Berk y Snorck, 2 reinos enfrentados por generaciones.
Hipo Haddock III, príncipe de Berk y heredero al trono.
Astrid Hofferson, princesa de Snorck y heredera al trono.
Ambos de diferentes bandos y obligados a odiarse, pero lo que nadie sabe es que...
Estoy impresionado con todo lo qie ha vivido esta chica, yo no tenía dudas de que Astrid podrías ser muy fuerte, pero ahora lo confirmo. Es más, también es de un gran corazón, porque a pesar de que fue mi padre que le arrebató a su madre, ella le quiere dar una oportunidad a los Berkianos e incluso a mí. Simplemente ella es sorprendente.
-Yo no tengo mucho para contarte, pero te daré aulgunos detalles de mi vida.- le dije con voz suave cuando ya no oí sus sollozos, aún estábamos abrazados y parece que ella no se quiere mover tampoco.
-No te preocupes, pero puedes empezar por contar el porqué le pusiste Chimuelo a tu caballo.- dijo más animada y con una pequeña sonrisa.
-¿Así? ¿Por qué?- le pregunté acomodándome para mirarla divertido a sus hermosos ojos azules.
-No lo sé, tal vez es curiosidad y también porque me da algo de gracia el nombre.- me respondió como si fuera una niña pequeña y trataba de ocultar su rostro en mi cuello, algo que me pareció muy tierno. No sé desde cuando nació esta confianza que tenemos.
-Ok, me parece justo... Cuando tenía 12 me escapé del castillo tras un regaño de mi padre, corrí hacia un bosque y no me dí cuenta que al frente mío había un hueco y tropecé. Caí en un lugar donde había un lago, pero a penas me levanté y ví un caballo negro, se le había atorado su pata entre unas rocas. Al parecer hubo un derrumbe y él estaba allí y cuando las rocas se desplomaron, atraparon su pata.- relaté mientras miraba el horizonte.
-Pobrecito.- dijo Astrid en un ligero susurro y volteando a verme, yo imité su acción.
-Sí, fue una suerte que yo cayera en ese lugar, obviamente corrí en su auxilio y lo liberé, él se acercó a mí en agradecimiento y allí fue en donde noté que no tenía algunos dientes.- expliqué brevemente lo que había pasado aquella vez.
-Y de ahí el nombre Chimuelo.- dedujo Astrid, al mismo tiempo que ya se separaba un poco más de mí.
-Exactamente.- dije con una sonrisa- Después de eso lo llevé al castillo para que le revisaran su pata y allí me dijieron que en algunas clases de caballos algunos dientes se demoran en salir o crecer.- le informé, pude ver como su rostro cambió a uno de asombro.
-¡Vaya! No sabía eso.- exclamó- ¿Y tú y tu padre... siempre pelean?- me preguntó algo nerviosa. Yo sólo bajo un poco mi mirada.
-Sí, pero ya estoy acostumbrado, es así desde que soy pequeño.- ella me miró apenada- Tranquila, no pasa nada. Él solo aceptó a Chimuelo, porque descubrieron que es un pura sangre y uno de los más finos, simplemente fue por eso.- le conté con una pequeña sonrisa.
-Perdón, es que yo no quiero sonar muy entrometida, pero es que yo ya no sé como lidiar con mi papá y en lo único que encuentro fuerzas para soportarlo es en el recuerdo de mamá.- dijo con su voz entrecortada- Y él se volvió mucho más frío conmigo después de su muerte y no sé como manejarlo.- la callé con un abrazo cuando ví sua ojos cristalizarse.
-Sshh... Calma... Mira, de niño era muy pequeño, más pequeño de los demás, en el castillo y en el pueblo me llamaban "pescado parlanchín".- escuché una risita de su parte, lo cual me hizo sonreír- Mi padre hacía de todo para que me convierta en el mejor en los entrenamientos y que tenga un mejor cuerpo. Mamá le decía que no me presione, pero él siempre trataba de que yo ni arruinara su imagen... Y la cosa fue peor cuando empezó a notar mis ideales de paz con Snorck.- agregué con gracia.
Astrid se separó de mí y me tomó por los hombros.
-Apuesto a que cuando llegues a ser rey... Será uno grande, tan grande que harás que la vida de todos en Berk cambie.- me aseguró mirándome a los ojos con una sonrisa, la cual yo devolví.
-Gracias, espero que Odín oiga tus palabras. Astrid...- la llamé con algo de nervisismo y al parecer ella lo percibió.
-Dime.- dijo espectante a lo que yo le iba a decir.
-Perdón, perdón por todo.- ella me miró confusa, no entendía mis palabras- Fue mi padre quien mató a la Reina Brianca de Snorck, a tu madre y me siento en el deber de pedirte disculpas por todo ese desagradable suceso y por lo que tuviate que pasar después.- dije sincero y muy arrepentido por los actos de mi padre.
-No, Hiccup, tú no tienes nada de culpa y no tienes que pedir disculpas, al menos tú no.- me dijo seria mientras acunaba mi rostro en sus suaves manos- Sé que han pasado 6 años desde que mi madre se fue... Y aún es una herida abierta, pero estoy convencida que nunca se va a cerrar. Pero grábatelo, príncipe Hiccup Haddock, tú no tienes la culpa de nada.- me dijo con una sonrisa para luego abrazarme y yo correspondí gustoso.
Los relinchidos de Chimuelo y Tormenta nos sacaron del pequeño momento en donde sólo importábamos Astrid y yo. Nos separamos lentamemte, pero yo decidí arriesgarme y antes de que esté fuera de mi alcanze, besé su mejilla y ví como estas se volvían de un color carmesí.
-Debemos volver, antes de que mi madre me necesute y sé cuenta que yo no estoy en Berk.- dije con una sonrisa mientras me dirigía a Chimuelo.
-Tienes razón, no puedo arriesgarme a que el tarado de Dagur se dé cuenta de mi ausencia y Heather no lo va a engañar por mucho tiempo.- dijo ella mientras imitaba mi acción- No sé cómo mi padre le tiene tanta confianza como para dejarlo reinando en su ausencia.- musitó molesta y ya arriba de Tormenta. Yo la entendí, pues ya me había hablado de lo muy idiota que es.
-Lo mismo digo respecto a Eret.- dije de igual manera- Adiós, Mi Lady.- elka se sonrojó y sonrió, creo que sí le gusta que le llame así.
-Adiós, Hiccup.- y después de esas palabraa ambos galopamos en nuestros caballos, hacia direcciones opuestas.
Hola hola! Espero que les haya gustado este capítulo. A lo personal me pareció muy tierno. ❣
Sólo quería aclarar que el lugar donde Hiccup halló a Chimuelo, es el mismo de la película.
