Dieciséis

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Jimin se había quedado absorto en sus pensamientos, las palabras de la señora Cha le marcaron, le dieron un aprendizaje muy importante. Algo que Jimin no había logrado entender en muchos años, ahora lo entendía.

—¿Cariño? — La voz preocupada de la señora Cha lo devolvió a la realidad. Jimin meneo la cabeza para alejarse de sus pensamientos. —¿Estás bien?

Tardó en darse cuenta porque le pregunto aquello, pensó que simplemente había sido porque se había quedado callado unos segundos. Pero no, sintió un líquido resbalar por su mejilla hasta caer en el cuello de su camisa. Llevo su mano a sus ojos, y se dio cuenta que estaba llorando.

Esas cosas solían pasarle, y no entendía porque. Muchas veces comenzaba a llorar, por recordar algo, por pensar en algo. Pero no se daba cuenta, no hasta que las lágrimas ya estaban descendiendo, justo como en ese momento.

—Ah si, perdone señora Cha. — Se limpio con el dorso de la mano las lágrimas y trato de dar la mejor sonrisa, para no preocupar a la señora—. Es solo que yo perdí a mi madre, hace unos años.

Tal confesión no la esperaba en lo absoluto la tía de Yoongi. La mujer se sorprendió, y se llevó la mano a la boca en gesto de sorpresa. No sabía de qué decir, abrió la boca para decir algo y volvió a cerrarla casi al instante.

—Yo… lo siento— fue lo que logró salir de su boca—. No tenía idea.

—No se preocupe— negó riendo, pero al mismo tiempo otra lágrima caía de su ojo. —. Siempre he tenido curiosidad sobre porque la gente pide perdón cuándo le dices que un familiar tuyo está muerto. Digo, no mató esa persona, ¿por qué se disculpa entonces?

La señora Cha no supo que responder. Se sintió mal cuándo el chico le dijo que había perdido a su madre. Porque ella había estado hablando del dolor que sintió al perder a su hijo, sin pensar que alguien más también estaba pasando por un sufrimiento igual de grande. Pensó que Jimin se pondría a llorar por recordar a su madre, pero no.

Jimin si estaba derramando unas lágrimas, sin embargo también estaba riendo, y haciendo preguntas capciosas para aligerar el ambiente.

Jimin también estaba sorprendido con él mismo, por primera vez recordaba a su madre y no se ponía a soltar lágrimas como fuente. A maldecir a todos los cielos por llevársela a ella y dejarlo a él. Sentía que había descubierto algo importante, algo que apenas estaba viendo.

—No lo se, pero es como una costumbre.

El chico tomó el agua de su vaso. La razón por la que había ido a la cocina en primer lugar. Después de tomársela dejó el vaso en el fregadero y se salió de ahí. Dejando a la señora Cha desconcertada. Pero en el fondo, admirada porque ese pequeño chico sabía llevar el dolor de una perdida muy bien.

Jimin entró a su habitación, en la que dormiría esa noche. No sé percató de que Yoongi no estaba ahí, solamente se abrió paso y se sentó en la cama, con la vista clavada en la ventana que dejaba ver el exterior del lugar, el bosque con grande árboles alzándose a lo alto. Ya estaba anocheciendo, por lo tanto se veía algo oscuro el panorama.
Se sentó contemplando todo, la última lágrima cayó de su mejilla.

El sabía que era la última, porque ya no sentía ganas de llorar. Solo quería observar esa vista tan hermosa que tenía. Se sentía relajado.

La puerta fue abierta, y por ella entro Yoongi. Con el cabello ya seco después de ducharse, llevaba solo un short y una camiseta negra. Ropa cómoda para dormir. Jimin giró su mirada, por un momento se olvidó que él no era el único en esa habitación.

Yoongi iba a hablar, pero notó las marcas de agua en sus mejillas que dejaron sus lágrimas.

Alarmado fue hasta Jimin y le acaricio la mejilla, con una dulzura increíble. Tanto así que Jimin cerró los ojos y pensó que el tacto de Yoongi era muy parecido al de un pétalo de rosa.

Esto, es tan cliché (Y.M)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora