzó la suya, ruborizándose al verla con tan sólo una toalla.

-¡¿Sucedió algo?! ¡Escuchamos un ruido!

Nejire y Tamaki llegaron corriendo y se detuvieron abruptamente al verlos semidesnudos. Tamaki tragó saliva y miró a Mirio, como buscando una explicación.

Mirio los miró sorprendido y comenzó a mover los brazos.

-¡No es lo que creen!

-¿Ah? ¿Inna y Mirio están saliendo? ¿Qué estaban haciendo, cochinos? ¿Por qué no lo dijeron antes?- Nejire los veía confundida, con su dedo índice en la comisura de sus labios, pasando sus ojos de Inna a Mirio- Creí que a Inna le gustaba Tamaki.

-¡Silencio, Nejire!- Inna alzó la voz, ella estaba molesta y avergonzada, no podía mirarlos a la cara, mucho menos a Tamaki. Tragó saliva y apretó sus puños.- Vayan a abajo, que Mirio les expliqué las cosas, y esperenme- los tres asintieron frenéticamente y se dirigieron a las escaleras pero Inna los interrumpió- ¡Y tú, Mirio Togata, ni se te ocurra volver a hacer eso!

Mirio asintió sonriendo nervioso y ahora sí, los tres bajaron. Inna suspiró frustrada y volvió a su habitación a ponerse ropa cómoda. Se sentía muy enojada con Mirio por invadir su privacidad de esa manera, además de dar una escena a Tamaki y Nejire para nada apropiada.

¿Qué pensaría Tamaki de ella? ¿Estará molesto? Esperaba que Mirio le explicara bien. Después de cambiarse y cepillarse el cabello, Inna se sentó en su cama, mirando sus manos las cuáles estaban en su regazo, intentando reunir el valor suficientemente para bajar.

Unos toques en la puerta le hicieron fruncir el ceño.

-¡Les dije que esperaran abajo!- gruñó.

-Inna-chan...

Ella abrió los ojos con sorpresa y se arrepintió de haber hablado de esa manera, soltó un suspiro y se acercó a la puerta, al abrirla pudo ver a un azabache sonrojado y nervioso, él trataba de mirarla al rostro pero segundos después bajaba la mirada.

-M-Mirio nos explicó- dijo en voz baja- Él y Nejire se fueron a comprar algo de comer.

-Ya veo- murmuró Inna entrecerrando los ojos. Tamaki se intimidó ante su mirada y comenzó a temblar levemente- Oi, Amajiki-kun.

-¿S-sí?

-Entra.

Tamaki la miró sorprendido y comenzó a negar con la cabeza rápidamente mientras movía las manos. Inna rodó los ojos con una sonrisa y lo tomó del brazo, cerrando la puerta detrás de ellos.

-Amajiki-kun, no voy a hacerte nada que no quieras.- ella rió haciendo que el azabache se pusiera nervioso- Hay que acostarnos, hablar de cosas que se nos ocurran... algo así.

Ella se aventó a la cama y Tamaki se recostó lentamente a lado de ella. Él miró sus manos y comenzó a jugar con ellas, nervioso por la cercanía de la chica. Inna miraba el perfil del chico, pensando en lo lindo que era y que seguramente sus hijos les agradecerían por los buenos genes.

-Oi, Amajiki-kun.

-¿S-sí?

-Tú siempre me llamas por mi nombre...- dijo ella, pensativa.

-¿N-no te gusta? Lo sabia... no debo tener la confianza para llamarte así... soy patético. Gomen, Aihara-san, yo...

-¡Basta!- ella rió- me gusta que me tengas confianza. En realidad estaba pensando que... bueno, yo te llamo por tu apellido, pero llevo conociéndote por mucho tiempo, y quería saber si tú me dabas permiso de llamarte por tu nombre.

Ella lo miró levemente sonrojado y Tamaki no pudo evitar sentirse un poco avergonzado. Parpadeó varias veces y asintió, tragando saliva.

Ella le sonrió emocionada, haciéndolo sentir mariposas en el estómago, era una sensación tan linda.

Ambos se pasaron los siguientes treinta minutos hablando sobre teorías extrañas sobre el universo, contando anécdotas de su infancia y haciendo uno que otro chiste. Inna se dio cuenta de lo enamorada que estaba del chico cuando lo vio reír a carcajadas, nunca antes lo había visto así, sonrojado, con una sonrisa en su rostro y algunos cabellos rebeldes, era la imagen más increíble que sus ojos lograron captar y decidió guardar para siempre eso en su memoria.

-Tamaki-kun, ¡tomemonos una foto! No, una no, ¡muchas!

Tamaki asintió levemente avergonzado y ella sacó su teléfono, comenzando así a tomarse varias fotos junto al azabache, quién sólo sonreía tímidamente mientras ella hacía varias poses y expresiones, algunas graciosas y otras simples.

Tamaki tragó saliva al verla revisar las fotos con una sonrisa, sacó su celular y se armó de valor para preguntarle.

-Inna-chan... ¿p-puedo tomarte una foto?

Inna lo miró con ternura al verlo tan nervioso y asintió, sonriendo alegremente hacia el azabache, quién le tomó varias fotos para después mirarlas y sonreír inconscientemente, ella se veía preciosa en todas las fotos.

-¡A ver!- la rubia se acercó y Tamaki le acercó el celular. Ella sonrió levemente al ver.

Tamaki apagó la pantalla e iba a guardarlo pero un leve golpe en su hombro le hizo detenerse, miró confundido a Inna.

Ella hizo un puchero.

-¿Como así? ¿No vas a ponerme de fondo de pantalla?

Tamaki abrió los ojos con sorpresa y sintió sus manos temblar, mientras se ponía colorado hasta las orejas. Claro que pensaba ponerla de fondo, pero cuando llegara a su casa, no quería hacerlo frente a la fémina. Aún así, ante la mirada insistente de la rubia, asintió y con sus manos temblorosas la puso de fondo.

-¡Perfecto!- ella lo miró y sonrió- Oi, Tamaki-kun.

-¿Si?

-Me gusta estar contigo.

Él tragó saliva.

-A mí t-también, Inna-chan.

Tamaki Amajiki. || One-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora