Ocho

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Llevaban ya lista una historia que contarían si les preguntaban cómo se hicieron novios, Jimin iba listo, convenciéndose a si mismo de que todo saldría bien y él haría una buena actuación.

La moto se adentró en el pequeño patio de la casa y se estacionó, Yoongi bajó primero y tendió un mano a Jimin para ayudarlo a bajar, aunque no había mucha necesidad, pues no era difícil. Respiró hondo una última vez antes de entrar a la casa de Yoongi que en definitiva era más grande que la suya en todo sentido.

La puerta de madera fue abierta por la llave que Yoongi llevaba, Jimin sintió un poco de nervios pero se fueron cuando noto que la mano del rubio se posaba sobre la suya tomándola con delicadeza.

Ese año que estuvo en el taller de actuación en el kínder tendría que dar sus frutos.

Entraron tomados de la mano a la casa iluminada. Los sillones se veían caros pues eran de piel y del centro de la sala colgaba una linda lámpara del techo, tipo candelabro pero más chico.

Frente a ellos estaban los señores Min.

La mamá de Yoongi, al igual que su padre, no vestían formales, parecían ser los atuendos que cualquiera usa para ir un domingo a pasear. Atrás de ellos estaba Namjoon, lo había visto pocas veces pero parecía alguien muy agradable. Vestía una camisa con tirantes y unos pantalones una talla más grande de la que seguramente era.

La familia de Yoongi vestía muy colorida, todos incluso los padres. Tenían una gran sonrisa en el rostro y se preguntó porque Yoongi no era así. Es decir, si lo había visto sonreír, claro estaba, pero no era de los que sonreían a todo el mundo. Tampoco era como sus padres que vestían tan alegremente, siempre lo había visto con cosas oscuras. Cómo era ese día, el tenía un pantalón de mezclilla y una chamqueta negra.

—Buenas noches, lamento llegar tarde— hizo una pequeña reverencia a modo de saludo.

—No te preocupes, nosotros siempre llegamos tarde a todos lados— le dijo Namjoon con algo de diversión.

Jimin soltó una risita, esperó a que los padres de Yoongi le saludaran, pero parecía que ambos se estaban debatiendo en sus mentes que decir.

Sintió como Yoongi intensificó el agarre en su muñeca y miró a sus padres.

—Como les dije, él es Jimin. Mi novio.

La seguridad con la que Yoongi decía todo a pesar de estar mintiendo lo asombró.

—Pasen a cenar, por favor. —Fue lo único que dijo la señora Min. Luego se volteó para caminar hacia la cocina y el señor Min les hizo un gesto de que lo siguieran.

Jimin se sintió un poco mal, pues su saludo no fue devuelto. Discretamente se acercó a Yoongi y se puso de puntillas para hablarle al oído.

—¿Ellos me odian?— susurró.

—Claro que no— contesto—. Solo se están apenas haciendo la idea de que mi pareja tiene pene.

Con eso Jimin se quedó callado, llegaron al comedor. Un gran comedor de vidrio transparente ocupaba la mitad del cuarto. Sillas de madera bien pintadas estaba a su alrededor acomodadas esperando ser ocupadas. De pronto Jimin se imaginó a si mismo ser víctima de su torpeza cayéndose sobre la mesa y partiéndola en miles de cachitos. Sacudió su cabeza, le había prometido a Yoongi dar una buena impresión. Debía ser un buen novio falso ¿No?

Se sentó al lado de Yoongi, y del otro lado, en frente de ellos estaba Namjoon y los señores Min.

Claramente Yoongi no se parecía a sus padres, era de tez clara y sus padres y hermano de tez más un poco morena. Tal ves había sacado genes de algún abuelo.

Esto, es tan cliché (Y.M)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora