Uno

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Las campanas del colegio se escucharon en todos los pasillos.

Los grupitos de amigos que estaban en distintas esquinas de los pasillos se desintegraron y despidieron para ir cada uno a su salón correspondiente. Algunas chicas que compartían clases se fueron juntas en la misma dirección.

Después de unos segundos todos los alumnos se habían metido a sus aulas correspondientes, pues eran las 8:00am, las clases estaban a punto de comenzar.

Solamente un chico se quedó afuera, movía su pie impacientemente mientras con su vista buscaba a alguien fuera de la escuela. Al no ver a la persona que esperaba tomo su celular para marcarle, sus dedos temblaron débilmente al pulsar los números. Al fin, del otro lado de la línea, su mejor amigo contestó.

—¡Jimin!— le gritó fuerte, se imagino que su amigo al escuchar el grito había alejado el celular de su oído por inercia.

—No estoy sordo, Taehyung— le reprochó su amigo. Su voz estaba agitada, se oía ruido del otro lado y unos pequeños jadeos que el chico soltaba de cansancio. Estaba corriendo. —¿Crees que alcancé a llegar?

Taehyung rodó los ojos ¿todavía lo preguntaba?

—Claro que no, Jimin. Por dios, las clases ya están empezando… sabías que no podías llegar tarde otra vez o te mandarían a castigo. ¿Por qué se te hizo tarde?

No contestó enseguida, se escuchaban las pisadas de sus pies contra el suelo, esforzándose para poder llegar. Pero no lo haría a tiempo. Jimin sabía muy bien que vivía a 30 minutos de la escuela y aunque corriera tan rápido como pudiera no llegaría a tiempo para la primera clase.

—Ayer cubrí turno de noche y…

—¡Kim Taehyung!— aquella voz. La subdirectora del colegio se hallaba atrás del chico mirándolo inquisitivamente tras sus anteojos. Esa señora de cuarenta años era el mayor miedo de los estudiantes.

El director era como un conejito, que no decía nada. Pero la subdirectora era como un león que siempre andaba de malas y todos trataban de ignorar.
Con temor, Taehyung giro para enfrentar a la mujer.

—Amigo, me tengo que ir— colgó la llamada para sonreír lo mas que pudo a la subdirectora, pero ella no sonreía.

—¿Se puede saber que hace afuera de su salón?— Ahí estaba su mirada, esa mirada que si tuviera rayos láser ya lo hubiera achicharrado— Si en este momento no entra a su aula lo mandaré a castigó. ¿me oyó bien? Tiene tres segundos…

Dios, no, el castigo era lo peor que podía existir.

—Tres.

Los alumnos se quedaban encerrados durante tres horas sin hacer absolutamente nada, pero no podían ni siquiera pararse de la silla, era como estar congelados en su lugar por un montón de tiempo.

—Dos.

Sacudió su cabeza para no imaginarse en esa situación. Antes de que la señora pudiera pronunciar el número “uno” Taehyung apresó los tirantes de su mochila que colgaba en su espalda y se apresuró a correr a su aula pasando a toda prisa al lado de la subdirectora que lo veía victoriosa.

La clase de álgebra. Considerada por todos los alumnos del colegió como “la clase del aburrimiento” el profesor Choi, el profesor más viejo del colegió se encontraba delante del pizarrón tratando de explicar su tema, pero el mismo se revolvía con las palabras. Los estudiantes, entre ellos Taehyung, veían hacia el frente tratando de no dormirse.

—¡Señor Choi!— el gritó de un chico que estaba parado en el marco de la puerta llamó la atención de todos. Y despertó a otros que ya estaban en su quinto sueño.

Esto, es tan cliché (Y.M)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora